viernes, 25 de octubre de 2013

La conquista, la colonia, la independencia, el porfiriato y la revolución mexicana.

INTRODUCCION

COLONIZACION ESPAÑOLA DE AMERICA.
En esta secuencia, Conquista y Colonización de América, nos encontramos con detalles  de los primeros extranjeros que llegaron a América.
Vemos  las ventajas y desventajas  que se tuvieron con la llegada de españoles, franceses,  holandeses y demás naciones que conquistaron a América.
Ventajas fueron la enseñanza de la doctrina cristiana educación, artesanías, etc.
Pero la gran desventaja fueron la desaparición de todas nuestras raíces como cultura, y la desaparición de las primeras razas que había en América.
América fue poblada y ocupada en toda su extensión, muy probablemente por culturas asiáticas que ingresaron al continente por el área de Bering, en el norte. La población americana, realizó dos revoluciones neolíticas originarias, en Mesoamérica y en Norte Chico (Perú), que expandirían culturas agronomía y cerámicas por todo el continente y generarían dos grandes centros de alta civilización.
La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Triga ante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.

Se le llama porfiriato al periodo en el cual Porfirio Díaz estuvo al mando del ejército Mexicano se modificó la Constitución de 1857 para que se permitieran la reelección.
Porfirio Díaz tuvo la presidencia de México en 1876 gracias al triunfo del plan de Tuxtepec
A sus 80 años quiso reelegirse nuevamente lo cual fue rechazado los obreros después de que ya no tuvo más logros al sentir el fracaso en el terreno militar  pidió su renuncia a la presidencia y se fue del país en mayo de 1911.
La literatura fue uno de los temas más importantes de la época del porfiriato, de y en esa época se impulsaron muchos poetas y escritores. También promulgo que la educación fuera laica y gratuita así como obligatoria.
En este siguiente tema vamos  a conocer un poco más de nuestra revolución mexicana, conoceremos las personas que lucharon y perdieron la vida para darnos un México más justo, comprobaremos que la vida de antes y la  vida que tenemos ahora son muy distintas que ya no existen esas llamadas tiendas de raya, donde los obreros siempre tenían que pagar, también vamos a observar que hubo un lucha constante de parte de los gobernadores de nuestro país para impedir que hubiera reformas en nuestra constitución que gracias a nuestra revolución ya no hay más reelección del mismos gobernante y que tenemos derecho a elegir quienes nos van a gobernar.


DESARROLLO

CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA
La conquista y colonización de América se refiere al proceso histórico por el cual diversas potencias europeas conquistaron y establecieron sistemas de dominación colonial en el continente americano, desde finales del siglo XV hasta el siglo XIX. Este proceso implicó la desaparición de los grandes imperios americanos, particularmente el Imperio inca y el Imperio azteca, así como el colapso demográfico de la población americana. Simultáneamente, las potencias coloniales impusieron el uso generalizado de idiomas europeos en América, principalmente el español, el inglés y el portugués.
Antecedentes históricos
América fue poblada y ocupada en toda su extensión, muy probablemente por culturas asiáticas que ingresaron al continente por el área de Beringia, en el norte. La población americana, realizó dos revoluciones neolíticas originarias, en Mesoamérica y en Norte Chico (Perú), que expandirían culturas agrocerámicas por todo el continente y generarían dos grandes centros de alta civilización.
Las culturas y civilizaciones en América surgieron y se desarrollaron sin contacto con las culturas y civilizaciones africanas, asiáticas y europeas, por lo que resulta adecuado hablar de la existencia de dos mundos: los llamados "mundo antiguo" (africano, asiático y europeo) y "nuevo mundo" (americano). Las culturas mesoamericanas habían denominado a la tierra que ellos alcanzaron a conocer con los nombres de Abya Yala o Cem Anahuac.
Se sabe de la existencia de los restos de un efímero asentamiento vikingo en el artico canadiense. Por esta razón en los Estados Unidos, se celebra como fiesta nacional, el día del explorador vikingo Leif Eriksson, en memoria de los primeros noruegos en arribar a los Estados Unidos de América.
Colonización española de América
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En contraposición de otros colonizadores a lo largo de la historia como ingleses, portugueses u holandeses los colonizadores españoles desde un primer momento aceptaron a los indígenas como personas dotadas de alma y por ello centraron parte de su esfuerzo en adoctrinarles y convertirles a la religión, católica  la cual creían salvaría sus almas.
El papa Alejandro VI, en sus bulas Inter Caetera estableció la obligación de la Corona de Castilla de convertir a todos sus súbditos, incluidos los amerindios, al cristianismo, en su vertiente católica romana. Las tareas para lograr la conversión se realizaron mediante una gran variedad de procedimientos y una considerable cantidad de misioneros de distintas órdenes partieron de España hacia América a tal fin.
Los métodos adoptados para obtener la conversión fueron muy diversos. Una de las fórmulas empleadas para la cristianización de los indios fue la conocida como doctrina; se trataba del compromiso adquirido por el conquistador para que fueran evangelizados (adoctrinados) todos los indígenas que le habían correspondido en sus repartimientos; los niños debían recibir las enseñanzas religiosas todos los días y los adultos tres días a la semana. El convento fue el centro neurálgico de la evangelización y en torno a él se configuraron numerosas poblaciones. En él atendían los religiosos a las necesidades espirituales de los nuevos cristianos al mismo tiempo que a las materiales, ya que junto a las dependencias de culto y habitación de los frailes, disponían de enfermerías, escuelas y talleres. Los mismos misioneros desempeñaron un importante papel en la aculturación del indígena, al poner un especial empeño en su incorporación a las actividades artesanales de tradición europea, como parte destacada de su educación. La escuela de San José de los Naturales, creada por los franciscanos en México, o las organizadas por el obispo Vasco de Quiroga en Pátzcuaro (Michoacán) son una constante referencia para comprender diferentes proyectos de vida para el indígena a partir de su incorporación al cristianismo. En ellos están presentes muchas de las ideas procedentes de los movimientos utópicos de la edad media y del renacimiento, que encontraron en América un terreno propicio para su puesta en práctica.
Con la llegada de los europeos cristianos a América, se originó un intenso debate teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su incorporación, expulsión o destrucción mediante la guerra de los territorios que serían dominados por el Imperio español. Esta polémica se saldó con la oposición de la Corona española a su esclavitud y la incorporación de los nativos americanos como súbditos de la Corona española con todos sus derechos. Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los considerarían como iguales y en los territorios dominados por ellos el trato seria de esclavitud.
Así, desde comienzos del siglo XVI, teólogos y filósofos como Juan López de Palacios Rubios o Matías de la Paz desde la Universidad de Salamanca y Martín Fernández de Enciso o Bartolomé de las Casas desde los propios territorios americanos, enfrentan el problema de la naturaleza de los nuevos pobladores desde diferentes visiones. Finalmente, en 1537 se promulga la bula Sublimis Deus del papa Pablo III, en la que se declara a los indígenas como hombres en todas sus capacidades.
A partir de este momento las leyes de la Corona Española establecieron que los indígenas americanos (amerindios) no serían sometidos a la esclavitud, sino a un régimen de servidumbre denominado "encomienda", mediante el cual eran dados a "encomendadores" españoles. Sistema similar al de la España del siglo XVI, ya que a diferencia de otros países europeos como Rusia o Inglaterra en sus colonias, no existía la esclavitud. La colonización española aporto una gran cantidad de recursos a sus nuevos territorios que fueron tratados desde un primer momento como una provincia más del territorio de la corona castellana, mandando al nuevo mundo artesanos, artistas, misioneros, profesores e hicieron construir hospitales, escuelas, iglesias, catedrales que hoy en día se conservan y forman parte del patrimonio cultural de América. Este hecho se puede constatar hoy en día con la diferencia entre el legado de la conquista española y el de la inglesa (que sustituyó a la holandesa). Estas dos últimas fueron enfocadas exclusivamente hacia el beneficio material, comportando la aniquilación de las culturas existentes, como está demostrado en los Estados Unidos donde la población indígena prácticamente no existe ya que fue exterminada en su casi totalidad, en contra de lo que ocurrió en las colonias españolas (con pequeñas excepciones).
Colonización francesa de América
Los procesos de colonización francesa se iniciaron a principios del siglo XVII. Durante el siglo anterior, los franceses habían intentado infructuosamente asentarse en territorio norteamericano y, a pesar de las dificultades, durante el siglo XVI los barcos pesqueros franceses visitaban con regularidad la costa atlántica del norte del continente. Esto venía motivado principalmente por la demanda de pieles en los mercados europeos y, por ello, los comerciantes franceses iniciaron un lucrativo negocio con los aborígenes norteamericanos. A principios del siglo XVII, Samuel de Champlain fundó puestos comerciales en Nueva Escocia, Annapolis y Quebec (primera colonia francesa, fundada como parte de una factoría peletera) en la actual Canadá. Champlain no dudó en apoyar a sus aliados comerciales, los hurones, en sus guerras con otros pueblos indígenas del este de Norteamérica. Otra colonia francesa fue fundada en Montreal, desde donde comenzó la exploración de la zona de los Grandes Lagos y del río Mississippi por parte de René Robert Cavelier de La Salle. A diferencia de los primeros colonos ingleses, que se quedaron en las costas y utilizaron intermediarios para comerciar con los indígenas, los franceses se adentraron en los bosques con la intención de ampliar las fronteras comerciales y religiosas con los nativos. Por ello, para la primera mitad del siglo XVIII había establecimientos franceses en Detroit, Niágara, Kaskaskia y Cahokia, en los territorios de Illinois y Nueva Orleans, en los actuales Estados Unidos de América. Estos puestos le proporcionaron a Francia el control de un territorio que se extendía desde Canadá hasta Luisiana. Esto influyo en el desarrollo de todo el continente.
El gobierno francés también fomentó el establecimiento de colonias en el Caribe: en el transcurso del siglo XVII, conquistó las islas de Saint Christopher, Saint Croix, Saint Bartholomew, Grenada, Saint Martin, Tortuga, Marie Galánte y la parte oeste de La Española que se llamó Saint Domingue (Haití).
La importancia de las colonias francesas fue básicamente económica y militar. Se encontraban cerca de las principales rutas de navegación españolas, lo que permitía interceptar sus barcos y establecer comercio. Las islas francesas tenían una economía conocida como "de plantación", basada en la producción y exportación de azúcar, algodón, cacao y tabaco. Por otro lado la mano de obra esclava también generaba grandes ganancias. Eventualmente las colonias francesas tuvieron mayor población esclava que blanca, uno de los factores que favorecieron su prosperidad económica.
El régimen colonial francés
Originalmente las instituciones administrativas del régimen colonial francés se asemejaron a las del inglés, ya que los contratos comerciales de colonización otorgaban gran libertad a los corredores de los bosques, como llamaban a los cazadores de pieles preciosas. Con el tiempo esto cambió, y se nombraron gobernadores que disfrutaron de prerrogativas similares a las capitanías generales del Brasil  o los adelantados y primeros gobernadores de las colonias españolas. Sin embargo, para la segunda mitad del siglo XVII se impuso un régimen centralizado; más acorde con las ideas de Luis XIV, rey absolutista: Canadá fue convertida en provincia francesa, bajo el mando de un gobernador general supeditado al monarca, y el territorio fue dividido en señoríos que se otorgaron a nobles de la corte. Estos señoríos se subdividían en parroquias bajo la autoridad del cura o párroco y del jefe militar. Numerosos intendentes o funcionarios con poderes militares, fiscales y judiciales mantenían el rígido centralismo de la metrópoli francesa. Ese mismo régimen se impuso en las otras colonias francesas a partir de esta época.
Colonización holandesa de América
Desde mediados del siglo XVI, comerciantes holandeses incursionaron en las colonias españolas de las Antillas, estableciéndose en las Antillas Menores (Curazao) y en zonas de Brasil de donde fueron expulsados en 1654. Aunque permanecieron en Surinam y parte de las Guyanas, donde desarrollaron durante los siglos XVII y XVIII una economía de plantación para abastecer de productos tropicales a Holanda. El desarrollo del sistema de plantación en estas colonias fue tan grande, que condujo a una de las mayores concentraciones de esclavos en el siglo XVII y a una feroz lucha de los esclavos por su libertad.
En América del Norte comenzaron su entrada para el 1609, cuando Henry Hudson, un navegante inglés al servicio de una compañía holandesa, navegó por el río que hoy lleva su nombre, ubicado en el actual estado de Nueva York. Para 1621, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales había establecido puertos comerciales en las cercanías de los ríos Delaware y Connecticut como en Nueva York y Albany.
Las fricciones comerciales entre las colonias holandesas y las inglesas no se hicieron esperar. Los holandeses reclamaban el territorio de Connecticut, a pesar de no conseguir su total dominio. En 1650, se vieron forzados a cederle a los ingleses la parte este de Long Island. Entre ambas colonias surgieron disputas fronterizas y reclamos de violaciones a los acuerdos comerciales. Finalmente, en la década de 1660, cuando estalló la guerra entre Holanda e Inglaterra, Nueva Holanda fue absorbida por los ingleses.
En cuanto al régimen administrativo implantado por los holandeses durante la época colonial se puede mencionar que en sus orígenes fue similar al inglés y al portugués dado el carácter de fábricas o establecimientos comerciales que tuvieron sus efímeras colonias. Sin embargo, la colonia que durante varios años lograron establecer en Brasil fue gobernada por un miembro de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después, un gobierno más subordinado a la Corona holandesa.
Al fin, las colonias holandesas en América fueron efímeras, poco duraderas ya que sus intentos fueron frustrados por ingleses y portugueses, de ahí que sólo permanecieran con algunas posesiones del Caribe.
Colonización inglesa de América
Previo a la llegada de los ingleses a América, existían civilizaciones indias con estructuras sólidas que se habían forjado durante varios años. Para los ingleses, los habitantes de dichas civilizaciones no eran considerados humanos. Motivado por sueños de oro y gloria, apareció un nuevo tipo europeo: el colono anglosajón. Este nuevo personaje representaba la mayor referencia de poder frente a los pueblos sometidos, ya que la mayoría de personas fueron espectadores de las masacres cometidas en el actual Estados Unidos y el Caribe. Se podría decir que fue una de las colonizaciones más violentas y brutales de la humanidad, los españoles intentaban convertir a los indígenas al Catolicismo, los portugueses trataban de controlar los puertos de Brasil para así comerciar con sus colonias africanas, pero los ingleses creían que los indígenas de América debían ser borrados del continente y repoblar el continente con ingleses "puros" .
La historia que sigue a partir de esto es la de opresión, abuso e imposición de nuevos modos de vida para los americanos. En cuanto al ámbito económico y político fue totalmente manipulado para los beneficios europeos, dejando a los intereses indígenas totalmente subordinados y sin valor social. Por lo que se transportaron a más de 40.000 esclavos negros a través del Atlántico con la idea de poder aumentar el número de trabajadores y crecer en sociedad.

Colonización portuguesa de América ·
La colonización portuguesa de América comenzó motivada por razones económicas y estratégicas. Por un lado las económicas a causa de la mercancia en las ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades mercantiles del "árbol de Brasil", de cuya corteza se producía un tinte rojo usado para teñir textiles. Por el otro estratégicas, por el temor a una invasión española o francesa a su territorio. En 1530, la corona portuguesa envió a Martín Alonso de Souza a expulsar a los franceses que rodeaban las costas de Brasil, ya que eran tierras que pertenecían a Portugal desde 1500, cuando el navegante portugués Pedro Cabral había pisado esos territorios.
En 1533, Juan III de Portugal, dividió el territorio de Brasil en 15 franjas o capitanías, de 150 millas de ancho cada una, lo que influyó en el carácter privado de la colonización portuguesa. Estas capitanías fueron repartidas u otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia y hereditaria a fin de obtener el mayor rendimiento con el mínimo de costos para la metrópoli. Los nobles que recibieron las mismas se comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos, y a desarrollar económicamente la capitanía. Durante 19 años la administración de las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero, en 1549, el rey nombró un gobernador general o "Capitan mayor" representante del rey que administraría toda la colonia. El propósito de este gobierno era que el rey de Portugal gobernara a Brasil con el asesoramiento del Consejo Ultramarino, además de unificar el gobierno colonial. Sin embargo, aunque se pretendió quitar poderes a los capitanes generales, realmente continuaron dominando la colonia. Ellos, perdieron solamente facultades políticas pero mantuvieron sus privilegios económicos y continuaron con la esclavitud indígena. Desde los comienzos de la colonización, una de las actividades principales realizada por los terratenientes o capitanes generales en Brasil, fue las cacerías indígenas con el fin de esclavizarlos. Estos organizaron compañías militares o bandeiras que se organizaron para realizar expediciones al interior del territorio y de la Selva amazónica, en busca de humanos para esclavizarlos. Aun así, los indígenas no fueron suficientes para la mano de obra por lo que recurrieron al uso de mano de obra africana(negros) a partir del 1530.


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CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE MÉXICO

El México azteca y el colonial:

La fundación de Tenochtitlan tuvo lugar hacia 1325 por los aztecas de la familia náhuatl, que, procedentes del norte, llegaron en busca de mejores climas y más fáciles medios de vida. Según la leyenda, el emplazamiento estuvo determinado por el hallazgo de un águila en lucha con una serpiente sobre un nopal, imagen que ha pasado a formar parte de las armas nacionales. Otras ciudades existían en la región (Tacubaya, Texcoco, Tlaxcala), pero ninguna era tan importante y bella como Tenochtitlan. Bernal Díaz del Castillo describió sus canales y sus grandes edificios. La isla sobre la que se encontraba la ciudad se comunicaba con tierra firme por tres calzadas que todavía subsisten, convertidas en calles o caminos: la meridional a Iztapalapa, por donde entraron los españoles; la occidental a Tlacopan, por donde tuvo lugar la retirada de Cortés; la septentrional, actual calzada a Guadalupe, que llevaba hasta Tepeyac. Las calzadas se interrumpían por canales, salvados mediante puentes levadizos, y estaban orladas por verdaderos jardines, flotantes, de los que son los últimos representantes las Chinampas de Xochimilco.
La capital azteca

La ciudad era, según las descripciones de los contemporáneos, una de las mayores y más bellas de la época. En el momento de la Conquista se calcula que en lo que hoy es el Distrito Federal vivían de 570.000 a 600.000 personas. Habitaban casas de adobe rojo muy poroso, pero no faltaban los edificios monumentales, palacios y templos. Las casas tenían dos pisos y forma cuadrada, con un patio central adornado por pórticos y fuentes. Los espacios vacíos eran escasos y las calles, estrechas y tortuosas, estaban interceptadas por un laberinto de canales (72 según Francisco Cervantes Salazar), que cruzaban puentes; existía una doble comunicación, por agua y tierra, que hacia recordar a
Venecia. Los barrios o calpulli tenían una clara estratificación social y funcional, visible en el hecho de que cada calle estaba ocupada por un oficio o profesión. Un sistema de diques protegía la ciudad contra las inundaciones, como el famoso de Moctezuma, de 12 km de largo y 20 m de anchura. Tenochtitlan tenía como centro al gran teocalli, situado cerca de donde hoy se eleva la Catedral: era el templo dedicado al dios de la guerra, Huitzilopotchtli, y al de las lluvias, Tláloc. Al oeste estaba el palacio de Moctezuma; al este, el de Axayácatl y el palacio nuevo de Moctezuma, Xocoyotzin; y al norte el tianquixtli, famoso mercado de Tlatelolco. El abastecimiento de agua estaba asegurado por los manantiales de Chapultepec.
Al norte de la plaza mayor salía el camino real hacia Tlatelolco (conquistado en 1473 por Tenochtitlan, que poseía otra gran plaza, dominada por el templo de Huitzilpochtli y la pirámide mayor; tenía gran interés por ser la sede de un importante mercado (la venta se realizaba por intercambio), y los granos de cacao desempeñaban el papel de moneda circulante). La situación de la ciudad hacía que no fueran necesarias las fortificaciones; sólo los templos y las principales mansiones tenían gruesos muros de piedra y se asentaban sobre plataformas. Los cuatro barrios de la ciudad no seguían una traza determinada, y las casas eran distintas según la posición social de los habitantes (unos 30.000 en el momento de la conquista); las chinampas albergaban chozas con techo de paja cubierta de lodo y paredes de varas. Las casas principales, asentadas sobre plataformas para protegerse de las inundaciones, eran de adobe o de piedra, no tenían ventanas y poseían un patio interior. No hubo casas de dos pisos hasta después de la conquista. Los aztecas habían resuelto el problema del saneamiento. El abandono de sus métodos por los españoles causó graves problemas. Desde mediados del s. XV la ciudad contaba con un dique en la zona oriental para evitar el desbordamiento del lago en épocas de lluvia, y con dos acueductos, el de Chapultepec y del Coyoacán.
Economía azteca:

La agricultura constituía su base. Cultivaban gran número de especies pero el cultivo esencial era el maíz. La ganadería era muy pobre. Entre los pocos animales domesticados estaban el pavo y una especie de perro criada para consumir su carne. El desarrollo de la población del valle de México condujo a una situación de falta de tierras que ocasionaron guerras y emigraciones. Los aztecas llegaron tardíamente al valle, se vieron obligados a residir en las islas e idearon el sistema de islas artificiales o chinampas, que les permitió aumentar sus tierras de cultivo y alimentar a su creciente población. Otra forma de incrementar sus recursos agrícolas fue obligar a los pueblos vencidos a trabajar, destinando parte de su tierra para sostener el estado y el clero. La manufactura se hallaba en un estado artesanal muy primitivo. La mayor parte de los hogares eran autosuficientes pero había cierta especialización entre los poblados que generaba un pequeño intercambio.
Los calpixque eran los administradores y recaudaban los tributos. La confederación estaba organizada de tal manera que todos los estados eran independientes en todo, salvo en su proyección exterior. La relación entre pueblos conquistadores y conquistados era muy variable, dependiendo de la forma en que se había producido la anexión. Vivieron en un estado de guerra continuo. Razones religiosas, económicas e históricas hicieron de la guerra un elemento esencial de su cultura. Los pochteca o comerciantes sirvieron al mismo tiempo de espías y de embajadores ante los otros pueblos de México. En la clase dirigente estaban el Tlatoani y el Ciuacoalt, como cabezas de la biarquía. Los tecuhtli, o jefes de diferentes categorías, los pipiltin, o nobles por nacimiento, los calpuleque o jefes del capulli y los quauhpipiltin, o nobles por méritos. Los nobles poseían sus tierras por herencia o por concesión del estado, en pago a sus servicios, estas tierras eran cultivadas por los mayeques.
Administración colonial:

Capital de un virreinato que extendía sus dominios desde California y Texas hasta Panamá, México se fue, poco a poco, convirtiendo en una de las principales ciudades del mundo. En 1600 tenía unos 15.000 h, de ellos 7.000 españoles. A mediados del s. XVIII tenía ya 90.000 y durante la segundad mitad de dicho siglo, merced a la interesante labor del virrey conde de Revillagigedo, a quien muchos han llegado a considerar como el verdadero fundador de la ciudad moderna, México empezó a ser lo que es hoy. Durante el gobierno del citado virrey se construyeron numerosos edificios, se pavimentaron las calles y se proporcionó a la ciudad alcantarillado y alumbrado público. Revillagigedo creó escuelas populares para los indios, fundó la Escuela de Minas, mejoró la administración de justicia, reorganizó la hacienda y la política, estableció un correo bisemanal entre la capital y las intendencias provinciales y mejoró todos los caminos del país. Con estas reformas la población aumentó y en 1790 dio la cifra de 112.992 h, que unos años después Humboldt estimó en 137.000. La mitad, aproximadamente, eran españoles, y existían unos 40.000 mestizos, mulatos o negros y unos 10000 indios. México llegó entonces a ser la primera ciudad de América y una de las mayores y más bellas del mundo. Era el centro del comercio interior de las provincias de Nueva España y también del de Ultramar por sus buenas relaciones con los puertos de Veracruz y Acapulco. Humboldt la llamó la "ciudad de los palacios"; estaba repleta de buenos edificios y contaba con más de cien iglesias y cincuenta conventos. Las calles, rectas y anchas (14 varas), estaban empedradas y enlosadas. Dos grandes acueductos de 900 arcos cada uno, hoy destruidos, conducían el agua potable hasta una fuente monumental construida en 1779 por el virrey Bucareli.
Cronología de la presencia española (siglo XVI):

1517 - Fuerzas al mando de Hernández de Córdoba llegan a las playas de Yucatán, éste muere a causa de las heridas recibidas en batalla contra los mayas. La llegada de los españoles trajo consigo enfermedades del Viejo Mundo desconocidas entre los mayas, incluyendo la viruela, la influenza y el sarampión. En un siglo murió el 90 por ciento de la población nativa de Mesoamérica. 1518 - Se introduce el cultivo de la naranja en Nueva España. Cuando terminaba el año, Cortés partió de Santiago de Cuba con 11 naves. 1519 -
Hernán Cortés comienza la exploración de Yucatán. En noviembre entra en Tenochtitlan. 1520 - En abril el gobernador de Cuba envía a Pánfilo de Narváez a apresar a Cortés. En julio Cortés vence en la batalla de Otumba. 1524 - Hernán Cortés encuentra al pueblo de los Itzá, el último de los pueblos mayas que permaneció sin ser conquistado por los españoles. 1524 - Llegan los primeros dominicos. 1528 - Los españoles comienzan la conquista de los mayas del norte bajo Francisco de Montejo. Los mayas contraatacan con sorprendente vigor, manteniendo a los españoles a raya por muchos años. 1536 - Se funda el Colegio imperial de Santa Cruz para caciques. 1541 - Los españoles finalmente logran someter a los mayas y acabar con su resistencia. Sin embargo las revueltas continúan, no dejando a los españoles nunca en paz durante el resto del siglo. 1542 - Los españoles establecen la capital de Yucatán en Mérida. 1553 - Se inaugura la universidad de México. 1554 - Se introduce el beneficio de patio en la minería. 1555 - Se inicia la construcción de la catedral de Puebla. 1556 - Se edita el ordinario de la misa, primera edición musical mexicana. 1568 - Bernal Díaz del Castillo termina su Historia verdadera de la conquista de Nueva España. 1571 - Comienzan las obras de la catedral de Guadalajara. 1572 - Llegan los primeros misioneros jesuitas. 1598 - Juan de Oñate termina de conquistar una amplia zona.
Siglo XVII:

1618 - Termina la construcción de la catedral de Guadalajara. 1650 - Lucas Méndez trabaja en el Retablo de la capilla de los Reyes de la catedral de Puebla. 1665 - Se publica la primera Gaceta de México. 1689 - Alonso de León explora Texas. 1695 - Las ruinas de Tikal son casualmente descubiertas por el sacerdote español Fray Andrés de Avedaño y sus compañeros, quienes se habían perdido en la selva del Petén. 1695 - Se inicia la construcción de la basílica de Guadalupe. 1697 - La ciudad de Tayasal, capital de los Itzá en el Petén, es tomada por los españoles. Así es sometida a la corona española la última entidad política maya independiente.
Siglo XVIII:

1712 - Los mayas de los altiplanos de Chiapas se levantan contra el gobierno mexicano. 1714 - Se inicia la construcción de la iglesia de la Profesa. 1719 - J. de Balbás trabaja en el retablo de la capilla de los Reyes de la catedral de México. 1720 - Se inicia la construcción del ayuntamiento de México. 1724 - La corona española suprime el sistema de encomienda, que había dado a los terratenientes españoles el derecho a forzar al trabajo a los indios. 1740 - Fundación de El Mercurio de México (1740-1767). 1749 - L.Rodríguez trabaja en el sagrario de la catedral de México. 1789 - Creación de un sistema restringido de comercio libre con Nueva España. 1764 - Establecimiento del estanco del
tabaco. 1761 - Los mayas de Yucatán, encabezados por Jacinto Canek, se levantan contra el gobierno. 1772 - Comienza la construcción de la iglesia de la Enseñanza. 1779 - Se construye la capilla del Pocito, junto al santuario de Guadalupe. 1780 - F.J.Clavijero publica Historia antigua de México. 1783 - Se funda la Academia de San Carlos.
Siglo XIX

1809 - Se inicia la catedral de Potosí. 1813 - Congreso de Chilpacingo: proclamación de la independencia de México. España estaba sumida en el esfuerzo de la expulsión de Francia.
Fernando VII, preso hasta entonces en el castillo de Valençay, recuperó el trono de José Bonaparte en 1814. 1821 - México se independiza de España. 1823 - Las Provincia Unidas de América Central se separan de México. 1836 - Independencia de Texas.

Independencia de México
La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Triga ante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento insurgente de un marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español. Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquitas decidieron apoyar la independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia insurgente.
Situación económica y social del virreinato de Nueva España
La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza, mientras que la gran parte de la población era pobre Los pueblos indígenas debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo, provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles peninsulares, criollos  . Muchos de estos enfrentamientos tenían relación con cuestiones agrarias, como por ejemplo la tenencia de la tierra y el control del agua. A lo largo de los tres siglos de dominio español hubieron varios estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos.
 El pilar de la economía colonial de Nueva España era la particularmente la explotación de. Durante el siglo XVIII la producción minera vivió una de sus mejores épocas. Como resultado, la producción de oro y plata se triplicó en el período de 1740 a 1803 
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades económicas, particularmente. Por ejemplo, la creciente importancia de se debía a su relación con los minerales de Zacatecas y Guanajuato.
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que coincide con las  adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por objeto modernizar la administración de las colonias y hacer más rentable la explotación de sus recursos, porque en Nueva España había una escasez de capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata ejercido por los comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli.
Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas
La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación patriótica por parte de los criollos en Nueva España. Este fenómeno es una respuesta al dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo económico, como en el político, el social y el cultural. Los protagonistas de este movimiento eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía acceso a la. En la sociedad novohispana esto era posible sólo a través de los establecimientos eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba este servicio. Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por religiosos.
El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio español en las tierras americanas. La pugna  entre España y  no era nueva, tiene su origen misma. Lo diferencia a aquellos primeros contactos de los hechos que tuvieron lugar durante el siglo XVIII es que son los  los que toman la defensa de la tierra de la que son nativos Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros de. En él esta congregación desempeñaba una importante labor en la evangelización de los indígenas del norte del virreinato A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo, al físico, al filósofo y al enciclopedista
Revoluciones burguesas: Francia y Estados Unidos
Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la , y el otro independencia de estados unidos . Tanto una como la otra tenían su sustento en las ideas de la ilustración. A su triunfo, las revoluciones en Francia y Estados Unidos proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura miguel hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo.
Invasión francesa en España
Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que napoleón tomaba el poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder sobre el pueblo; por esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José maría mórelos y pavón se convencieron de iniciar la lucha armada. De ese modo, el poder de Napoleón no afectaría directamente al clero de la Nueva España
La invasión Portugal por parte de las tropas de napoleón en 1807 obligó la huida de la Casa de Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la división de la familia real española. Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres de la corona. Finalmente, logró que  Carlos IV abdicara en su favor el  19 de marzo de 1808.
Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli
Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos entre España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de las colonias había una discusión sobre quién era el verdadero soberano de las tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía de los dominios españoles radicaba en el titular de la corona de España.
En varias ciudades americanas se formaron juntas de gobierno, cuyo propósito fue conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España y hasta que Fernando VII fuera reinstalado en el trono, entre ellas la junta de Montevideo en 1808, la junta tuitiva de la paz  en 1809, o la junta de quinto en 1809
Crisis política de 1808
La noticia del montin (18 y 19 de marzo) llegó a la Ciudad de México el 8 de junio de 1808. El virrey , elegido por intervención del primer ministro Manuel godoy , se mostró consternado por los sucesos
La situación en la metrópoli supuso una situación inédita que puso a discusión en quién radicaba la soberanía de los territorios bajo el dominio español. El estado de excepción originado por la abdicación de Fernando VII y la ocupación francesa dividió en dos partidos a la élite de Nueva España. Para algunos —en su mayoría españoles peninsulares cuyo portavoz era la Real Audiencia de México— el poder en Nueva España seguía radicando en el rey Fernando VII, aunque momentáneamente se encontrara ausente
La cuestión de la soberanía durante 1809
 José Bonaparte  fue designado monarca de España por su hermano, y en julio de 1808 llamó a los virreinatos de América y a las capitanías generales de Cuba y Guatemala a enviar seis representantes para trabajar en él. Los americanos declinaron la invitación La Junta Suprema Central emitió un decreto el 22 de enero de 1809 por el que reconoció a los dominios americanos como parte integrante de la monarquía con derecho a representación en el órgano. Para ello se pidió elegir un representante de cada virreinato y capitanía general
En enero de 1809 apareció en varias ciudades importantes del virreinato una proclama que pedía la instalación de un gobierno autónomo en Nueva España que defendiera a Fernando VII y la religión. El autor del documento fue Julián de Castillejos, participante de las con el marqués de San Juan de Rayas. Cuando se les interrogó, negaron toda responsabilidad. Los oficiales reales los dejaron ir, pero los mantuvieron bajo estrecha vigilancia
La decisión de reconocer a la Junta de Sevilla no satisfizo a todos los novohispanos. En Valladolid (actualmente Morelia) la elección del representante de Michoacán profundizó las divisiones entre criollos y peninsulares. A partir de septiembre de 1809 los criollos —con José Mariano Michelena y José María García Obeso a la cabeza— comenzaron a organizarse de manera clandestina para nombrar una junta soberana
Convocatoria a las Cortes de Cádiz
La Junta Suprema Central decidió disolverse el 29 de enero de 1810 para formar el Consejo de Regencia de España e Indias con cinco de sus miembros. El propósito de este nuevo órgano era convocar a las Cortes de Cádiz. Sólo un americano formó parte de la Regencia, el tlaxcalteca Miguel de Lardizábal y Uribe; el resto de los integrantes de la Junta fue relevado de sus obligaciones, incluyendo los representantes americanos que ni siquiera habían llegado de ultramar. Al conocerse esta noticia en la Ciudad de México, se juró obediencia y fidelidad al órgano al que se reconoció la misma autoridad que a Fernando VII. El 14 de febrero de 1810 los representantes americanos fueron invitados a participar en la redacción de una nueva constitución, que prometía cambios para criollos y mestizos
Por esos días, la Audiencia de México solicitó a la Regencia la destitución del virrey Lizana. El ejercicio del gobierno novohispano recayó en la Audiencia desde mayo de 1810 hasta la llegada de Francisco Xavier Venegas, nuevo virrey. En consonancia con los sucesos en otras partes de América, una nueva conspiración estaba en marcha en Nueva España. Aunque en todo el reino se efectuaban las elecciones de los diputados que habrían de asistir a las Cortes de Cádiz, los criollos novohispanos estaban resentidos por el derrocamiento de Iturrigaray que habían planeado los españoles peninsulares o gachupines
Inicio de la guerra (1810-1811)
La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde al levantamiento popular encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos por los españoles, los conspiradores de Querétaro no tuvieron otra alternativa que ir a las armas en una fecha anticipada a la que planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se hallaban sin una base de apoyo en ese momento, por lo que Hidalgo tuvo que convocar al pueblo de Dolores a sublevarse en contra de las autoridades españolas el 16 de septiembre de 1810. Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las principales ciudades del Bajío y luego hacia la capital de Nueva España, pero en las inmediaciones de la Ciudad de México retrocedieron por orden de Hidalgo
La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores
Ignacio Allende y Mariano Abasolo estuvieron entre los simpatizantes de los conjurados de Valladolid. Cuando ésta fue descubierta, organizaron una nueva conspiración que tuvo su sede definitiva en Querétaro. Las reuniones se realizaban de manera clandestina en casa del corregidor, Miguel Domínguez. Allende estaba al frente de los conjurados, entre quienes se encontraban el propio corregidor, Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama y Josefa Ortiz.  El grupo de conjurados buscaría en primera instancia la destitución de los españoles en puestos de gobierno, apoyados por un levantamiento que iniciaría el 1 de octubre
La conspiración fue denunciada el 9 de septiembre por José Mariano Galván. Otras denuncias llegaron a oídos del comandante Ignacio García Rebolledo, que dispuso el cateo a la casa y la aprehensión de los hermanos González. Josefa Ortiz envió como mensajero Ignacio Pérez para avisar a los conspiradores en San Miguel el Grande, después fue presa en compañía de su marido y otros conspiradores.
Campaña militar
Campaña de Hidalgo
A partir de Dolores, el movimiento encabezado por Hidalgo se movió por varios puntos del Bajío, una de las más prósperas regiones de Nueva España. El número de tropas es desconocido. En Atotonilco tomaron el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que es considerado emblema del movimiento.
El apoyo a los insurgentes en Guanajuato era evidente. El intendente Riaño se parapetó con su tropa en la alhóndiga de Granaditas —uno de los edificios más fuertes de la ciudad— y envió cartas solicitando apoyo militar al virrey Venegas, a la Real Audiencia de Guadalajara y a Félix María Calleja, jefe de las tropas realistas de San Luis. La ayuda no llegó. Por su lado Hidalgo, antiguo amigo de Riaño, solicitó la capitulación del intendente, pero éste se negó y fue uno de los primeros en morir
Hidalgo inició el avance por otras ciudades del Bajío el 8 de octubre de 1810. A su paso se sumaron más personas y llegó a tener reclutados hasta sesenta mil hombres. Los insurgentes se dirigieron a Valladolid (Michoacán) y en Acámbaro apresaron a Diego García Conde, enviado a defender la capital michoacana
El aumento del número y desorden del ejército provocaron algunos roces entre Hidalgo y los militares de carrera. En Acámbaro, Hidalgo recibió el grado de Generalísimo de América y Allende, de Capitán General
Ante la inminente llegada de las tropas realistas de Calleja y de José de la Cruz, se celebró una junta de guerra. Allende e Hidalgo propusieron estrategias distintas, pero la decisión final fue de Hidalgo, quien dispuso que Ruperto Mier saliera a detener a las tropas de José de la Cruz. Sin embargo Mier fue derrotado en Urepetiro por el regimiento de Pedro Celestino Negrete. Los insurgentes fortificaron el puente de Calderón y allí se encontraron con el contingente realista al mando de Manuel de Flon y Félix María Calleja. Después de seis horas de combate, los insurgentes terminaron huyendo del lugar y Guadalajara fue ganada por los realistas.82 Los insurgentes se movilizaron a Aguascalientes. En Pabellón, Hidalgo fue relevado como Generalísimo y Allende condujo a la tropa rumbo al norte para unirse con José Mariano Jiménez que tomó Saltillo después de ganar la Batalla de Aguanueva. La idea era conseguir el apoyo de las provincias septentrionales de la Nueva España y, posteriormente, de Estados Unidos
Otros focos insurgentes
El movimiento independentista iniciado en Dolores el 16 de septiembre de 1810 fue secundado en otras partes de Nueva España. A principios de noviembre de 1810, José Antonio Torres logró imponerse sobre la poca resistencia que ofrecieron las fuerzas virreinales en La Barca y en la Batalla de Zacoalco. Con una fuerza de veinte mil hombres entró a la ciudad de Guadalajara el 11 de noviembre
La persecución contra los líderes regionales fue tan dura como la que se dirigió contra las principales cabezas de la insurgencia. En enero de 1811, José María Mercado —que operaba en Nueva Galicia— fue derrotado en Maninalco y probablemente se suicidó, pues su cadáver se encontró en el fondo de un barranco al día siguiente. Algunos líderes resistieron la persecución por poco tiempo, como José Antonio Torres, que fue derrotado por Antonio López Merino el 4 de abril de 1812 y ahorcado el 23 de mayo después de un juicio sumario. Otros resistieron y se convirtieron en protagonistas de los sucesos de los años siguientes, como Villagrán y Morelos.
Características del movimiento insurgente de 1810-1811
Entre 1785 y 1786, en Nueva España se había producido una de las crisis agrícolas más grandes de su historia, provocando una hambruna en la que murieron cerca de 300 000 personas. Entre 1808 y 1809 una grave sequía en El Bajío había reducido las cosechas, por consiguiente los alimentos habían cuadruplicado sus precios. Por otra parte, las guerras en Europa habían provocado escasez y desempleo. Ante esta situación los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que podría conducirlos a una vida mejor. Fue así que los insurgentes lograron conseguir adeptos rápidamente. Contaba además con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el Grande

Segunda etapa: Organización (1811-1815)
La llamada etapa de organización de la guerra independentista de México comprende los sucesos bélicos y políticos ocurridos entre el momento en que Ignacio López Rayón fue nombrado jefe de las fuerzas insurgentes en Saltillo el 16 de marzo de 1811 —poco antes de que Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y otros jefes insurgentes fueran presos y ejecutados en el norte de México— y antes del fusilamiento de José María Morelos y Pavón en Ecatepec el 22 de diciembre de 1815. Durante esta época, el movimiento independentista no sólo realizó acciones bélicas, sino que se dotó a si mismo de una estructura y un cuerpo jurídico. Durante este período cobra importancia el posicionamiento ideológico de la causa insurgente
Marcha de López Rayón hacia el sur
Ignacio López Rayón había sido uno de los secretarios de Estado nombrados por Miguel Hidalgo cuando éste intentó organizar un gobierno insurgente durante su breve estancia en Guadalajara entre noviembre de 1810 y enero de 1811. Algunos documentos suscritos por Hidalgo en ese sitio y en momentos anteriores de la revolución fueron redactados por el propio López Rayón, por lo que se presume que tenía cierta influencia sobre Miguel Hidalgo. El 5 de marzo de 1811, López Rayón recibió el cargo de jefe supremo de la insurgencia y la instrucción de volver al sur mientras Hidalgo, Allende y otros seguían su marcha rumbo a Texas.
Rayón y Liceaga determinaron que era necesario instaurar un Congreso o Junta conforme a los planes originales que se tenían en 1808 de gobernar de forma autónoma a nombre de Fernando VII, mientras el monarca fuese prisionero en Francia. Enviaron una carta dirigida a Calleja expresando estos objetivos, la cual fue entregada por José María Rayón. Aunque les ofreció el indulto, Calleja negó la posibilidad de entrar en negociaciones con los insurgentes para reconocer dicha junta. Rayón partió hacia Aguascalientes, fue perseguido por el general Miguel Emparán, quien le propinó una derrota en la Batalla del Maguey el 2 de mayo de 1811. No obstante, Rayón pudo escapar hacia La Piedad y Zamora. Al llegar Calleja a la ciudad de Zacatecas, donde se había quedado al mando de mil hombres Víctor Rosales. Éste se acogió al indulto ofrecido. De cualquier forma, Calleja mandó fusilar a trece insurgentes y un año más tarde Rosales se reintegró a la rebelión.
Otros levantamientos y confrontaciones
Durante febrero de 1811, fue derrotado en Sinaloa José María González Hermosillo por Alejo García Conde en la Batalla de San Ignacio de Piaxtla. En los primeros días de mayo en la zona de Matehuala, el insurgente Juan Villerías fue derrotado por Joaquín de Arredondo y Cayetano Quintero, muriendo el 13 de mayo. Arredondo continuó su avance tomando la plaza de Tula el 22 de mayo, derrotando a Mateo Acuña, quien junto con otros insurgentes fue pasado por armas. El 21 de junio, las fuerzas virreinales tomaron Matehuala
De finales de julio a mediados de agosto, la revolución insurgente volvió a encenderse en Aguascalientes y Zacatecas. Cuando los virreinales fusilaron a los rebeldes Nájera y Flores Alatorre en Aguascalientes, la plaza fue tomada por el cura Ramos, Oropesa, Ochoa y Hermosilla, obligando al subdelegado Felipe Álvarez y al cura Terán a salir de la ciudad, quienes habían ejercido un breve gobierno despótico. El 25 de agosto, Calleja envió al coronel García Conde y al teniente José López a reprimir el nuevo brote revolucionario, después de ofrecer resistencia, los insurgentes se dispersaron en Nochistlán
Las primeras campañas en el sur
En la región de Tierra Caliente, desde finales de septiembre de 1810 existieron brotes de rebeliones. Los líderes más notables fueron Ávila y Ruvalcaba, pero estos fueron vencidos por José Acha, quien era administrador de las haciendas de Gabriel de Yermo. Ruvalcaba murió en los encuentros, el virrey designó a José Antonio Andrade y poco después a Nicolás Cosío para defender la zona contra nuevos levantamientos
Entre febrero y abril, en esta zona, los insurgentes contaban con dos mil quinientos hombres, los cuales fueron distribuidos en Sabana, el Aguacatillo, Veladero y las Cruces. Debido a que Cosío no pudo derrotarlos, el virrey lo sustituyó por Juan Antonio Fuentes, pero también fue arrollado a principios de mayo cuando Morelos decidió abandonar el asedio de Acapulco para avanzar hacia Chilpancingo. En las plazas de Chichihualco, Chilpancingo y Tixtla las fuerzas virreinales fueron derrotadas. Fuentes persiguió a Morelos, pero fue derrotado nuevamente en Chilapa, añadiéndose la plaza a las dominadas por los Insurgentes
Conspiraciones en la Ciudad de México
En abril de 1811, la captura de los iniciadores de la rebelión fue recibida con tristeza por sus simpatizantes. Un conato de complot contra el virrey, dirigido por Miguel Lazarín y su esposa Mariana Rodríguez del Toro, fue descubierto cuando el padre Gallardo violó el secreto de confesión del conspirador José María Gallardo, siendo encarcelados algunos de los participantes
Las noticias de las victorias parciales de los insurgentes dieron un nuevo aliento a sus seguidores. En casa de Antonio Rodríguez Dongo se celebraron juntas en donde participaron frailes agustinos, militares de bajo cargo, abogados y un prófugo de la cárcel, pero fueron delatados el 2 de agosto de 1811. En consecuencia, fueron sentenciados a muerte Antonio Ferrer, Ignacio Cataño, José María Ayala, Antonio Rodríguez Dongo, Félix Pineda y José María González, siendo liquidados de manera pública el 29 del mismo mes. El resto fue condenado a prisión. Los religiosos Juan N. Castro, Vicente Negreiros y Manuel Resendi fueron degradados y exiliados a La Habana. Estas sentencias y ejecuciones acrecentaron la división entre los habitantes de Nueva España

López Rayón y la Junta de ZitácuaroEn Zitácuaro, el 19 de agosto de 1811, Ignacio López Rayón convocó a la formación de la Suprema Junta Nacional Americana "para la conservación de los derechos de Fernando VII, defensa de la santa religión e indemnización y libertad de la oprimida Patria", la cual "organizaría los ejércitos, protegería la justa causa y libertaría a la patria de la opresión y yugo que había sufrido por espacio de tres siglos". El propio Ignacio López Rayón presidió la junta, José María Liceaga y José Sixto Verduzco fueron nombrados vocales. Para la difusión de las determinaciones tomadas en la Junta se contó con la ayuda de Andrés Quintana Roo y José María Cos, quien suministró una prensa para imprimir el periódico El Ilustrador Americano, que difundía las ideas autonomistas.
La Junta de Zitácuaro no difería en sus propósitos de aquéllas establecidas en otras partes de América; para quienes la existencia de estos concejos estaba justificada en la conservación de la soberanía en nombre del destronado rey de España hasta que no volviera a ocupar la titularidad de la Corona.
Las fuerzas virreinales continuaron acechando a los insurgentes que se encontraban bajo los mandos de Albino García en Guanajuato, Manuel Villalongín en Michoacán, así como a José María Correa, Julián Villagrán y Francisco Villagrán en Villa del Carbón y Calpulalpan.
En la Nueva España, algunos terratenientes y empresarios apoyaron la rebelión proporcionando recursos económicos y abastecimiento. En la Ciudad de México y algunas otras ciudades, un grupo clandestino conocido como Los Guadalupes apoyó a la Junta proporcionando a los insurgentes información de las actividades realistas, a este grupo perteneció Leona Vicario esposa de Andrés Quintana Roo.
Sitio de Cuautla
Morelos continuó su avance desde Chilapa y envió a Valerio Trujano hacia Silacayoapan. Además, el cura de Carácuaro dividió su ejército en tres columnas. Una, al frente de Miguel Bravo, avanzó a Oaxaca por Huitzuco. En su camino hacia el sureste, Bravo tomó Acatlán y Huajuapan. Otro brazo, al mando de Hermenegildo Galeana volvió a Taxco .
El tercer grupo insurgente, encabezado personalmente por Morelos, tomó la plaza de Chiautla, venciendo a Mateo Musitu. El 10 de diciembre entró a Izúcar, actualmente Izúcar de Matamoros, donde se le unió Mariano Matamoros. El 17 de diciembre en El Calvario, juntos derrotaron a fuerzas virreinales comandadas por Soto Maceda, quien fue herido de muerte durante el combate. Los primeros días de 1812, Rosendo Porlier partió desde Toluca con destino a Tenancingo, logró vencer a las fuerzas insurgentes comandadas por Hermenegildo Galeana y José María Oviedo en la Batalla de Tecualoya .
Durante este tiempo, López Rayón y la Junta se habían trasladado a Toluca. Albino García atacó Guanajuato en donde fue rechazado, pero logró tomar la plaza de Irapuato, obligando al brigadier García Conde a retroceder hasta Celaya, aunque éste después tomó la plaza de San Miguel el Grande para dar paso libre al camino que dirigía a San Luis. Manuel Mier y Terán se unió a la causa insurgente en Sultepec, comenzando a fundir cañones. En el mismo lugar el doctor Cos continuó distribuyendo El Ilustrador Americano. Nuevas rebeliones brotaron en Nueva Galicia pero fueron reprimidas por Pedro Celestino Negrete, José de la Cruz y Manuel Pastor, el 23 de mayo, José Antonio Torres fue capturado y sentenciado a la horca, su cadáver fue descuartizado, la cabeza permaneció en Guadalajara y los cuatro miembros enviados a diferentes localidades. Las plazas de Córdoba, Orizaba y Xalapa se emanciparon, en estos levantamientos comenzó a destacar Guadalupe Victoria.
Plan de Paz y Guerra, Los Guadalupes
Después de la batalla de Tenancingo, Rosendo Porlier, con ayuda del coronel realista Joaquín del Castillo y Bustamante, obligó a Ignacio López Rayón a abandonar Toluca. Después de confrontarse nuevamente en la Batalla de Tenango se estableció en Tlalpujahua. A pesar de los esfuerzos realizados por los insurgentes José María Correa y Epitacio Sánchez para defender su posición, el contingente realista logró penetrar, a mediados de junio, hasta Sultepec .
El virrey Venegas no contestó el oficio de Cos, sino que lo mandó quemar junto con otros documentos que fueron obtenidos en Sultepec. Entre dichos documentos se descubrió correspondencia de Los Guadalupes, por lo que fueron hechos prisioneros en la capital los abogados Falcón y Garcés, Benito Guerra, José Ignacio Espinosa, Juan Guzmán, el doctor Díaz y María Peimbert. El 5 de junio, en el Valle de Santiago, Agustín de Iturbide logró capturar a los insurgentes comandados por Albino García, mandó fusilar a todos rebeldes, excepto a Albino y a su hermano Francisco, quienes fueron trasladados a Celaya. El 8 de junio, el brigadier García Conde ordenó la ejecución de los hermanos, la cabeza de Albino fue colocada en la calle de San Juan de Dios, y su mano fue enviada a Salamaca. Por otra parte, Iturbide fue ascendido a teniente coronel.
Campaña en Puebla
Nuevas rebeliones insurgentes dirigidas por Juan Nepomuceno Rosáins, Máximo Machorro, Camilo Suárez y Vicente Gómez se iniciaron en Chalchicomula, Huamantla, Atlixco, Tepeaca y Tehuacán, las cuales fueron combatidas por el brigadier realista Olázabal. Estas fuerzas insurgentes siguieron combatiendo en la zona de Acultzingo. Mientras tanto, en Yautepec, Gabriel Armijo liquidó a Francisco Ayala, y Valerio Trujano fue atacado desde el 5 de abril durante el Sitio de Huajuapan por el general realista José María de Régules Villasante. El 4 de julio, Hermenegildo Galeana logró derrotar a José María Añorve en la Batalla de Zitlala. Morelos fue informado de la situación en la que se encontraba Trujano, de inmediato acudió al lugar logrando romper el sitio el 24 de julio, el cual tuvo una duración mayor a cien días. A finales de septiembre las fuerzas de Morelos prosiguieron su avance hacia Tepeaca y Tehuacán.
Toma de Oaxaca
El 25 de noviembre, Morelos y su ejército ocuparon la ciudad de Oaxaca, la cual era defendida por el teniente general Antonio González Saravia y José María de Régules Villasante, quienes después de la derrota fueron capturados y fusilados. En la ciudad se instituyó un gobierno autónomo y José María Murguía fue nombrado intendente. Se fundó el periódico Correo Americano del Sur, cuya redacción inicial estuvo a cargo del cura José Manuel de Herrera. El gobierno insurgente de la ciudad de Oaxaca duró de 1812 hasta 1814, cuando fue recuperada la población por el ejército realista. Fue la primera y única vez en que Morelos pudo tomar el control de una ciudad importante. Fue en esta plaza donde Morelos recibió los Elementos constitucionales redactados por Ignacio López Rayón. Entre los puntos más importantes destacaron
Morelos fue nombrado el cuarto vocal de la Junta de Zitácuaro, pero se deslindó finalmente de la tesis fernandista, mediante una carta en la que solicitó "que se le quitara la máscara a la independencia, porque ya todos sabían la suerte de Fernando VII"
Constitución de Cádiz
Después de largos y acalorados debates, en marzo de 1812 se proclamó en Cádiz la Constitución política de la monarquía española. Al inicio de las reuniones participaron 104 diputados, de los cuales 30 eran de territorios ultramarinos
Los diputados americanos impugnaron la representación desigual que existía en las Cortes. Se estimaba que la población de España era de diez millones de habitantes mientras que América estaba habitada por dieciséis millones. No obstante, los diputados españoles excedían en la proporción de 3 a 1 a sus iguales americanos
Se estimó que en el continente americano alrededor de seis millones de personas de las castas tenían ascendencia africana, de esta forma el número de diputados se equilibraría para la representación de España y América en proporción 1 a 1 . Los diputados americanos se reagruparon para enumerar once propuestas entre las que destacaban: representación igualitaria, libertad de cultivo, libertad de comercio, abolición de esclavitud, abolición de estancos, concesión de derechos iguales para americanos, indios y mestizos para poder ocupar cargos civiles, eclesiásticos y militares, reconocimiento de las juntas locales, y creación de mayor número de diputaciones provinciales.
El 30 de septiembre de 1812, la nueva Carta Magna fue leída y jurada por los miembros de la Real Audiencia de México y por el virrey Francisco Xavier Venegas en la Plaza Mayor de la Ciudad de México, llamándose en lo sucesivo Plaza de la Constitución. Con el nuevo régimen constitucional, los virreinatos fueron abolidos, en consecuencia Venegas se convirtió en el jefe político superior. Además se permitió la libertad de prensa. Mediante este derecho, Joaquín Fernández de Lizardi en el periódico El Pensador Mexicano y Carlos María de Bustamante en El Jugetillo criticaron los abusos de la administración virreinal.
 Dos meses más tarde, Venegas suspendió el artículo constitucional que permitía la libertad de prensa. Fernández de Lizardi fue encarcelado durante breve tiempo, Bustamante huyó a Zacatlán para reunirse con los insurgentes, poco después se trasladó a Oaxaca y siguió escribiendo para el Correo Americano del Sur. La decisión de Venegas fue severamente criticada por los diputados americanos en Cádiz. A fines de febrero de 1813 se recibió un bando enviado desde España, en él se le pedía a Venegas presentarse en la Península ibérica para apoyar la campaña militar contra los franceses y se nombraba como su sucesor a Félix María Calleja
Morelos y el Congreso de Chilpancingo
Congreso de Chilpancingo
Debido a las diferencias que se habían suscitado entre Liceaga, Verduzco y Rayón, Morelos convocó en junio de 1813 un congreso que se instaló en Chilpancingo durante el mes de septiembre. Para tal objetivo se nombraron diputados a Ignacio López Rayón por Guadalajara, a José Sixto Verduzco por Michoacán, a José María Liceaga por Guanajuato, a Andrés Quintana Roo por Puebla, a Carlos María de Bustamante por México, a José María Cos por Veracruz, a José María Murguía por Oaxaca, a José Manuel de Herrera por Técpan, y como secretarios a Cornelio Ortiz de Zárate y Carlos Enríquez del Castillo. El 14 de septiembre se dio inicio a la primera sesión del Congreso de Chilpancingo —cuyo nombre oficial fue Congreso de Anáhuac—, donde Morelos hizo leer a su secretario Juan Nepomuceno Rosáins los Sentimientos de la Nación. Este documento declaraba la independencia de la nación, la soberanía popular, la religión católica como única, la supresión de obvenciones, la división de poderes, la igualdad ante la ley, la abolición de las castas, la abolición de la esclavitud, la eliminación de la tortura, e instituía la celebración del 12 de diciembre para la Virgen de Guadalupe y el 16 de septiembre para conmemorar el inicio de la guerra de independencia proclamado por Miguel Hidalgo
En contraste con la posición de la Junta de Zitácuaro, la cual fue disuelta, el Congreso de Chilpancingo se dio a la tarea de definir jurídicamente las razones por las cuales la América mexicana debía ser libre de España. Este fue un punto de discordia con López Rayón quien manifestó no estar de acuerdo con el primer punto mencionado en los Sentimientos de la Nación, pues defendía que la tesis que había abrazado el movimiento autonomista de 1808, debería seguir subsistiendo, es decir, América era dependiente del rey de España, pero no de la nación española, por tanto, la independencia buscada no era con respecto a la Corona, sino del "gobierno ilegítimo" que se había reunido en Cádiz.
Declaración de Independencia de América Septentrional
Durante el congreso se pronunciaron otros discursos políticos de mayor o menor importancia, pero el 6 de noviembre de 1813, día de la clausura, se leyó el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional, la cual fue redactada por Carlos María de Bustamante y Andrés Quintana Roo. En ella, ya no se aceptaba la soberanía de Fernando VII y se postulaba de forma radical la separación de la autoridad española: "queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español
En noviembre de 1813 los miembros de la Audiencia de México propusieron que "se suspendiera la Constitución mientras durasen circunstancias tan revolucionarias y turbulentas, y que se revistiese a Calleja de las facultades necesarias y se observase la ley de Indias, que lo autorizaba para extrañar de esos dominios a los que conviniese al servicio de Dios, paz y quietud pública, adoptándose el sistema de rigor, único que para casos semejantes enseñaba la historia de las naciones". De esta manera, la Carta de Cádiz no logró ser vigorizada en el territorio de la Nueva España.
Batalla de las Lomas de Santa María
Una vez que se abasteció de artillería del Fuerte de San Diego en Acapulco, Morelos planificó tomar la ciudad de Valladolid con la idea de situar en esa ciudad el Congreso, para posteriormente avanzar desde ahí hacia Guanajuato, Guadalajara y San Luis. Miguel y Víctor Bravo fueron designados para proteger a los miembros del Congreso. El 7 de noviembre, saliendo de Chilpancingo, Morelos, los Galeana, Nicolás Bravo y Matamoros avanzaron hacia Cutzamala, Carácuaro, Tacámbaro, Tiripetío y Undameo.
Perseguidos por las tropas de Iturbide, el resto de los hombres de Morelos marcharon hacia Puruarán. Mariano Matamoros fue designado para la defensa de la plaza. El 5 de enero de 1814, los realistas, decididos a terminar con el ejército insurgente, lograron la victoria en la Batalla de Puruarán. Matamoros fue capturado y trasladado a Morelia, a pesar de que Morelos trató de negociar su vida a cambio de doscientos prisioneros españoles, Calleja ordenó su fusilamiento, el cual se llevó a cabo el 3 de febrero.
El 15 de marzo, Miguel Bravo fue capturado en Chila por el coronel Félix de la Madrid, se le trasladó a Puebla y fue ejecutado ahí un mes después. Morelos, Pablo y Hermenegildo Galeana viajaron al Fuerte de San Diego con el objetivo de desmantelar la artillería e inutilizar los cañonesde grueso calibre, fueron perseguidos por Gabriel de Armijo quien los forzó a huir el 11 de abril. Una escaramuza en Pie de la Cuesta con el coronel insurgente Juan Álvarez, permitió a los Galeana y Morelos salir del puerto,195 de cualquier forma, el avance de Armijo llegó hasta El Veladero consolidando la posición el 6 de mayo
El 20 de junio desembarcó en Nautla el general francés Jean Josepeh Amable Humbert, quien dijo venir en representación de los Estados Unidos para apoyar a los insurgentes. López Rayón, entusiasmado, informó al Congreso de Anáhuac, pero Rosáins se le adelantó, designando a Anaya la misión de embarcarse junto con el francés hacia Nueva Orleans. En ese lugar se preparó una expedición con la ayuda de José Álvarez de Toledo y Dubois, pero ésta nunca se llevó a cabo al ser impedida por órdenes del presidente James Madison. Las disensiones y los enfrentamientos armados entre López Rayón y Rosáins aumentaron por dicho incidente. En Silacayoapan, en un enfrentamiento entre José Herrera —quien era fiel a López Rayón— y Ramón Sesma —que era fiel a Rosáins— fue detenido por Manuel Mier y Terán, quien logró reconciliarlos para hacer frente al coronel realista Melchor Álvarez. Los insurgentes rechazaron con éxito el ataque, tomando las localidades de Teposcolula, Tlaxiaco y Yanhuitlán. Mientras tanto, los miembros del Congreso de Anáhuac fueron forzados a escapar de Uruapan por el realista Pedro Celestino Negrete, para así situarse en Apatzingán
Restauración absolutista en España
Las Cortes españolas sesionaron del 1 de octubre de 1813 al 10 de mayo de 1814. Por diversas razones —como había ocurrido en Nueva España con los diputados—, de los ciento cuarenta y nueve diputados americanos que deberían presentarse, solamente sesenta y cinco estuvieron presentes, de los cuales, cuarenta y dos eran suplentes.
Después de meditarlo, "el Deseado" decidió restablecer el absolutismo y el 4 de mayo firmó un decreto por el cual se anulaba la Constitución y las leyes que se habían expedido durante su ausencia: "como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo".
En la Ciudad de México, las primeras noticias del regreso de Fernando VII se recibieron el 13 de junio de 1814, pero no fue sino hasta el 7 de agosto cuando se conocieron los pormenores de las determinaciones de "el Deseado". La Inquisición fue reinstalada, fue nombrado Manuel Flores como inquisidor y José Tirado como fiscal.
Constitución de Apatzingán
En contraste, el 15 de junio de 1814 el Congreso de Anáhuac terminó de redactar el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, mejor conocido como la Constitución de Apatzingán. Fue proclamada el 22 de octubre y estaba dividida en dos títulos: principios o elementos constitucionales y forma de gobierno, la cual se sustentó en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Fueron tres miembros en los que recayó el Poder Ejecutivo: José María Liceaga, José María Cos y José María Morelos. A pesar de que a este último se le había retirado del cargo político en 1813, nuevamente se le confirió el puesto, pero esta vez, para ejercerlo de forma compartida. Sin embargo, el decreto constitucional impedía a los miembros del Ejecutivo mandar tropas y solamente podían ejercer acción militar bajo circunstancias extraordinarias y con el correspondiente permiso del Congreso. De esta forma, el siervo de la nación entró en un período de aletargamiento militar.
Después de la promulgación de la Constitución de Apatzingán, Vicente Guerrero fue designado para emprender nuevamente la campaña en Oaxaca, aunque al principio no fue reconocido por Ramón Sesma que se encontraba en Silacoayoapan y era fiel a Rosáins. El Congreso de Anáhuac envió a Francisco Arróyave para sustituir a este último, pero lejos de obedecer las órdenes, Rosáins lo mandó fusilar bajo el cargo de traición el 21 de diciembre de 1814 en un paraje del cerro Colorado conocido con el mote de la Palma del Terror.210 Por otra parte, el insurgente Víctor Rosales logró apoderarse de un cuantioso botín en el mineral de Pinos de Zacatecas.
El 27 de julio, en Jamapa, Rosáins fue perseguido y vencido por los propios insurgentes; una vez capturado se le remitió al Congreso de Anáhuac, pero se logró fugar en las inmediaciones de Chalco y solicitó el indulto realista, el cual le fue concedido por el virrey Calleja en octubre de 1815. En respuesta a las peticiones que realizaron los comerciante de Cádiz a Fernando VII, un contingente de dos mil realistas, al mando del brigadier Fernando Miyares y Mancebo, desembarcó en Veracruz. Entre agosto y septiembre, Miyares comenzó su campaña en contra de Guadalupe Victoria en Puente del Rey así como contra Manuel Mier y Terán en las cumbres de Acultzingo.
Captura y muerte de Morelos
Después de su retirada del cerro del Cóporo, Itubide incursionó sin éxito en Michoacán en busca de los miembros del Congreso de Anáhuac. Al retirarse pasó por Pátzcuaro, en donde aprehendió a Bernardo Abarca y lo mandó fusilar en Tzintzuntzan. Para vengar la muerte de este último, el doctor José María Cos tomó las armas, uniéndose a los grupos insurgentes de Vargas y Carvajal, sin embargo violaba el artículo constitucional que prohibía a los miembros del Ejecutivo realizar estas acciones.
El Congreso lo conminó a regresar a su puesto, pero lejos de obedecer, el doctor Cos publicó en Zacapu un manifiesto expresando su inconformidad al respecto de las políticas adoptadas por dicho organismo, entre ellas la de que sus miembros no habían sido elegidos de forma popular y que éstos buscaban ayuda militar en el extranjero comprometiendo la religión y la honra nacional. Por otra parte declaró que los congresistas habían maniatado a los jefes militares insurgentes, cuestionando a cada paso sus acciones.
Los miembros del Congreso consideraron que no se encontraban seguros en Michoacán debido al asedio que sufrían constantemente. Adicionalmente esperaban recibir noticias de José Manuel de Herrera, quien había sido enviado a los Estados Unidos como ministro plenipotenciario. Por estas razones decidieron trasladarse a Tehuacán. A manera de previsión política, nombraron un Junta Subalterna de Gobierno para ejercer acción en las provincias occidentales de Texas. El 29 de septiembre de 1815, el Congreso salió de Uruapan. Morelos planeó la protección de la expedición, dispuso que Nicolás Bravo se situara en Huetamo, Vargas en Tenancingo, Guerrero en Temalaca, y designó a José María Lobato como escolta del Congreso.
Tercera etapa: Resistencia, guerra de guerrillas (1815-1820)
Después de la muerte de Morelos, los grupos insurgentes lucharon de manera aislada; aproximadamente veinte mil rebeldes continuaron en pie de lucha. Las fuerzas más disciplinadas de los insurgentes se encontraban distribuidas de la manera siguiente: Manuel Mier y Terán en Tehuacán, Guadalupe Victoria en Puente de Rey, José Francisco Osorno en Zacatlán y los llanos de Apan, cada uno de ellos contaba con dos mil hombres; los hermanos Ignacio y Ramón López Rayón operaban con setecientos hombres en el cerro del Cóporo; en el sur Nicolás Bravo, Julián de Ávila y Pablo Galeana comandaban ochocientos hombres; mientras que Vicente Guerrero en la Sierra Madre del Sur, Ramón Sesma en Silacayoapan y Juan del Carmen en la zona de la Mixteca baja contaban con quinientos; en la Lago de Chapala persistían ochocientos hombres bajo los mandos de José Santana, Encarnación Rosas y del padre Marcos Castellanos; en Michoacán, Manuel Muñiz, Garza y Correa contaban con cuatro mil hombres; el presbítero José Antonio Torres (homónimo del insurgente que había tomado Guadalajara en 1810 y muerto en 1811) tenía reclutados ochocientos hombres en El Bajío; Víctor Rosales operó en Zacatecas con trescientos hombres.
Durante esta etapa, el caudillo español Francisco Xavier Mina, de ideología liberal, organizó desde los Estados Unidos una expedición con trescientos hombres para apoyar la lucha de los independentistas, pues su objetivo personal era luchar contra el régimen absolutista de Fernando VII. Mina era un navarro que había luchado en su país y puesto en práctica la guerrilla en la región de los Pirineos en contra del absolutismo de la Corona española, huido a Francia y después a Inglaterra, donde conoció a Servando Teresa de Mier. Fue el fraile dominico quien lo entusiasmó respecto de la lucha por la emancipación de la Nueva España. Finalmente viajó a los Estados Unidos, desde donde se había embarcado para combatir del lado de los insurgentes novohispanos, entrando al país por la costa de Tampico.
Mientras los efectivos insurgentes habían disminuido considerablemente, en ese estado de cosas, las fuerzas realistas superaban los cuarenta mil efectivos. En la División de México el propio virrey Félix María Calleja contaba con dos mil seiscientos hombres; el coronel Manuel de la Concha en Apan tenía mil quinientos diez, el coronel Alejandro Álvarez de Güitán en la sección de Huejutla ciento cincuenta y uno; el brigadier Ciriaco del Llano en el Ejército del Sur contaba con seis mil seiscientos noventa y nueve; el mariscal de campo José Dávila en la División de Veracruz tenía seis mil cuatrocientos ochenta y dos; para la defensa de convoyes, el coronel Francisco Hevia contaba con novecientos sesenta y ocho; el coronel Cosme de Urquiola en la Isla del Carmen tenía trescientos treinta y nueve; el coronel José Gabriel de Armijo en la División de Acapulco contaba con dos mil seiscientos cincuenta y un efectivos; en Toluca, el teniente coronel Nicolás Gutiérrez tenía doscientos ochenta y dos; en Ixtlahuaca el coronel Matías Martín y Aguirre, setecientos ochenta y siete; en Tula, el coronel Cristóbal Ordóñez, ochocientos ochenta y ocho; en Querétaro, el brigadier Ignacio García Rebollo, novecientos noventa y uno; el Ejército del Norte comandado por el coronel José Castro, tres mil ochocientos tres; el Ejército de Reserva del mariscal de campo José de la Cruz contaba con tres mil trescientos sesenta y tres; la División de las Provincias Internas de Oriente al mando del brigadier Joaquín Arredondo, tres mil novecientos ochenta y siete; la División de las Provincias Internas de Occidente al mando de mariscal de campo Bonavia, doscientos setenta y nueve; en la Antigua California, el capitán Argüello contaba con ciento nueve y en Nueva California el teniente coronel Pablo Sola tenía tres mil seiscientos cinco hombres. A esta fuerza, se debía agregar un número de realistas indeterminado que se encontraban en pueblos pequeños.
Junta de Jaujilla
La Junta Subalterna de Gobierno —formada por el general Manuel Muñiz, el abogado Ayala, Dionisio Rojas, José Pagola y Felipe Carvajal— se estableció en Taretan. En febrero de 1816, el general insurgente Juan Pablo Anaya, siguiendo el ejemplo de Mier y Terán, sorprendió a los miembros en la hacienda de Santa Efigenia, reduciéndolos a prisión. Este hecho indignó a los jefes insurgentes que se encontraban en la zona.
Juan Pablo Anaya se reunió con Ignacio López Rayón y lo convenció de no reconocer a esta junta. Vargas y San Martín viajaron para negociar con el antiguo presidente de la Junta de Zitácuaro. A pesar de que Rayón nunca reconoció a esta junta, se renombraron a sus integrantes. La Junta de Jaujilla —la cual se conoció con este nombre porque se instaló en el fuerte de Jaujilla, en las ciénagas de Zacapu— quedó conformada con Ignacio Ayala, Mariano Tercero, José Pagola, Mariano Sánchez Arriola, Pedro Villaseñor y José de San Martín, como secretario del Despacho de Guerra fue nombrado Francisco Lojero y como secretario de Hacienda, Antonio Vallejo.
Últimas campañas realistas ordenadas por Calleja en 1816
En los llanos de Apan, de febrero a abril de 1816, el coronel realista Manuel de la Concha confrontó a los insurgentes dirigidos por Francisco Osorno. A pesar de la victoria que este último obtuvo sobre su subalterno Juan Rafols el 18 de abril, tres días más tarde el propio De la Concha infligió una fuerte derrota a los rebeldes, quienes fueron perseguidos por Anastasio Bustamante. Osorno pudo escapar pero muchos de sus subalternos se rindieron y se acogieron al indulto, incorporándose a las filas realistas.
En julio de 1816, Manuel Mier y Terán realizó una malograda expedición a Coatzacoalcos con la finalidad de ser abastecido de cuatro mil fusiles por el aventurero estadounidense William Davis Morrison. El 1 de septiembre, fue sorprendido en Playa Vicente por el comandante realista Pedro Garrido y aunque Mier y Terán pudo retirarse, Morrison cayó preso y más tarde fue fusilado.
Juan Ruiz de Apodaca es nombrado virrey de Nueva España
En los primeros días de septiembre, el teniente general Juan Ruiz de Apodaca desembarcó en Veracruz para sustituir a Félix María Calleja como virrey de Nueva España. Su caravana fue atacada en Perote por el insurgente Antonio Vázquez Aldana, pero gracias a la intervención oportuna del coronel Márquez Donayo, Apodaca logró llegar a la Ciudad de México el día 20 de septiembre. Un mes más tarde, Calleja se dirigió a Veracruz escoltado por Márquez Donayo. A su regreso a España, Fernando VII le otorgó el título de Conde de Calderón como premio a su desempeño. Años más tarde, sería nombrado jefe de un ejército destinado a la reconquista de Nueva España, pero el propósito de ese ejército nunca se llevó a cabo. Vivió sus últimos años como capitán general en Valencia.
Hacia finales del mismo mes, Carlos María Llorente realizó una campaña en Túxpam y Huauchinango, extinguiendo las aduanas que había establecido Guadalupe Victoria; en este regimiento realista comenzó a destacar Antonio López de Santa Anna
Capitulaciones e indultos
A finales del noviembre de 1816, José María Vargas —quien había formado la Junta Gubernativa de Uruapan— se acogió al indulto, entregando el fuerte de Carrizalillo al teniente coronel Luis Quintar. Pocos días después Fermín Urtiz hizo lo mismo con la fortificación de San Miguel Curistarán.
Durante cuatro años, un grupo de insurgentes —bajo los mandos de José Santana, Encarnación Rosas y del cura Marcos Castellanos— resistieron en la isla de Mezcala del Lago de Chapala el constante asedio ordenado por José de la Cruz. Desde 1812, varios realistas como Pedro C. Negrete, Rosendo Porlier, Ángel Linares, José Navarro, José Antonio Serrato, José María Narváez, Manuel Pastor o Marcelino Croquer fracasaron en el intento de tomar este reducto. Los rebeldes incursionaban furtivamente durante las noches hacia las costas del lago, obteniendo víveres y armamento —el cual era enviado por José María Vargas—, llegando a atacar poblaciones como Ocotlán. Durante sus correrías secuestraron la falúa Fernando en su trono, convirtiéndose este suceso en una afrenta para los sitiadores. Cuando la balanza de los triunfos comenzó a inclinarse a favor de los realistas, De la Cruz mandó talar las costas del lago y dispuso ocho mil hombres para fortalecer el bloqueo a la isla. Fue hasta el 25 de noviembre de 1816 que se negoció la capitulación e indulto. No se sabe de la suerte de Encarnación Rosas, aunque probablemente murió durante algún asalto; a José Santana se le designó la gobernación de la misma isla y murió en 1852; el cura Marcos Castellanos regresó a Ajijic, en donde murió en 1826. Al momento de la capitulación las fuerzas insurgentes contaban con ochocientos hombres y diecisiete cañones
Una triple ofensiva realista —organizada desde Teotitlán por el coronel Manuel de Obeso, desde la Mixteca por los comandantes Félix de la Madrid y Saturnino Samaniego, así como desde Puebla por el coronel Francisco Hevia— se dirigió hacia Tepexi de la Seda, Tehuacán y Cerro Colorado para atacar a los hermanos Juan y Joaquín Mier y Terán, así como a Francisco Osorno.
Por otra parte, Vicente Guerrero fue sitiado por las fuerzas de Gabriel Armijo en Xonacatlán durante treinta días, pudo romper el sitio, pero durante la acción murió Juan del Carmen. Guerrero se marchó a Veracruz para conseguir armas con Guadalupe Victoria, quien había sido forzado a dejar Nautla y retroceder a Misantla.
Expedición de Francisco Xavier Mina
Francisco Xavier Mina era un estudiante de jurisprudencia en Zaragoza durante la Invasión francesa a España. Empuñó las armas como voluntario de los ejércitos de la derecha y centro en su lugar de nacimiento. Luchando contra los invasores fue hecho prisionero y trasladado a Francia en 1810. Al regresar a su patria, en 1814, quedó consternado con la determinación de Fernando VII de abolir la Constitución gaditana y de las órdenes de aprehensión que se habían girado en contra de los políticos y pensadores de ideología liberal. Manuel de Lardizábal y Uribe le ofreció un puesto de mando en Nueva España para luchar contra los insurgentes, pero lo rechazó indignado pensando que la causa de los americanos era la misma que la de los españoles europeos. Se unió a su tío Francisco Espoz y Mina para luchar a favor de la restauración de la Constitución, pero al fracasar tuvo que exiliarse en Londres, huyendo por Francia.
Construyó una guarnición en el mismo lugar, estableció una imprenta y publicó un manifiesto que explicaba los motivos de su expedición.
Campaña militar de Mina
Cien soldados realistas se unieron a las filas del Ejército Auxiliador de la República Mexicana, pero la noticia del desembarco —el cual ya se esperaba— llegó a la capital. De inmediato, los ejércitos realistas se pusieron en marcha para confrontar a los recién llegados. Al mismo tiempo, desde Veracruz, zarparon la fragata Sabina y las goletas Belona y Prosperina al mando del comandante Francisco de Berenger.
El 28 de junio, sumando poco más de quinientos hombres, las fuerzas combinadas de Mina y Moreno lograron derrotar al capitán Cristóbal Ordóñez en la Batalla de Los Arrastraderos.
pero fueron sitiados en el Fuerte del Sombrero por el mariscal de campo Pascual Liñán desde el 1 al 20 de agosto. Durante el sitio, Mina pudo salir para buscar pertrechos y el presbítero José Antonio Torres intentó auxiliarlos con una fuerza de cien hombres, pero fue repelido en Silao por el mayor Juan Ráfols. Pedro Moreno y Juan Davis Bradburn lograron escapar, siendo perseguidos por Anastasio Bustamante. Las bajas de los insurgentes sumaron más de cuatrocientos cincuenta efectivos
Mina solicitó ayuda a la Junta de Jaujilla y presentó un plan para ayudar a escapar a los hombres de Torres que se encontraban sitiados; la estratagema consistía en atacar la ciudad de Guanajuato para así distraer la atención del ejército de Liñán. Sin embargo, el 27 de octubre, los hombres de Mina fueron atacados por el regimiento del teniente coronel José María Nova en la hacienda del Venadito. Durante el combate murió Pedro Moreno, Mina fue capturado y puesto a disposición del coronel Orratia. Por órdenes de Pascual Liñán, el 11 de noviembre de 1817, Xavier Mina fue fusilado en el cerro del Bellaco a la vista de los defensores del Fuerte de Los Remedios. Por esta victoria realista, el virrey Apodaca recibió el título de Conde del Venadito.
Situación en otras áreas durante 1817
Los jefes insurgentes siguieron operando de forma independiente. En Orizaba, Ignacio Couto fue rechazado por el coronel José Ruiz durante los primeros meses de 1817, su grupo de setenta y cinco hombres fue obligado a replegarse a Palmillas en donde fue sitiado durante todo el mes de julio por el coronel Santa Marina. Los insurgentes intentaron escapar pero fueron capturados y fusilados en Huatusco y Orizaba. Couto fue llevado a Puebla para ser ejecutado, pero logró evadir la prisión con la ayuda José Manuel de Herrera; sin embargo, no regresó a las armas debido a que a él, y a su hermano José Antonio, se les concedió el indulto meses más tarde. Adicionalmente, las guerrillas de Nautla, comandadas por Serafín Olarte, fueron derrotadas por completo por Carlos María Llorente.
Vicente Guerrero se fortaleció en Politla y Ajuchitlán, logrando rechazar los ataques de Gabriel de Armijo. En la costa del Pacífico los insurgentes Isidoro Montes de Oca y Francisco Mongoy hicieron lo mismo con las fuerzas realistas comandadas por José Joaquín de Herrera y José Aguilera. En cambio, el 17 de octubre, el padre José Manuel Izquierdo y Pablo Ocampo sucumbieron ante los ataques de los coroneles Marrón y Manuel Gómez Pedraza en Alahuistlán; solamente Ocampo logró escapar.
Resistencia de Guerrero
Vicente Guerrero se unió a las tropas de José María Morelos en El Veladero desde 1811. Por ende estuvo supeditado a la Junta de Zitácuaro y al Congreso de Chilpancingo, juró la Constitución de Apatizingán, reconoció la autoridad de la Junta de Jaujilla y las que posteriormente se formaron en la ranchería de Zárate y en la hacienda de las Balsas, reconociendo de esta forma la legalidad y continuidad insurgente. Hasta 1814 su papel fue secundario, pero después de las derrotas de Valladolid y Puruarán fue comisionado por Morelos para mantener la revolución en el sur, área cuya geografía conocía muy bien por sus actividades como arriero y comerciante anteriores al estallido de la lucha armada.
En 1816, rechazó el indulto ofrecido por el virrey Apodaca y prefirió mantenerse en pie de lucha. Participó en un sinnúmero de acciones militares, a veces favorables y a veces desfavorables, las cuales tuvieron lugar en La Mixteca, en la Costa Chica, en la Costa Grande, a lo largo de la zona del río Mezcala y en Tierra Caliente. Sus perseguidores más importantes fueron los comandantes realistas Félix de la Madrid y Gabriel de Armijo
Sitio al Fuerte de Jaujilla
Desde el 15 de diciembre de 1817, el coronel Matías Martín de Aguirre y el coronel José Barradas iniciaron con una fuerza de mil hombres el sitio al Fuerte de Jaujilla, donde la defensa estuvo a cargo del coronel insurgente Antonio López de Lara y de los capitanes Christie y Devers. Los vocales de la Junta de Jaujilla, Antonio Cumplido, Ignacio Ayala, el canónigo José de San Martín, así como los secretarios Francisco Lojero y Antonio Vallejo, huyeron del sitio para establecerse en la ranchería de Zárate en el partido de Turicato, aunque Ayala prefirió dimitir y su lugar fue ocupado por Pedro Villaseñor.
Los miembros de la Junta de Gobierno se reorganizaron en la ranchería de Zárate en Huetamo; esta vez fue conformada por José Pagola, Mariano Sánchez Arriola y Pedro Villaseñor, decidiéndose relevar del mando al presbítero José Antonio Torres debido a que por causas desconocidas había pasado por armas a su segundo, Lucas Flores, y a Remigio Yarza, quien fuera firmante de la Constitución de Apatzingán. En su lugar fue nombrado el coronel Juan Arago, militar que había llegado en la expedición de Xavier Mina. Torres se negó a reconocer la autoridad de la Junta de Zárate, prefiriendo unirse a los coroneles Encarnación y Francisco Ortiz, con quienes logró reunir mil quinientos hombres, pero fueron derrotados por el coronel realista Anastasio Bustamante el 28 de abril de 1818.
Vicente Guerrero como general en jefe de las tropas del sur
Constituida la nueva Junta del Balsas, la cual se hizo llamar Superior Gobierno Republicano, se ratificó el nombramiento de Vicente Guerrero como general en jefe del Ejército del Sur. Con esta investidura, el caudillo se dedicó a reclutar nuevas fuerzas y reorganizar a las existentes para construir un fuerte en el cerro de Santiago, al que se llamó Fuerte de Barrabás. El 1 de abril de 1818, debido a una traición, Guerrero fue atacado por Gabriel de Armijo en el campamento de San Gregorio.
El 15 de septiembre de 1818, Armijo realizó una nueva ofensiva pero fue derrotado en la Batalla de El Tamo. Con esta victoria y las armas capturadas, Guerrero incrementó su fuerza de ochocientos a mil ochocientos hombres. Quince días más tarde, cerca de Zirándaro, se desarrolló la Batalla de Cerro de Barrabás y nuevamente la victoria fue para los insurgentes, quienes lograron capturar cuatrocientos fusiles más. Con un mayor ejército, Guerrero emprendió la reconquista de Tierra Caliente, fortificándose en Huetamo, Cutzamala, Tlachapa, y la hacienda de Cuauhlotitlán, en donde también provocó fuertes bajas a los realistas. Durante estas campañas comenzó a destacar el insurgente Pedro Ascencio Alquisiras.
Capitulaciones insurgentes durante 1818
En Nueva Galicia, el insurgente Gordiano Guzmán —quien se había unido a la causa desde 1811 en Sayula— realizó una serie de ataques en las áreas de Tecalitlán y Tuxpan, pero fue abatido a mediados de noviembre por el coronel Rafael Cevallos en un punto conocido como Piedras de Lumbre. En la misma provincia, la Junta de Balsas nombró al coronel Santiago González como comandante militar de la zona oriental, quien fue perseguido por el teniente coronel Hermenegildo Revuelta, quien logró hacerlo huir a Silao en el mes de septiembre. Durante el curso de 1818, otros jefes insurgentes se indultaron, entre ellos Vicente Vargas y el padre Melgarejo en Toluca, Inclán en Xochimilco e incluso Rafael Villagrán —quien había vuelto a tomar las armas durante el tiempo de la expedición de Xavier Mina— en Huichapan. En el área de Veracruz —a pesar de que Guadalupe Victoria se encontraba refugiado— existieron algunos levantamientos por parte de los indígenas de Coxquihui, quienes atacaron Xalapa, y de algunos otros grupos insurgentes que atacaron La Antigua. Para contrarrestar estos brotes, Apodaca ordenó a Ciriaco del Llano y al coronel José Barradas realizar campañas militares para reducir las fortificaciones de la zona.
Campañas realistas durante 1819
En enero de 1819 el virrey Apodaca destituyó del mando de la provincia de Veracruz al mariscal de campo José Dávila, nombrando en su lugar a Pascual de Liñán. Durante el mismo mes, en la zona de Jamapa, varios oficiales insurgentes se acogieron al indulto. El 2 de febrero, Liñán otorgó la libertad a Carlos María de Bustamante.
En la Sierra Gorda aún continuaban resistiendo al regimiento del realista Casanova un pequeño grupo de insurgentes bajo los mandos del coronel Miguel Borja y del doctor José Antonio Magos. El virrey Apodaca envió para reducir a este grupo al brigadier Melchor Álvarez, quien se hizo acompañar de algunos ex insurgentes que conocían la zona y que previamente se habían indultado. De esta forma, durante el mes de junio fue capturado y fusilado el guerrillero Guadalupe González en el llano de Montenegro; casi de inmediato el doctor Magos solicitó el indulto. Borja resistió hasta el 28 de diciembre, fue vencido en San Miguel el Grande y se le llevó a Querétaro, lugar en donde se le otorgó el indulto.
Cuarta etapa: Consumación (1820-1821)
Se estima que habían muerto más de un millón de personas en Nueva España después de más de diez años de lucha. Es decir, una sexta parte de la población de la Nueva España había sido aniquilada durante la guerra. Los gastos de guerra, por otro lado, tanto en España como en América, llevaron al reino a la bancarrota.
Las minas, muchas de ellas abandonadas, redujeron su producción a una tercera parte de los niveles que se tenían antes de 1810. La producción de las haciendas, de igual forma, fue mermada por falta de mano de obra. Como efecto secundario, la Iglesia dejó de recibir los diezmos habituales. La metrópoli española siguió imponiendo restricciones económicas y solicitando el envío de recursos para coadyuvar a su propia crisis. Los miembros del ejército virreinal estaban descontentos por los bajos sueldos y porque existía una abierta preferencia hacia las tropas expedicionarias que habían llegado de España desde 1812.
Campañas contra los insurgentes en 1820
Para principios de 1820, aún continuaron existiendo focos de insurrección latentes en diversos puntos de Nueva España. En Nueva Galicia, Guanajuato y Michoacán persistieron los ataques de Gordiano Guzmán, Francisco y Encarnación Ortiz, y de los hermanos Bedoya. Durante la época de lluvia las tropas insurgentes de Ascencio y Guerrero atacaron simultáneamente al capitán realista, quien prefirió renunciar a su puesto en el mes de noviembre.
La Constitución española restaurada
En España, el 1 de enero de 1820, el general español Rafael de Riego junto con otros liberales convencieron a los soldados de la localidad Las Cabezas de San Juan para que se rebelaran y restauraran la Constitución de Cádiz. La revolución se expandió en la Península ibérica.
El rey nombró una Junta Provisional Consultiva y los políticos y pensadores liberales fueron excarcelados. Se programaron elecciones a la nuevas Cortes, las cuales iniciarían sus sesiones en el mes de julio.
Los diputados americanos, muchos de ellos recién liberados, protestaron la decisión exigiendo una mayor número de representantes, amenazando además, de no participar en la elección de suplentes. La Junta no accedió a la petición y fue Miguel Ramos Arizpe quien los convenció de que era mejor opción tener pocos diputados que ninguno.
La conspiración de La Profesa
Las primeras noticias del triunfo de la revolución liberal llegaron al puerto de Veracruz el 26 de abril de 1820. Los criollos de ideología liberal recibieron estas noticias con entusiasmo, al igual que los miembros del Consulado de Veracruz, quienes deseaban volver a instalar el libre comercio en la Nueva España.
El canónigo Matías de Monteagudo lideró una serie de reuniones secretas conocidas con el nombre de Conspiración de La Profesa. A ellas asistieron el regente de la Real Audiencia de México, Miguel Bataller, el fiscal de la Inquisición, José Tirado, el obispo de Puebla Antonio Joaquín Pérez, Juan José Espinosa de los Monteros, miembros del Consulado de México, y otros más que habían sido partícipes del golpe de Estado de 1808. El propio virrey Apodaca tenía conocimiento de estas reuniones.
Para la Iglesia la situación se agravó ya que se abolió la Inquisición, la Compañía de Jesús fue suprimida por segunda ocasión y se anunció la desaparición de las órdenes monásticas, la venta de bienes eclesiásticos, así como la reducción de diezmos. Por una parte, el grupo de los persas temieron represalias por haber apoyado el golpe absolutista de Fernando VII.
Abrazo de Acatempan
El 16 de noviembre de 1820, Agustín de Iturbide salió de la Ciudad de México para comenzar la campaña contra los insurgentes del sur, Pedro Ascencio tenía sus campamentos en Tlatlaya y la Goleta, mientras que las fuerzas de Vicente Guerrero se encontraban diseminadas en Ajuchitlán y las montañas de la Coronilla.
Las fuerzas realistas se encontraban al norte en Zacualpan, Cuernavaca y Cuautla; al poniente, bajo el mando del coronel Juan Rafols, en Tejupilco, Sultepec y Temascaltepec; al oriente, bajo el mando del teniente coronel Miota, en Ometepec, Tlapa y la Mixteca Alta; el curso del río Mezcala estaba vigilado por el teniente coronel Juan Isidro Marrón; el resto de las tropas que había comandado Gabriel de Armijo, se encontraban bajo el mando de José Antonio de Echávarri en Acapulco, Tixtla, Chilapa y Teloloapan.
El 28 de diciembre Pedro Ascencio, con un grupo de ochocientos hombres, sorprendió la retaguardia del contingente de Iturbide en las inmediaciones de Tlatlaya. En consecuencia murieron ciento ocho soldados realistas y entre ellos, el capitán José María González. Quintanilla, Iturbide y el resto del ejército realista se replegaron a Teloloapan.
Guerrero que ya había rechazado una oferta de indulto con anterioridad, tomó con cautela la propuesta de Iturbide y le respondió en una carta fechada el 20 de enero, que había percibido ciertas ideas de liberalismo. Explicó bajo su punto de vista, cómo los americanos se habían levantado en armas durante la cautividad de Fernando VII en contra de los peninsulares para no subyugarse al designio de las Juntas españolas. Expresó la inconformidad por las negativas que el virrey Juan Ruiz de Apodaca había dado a las propuestas de los jefes insurgentes, así como la decepción que sintieron cuando se enteraron del trato inequitativo y de falta de representación en las Cortes de Cádiz, así como de las negativas que se habían dado a las peticiones de los diputados americanos. Guerrero dejó en claro que no albergaba esperanzas con el nuevo viaje de los diputados americanos, le mencionó a Iturbide que si éste luchaba por los intereses de la nación militaría bajo sus órdenes, pero puntualizó que no aceptaba el indulto, el cual consideraba degradante, y que no pensaba abrazar el partido del rey.
Plan de Iguala
Una vez que Iturbide logró establecer la paz con los insurgentes, comenzó su campaña epistolar. Envió una carta a Juan José Espinosa de los Monteros con el borrador del plan. Con la finalidad de ganar más adeptos, mandó emisarios para explicar sus intenciones a los comandantes realistas Pedro Celestino Negrete, Anastasio Bustamante y Luis Cortazar. Se reunió personalmente en Sultepec con el teniente coronel Miguel Torres. El compadre de Iturbide, Juan Gómez Navarrete, informó a los diputados, que se encontraban en Veracruz a punto de zarpar hacia España, el plan que se iba a proclamar. La mayor parte de ellos recibió con desconfianza la noticia. El 24 de febrero de 1821, Iturbide proclamó el Plan de Iguala el cual se fundamentó en tres garantías: religión católica como única aceptada, unión de todos los habitantes, e independencia de la Nueva España.
El Plan de Iguala fue enviado al jefe político superior Apodaca, al arzobispo Pedro de Fonte y a otros funcionarios de la Nueva España. En una carta particular, Iturbide le pidió a Apodaca presidir la Junta Gubernativa que se contemplaba en el plan, le dijo que no creía que Fernando VII hubiese jurado voluntariamente la Constitución de Cádiz y que si el monarca o su familia accedían a gobernar Nueva España, se podría redactar una constitución moderada la cual permitiría reintegrar las preeminencias de las que habían sido despojados los miembros de la Iglesia.


Campaña del Ejército Trigarante
El 16 de marzo, Iturbide envió dos cartas con copias del Plan de Iguala a España. La primera fue dirigida al rey Fernando VII a quien invitó para gobernar al reino de la América septentrional o Imperio Mexicano. La segunda fue dirigida a los diputados de las Cortes españolas a quienes pidió aceptar de forma pacífica la independencia de la Nueva España, advirtiéndoles que tenía un ejército disciplinado listo para defender esta causa.
Durante el mes de marzo y los primeros días de abril de 1821, las reacciones fueron diversas. Acogieron y proclamaron con entusiasmo el Plan de Iguala, el capitán Horbegoso en Veracruz; el subalterno Celso de Irue en la Perote José Joaquín de Herrera quien avanzó a Tepeyehualco y San Juan de los Llanos; Luis Cortázar en los Amoles quien se desplazó a Salvatierra, Pénjamo y Valle de Santiago; Anastasio Bustamante quien se dirigió a Guanajuato, lugar en donde ordenó descolgar de la Alhóndiga de Granaditas los cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez para darles sepultura. Después logró reunir un ejército de seis mil hombres en Salamanca, Irapuato, Silao, León y San Miguel el Grande; el sargento mayor Juan Domínguez en Apatzingán; el teniente coronel Miguel Barragán en Ario; así como Vicente Filisola y Juan José Codallos en Tusantla. El plan fue rechazado por Vicente Marmolejo en Cuernavaca, Tomás Cajigal en Taxco, Martín Almela en Tixtla, José María Armijo y José de Ubiella en Iguala, todos ellos que se encontraban bajo las órdenes de Iturbide, pero defeccionaron para unirse a las tropas realistas.
Las primeras acciones militares tuvieron lugar cuando el cura de Xalapa, José Martínez, obligó al coronel José Rincón a retroceder hacia Orizaba en busca de la ayuda de Antonio López de Santa Anna. El 25 de marzo, el ex insurgente Francisco de Miranda en combinación con José Joaquín de Herrera logró la capitulación de Santa Anna y Rincón, quienes a partir de ese momento juraron el Plan de Iguala. Herrera entró a la ciudad de Córdoba el 1 de abril forzando la capitulación del comandante realista Alcocer. El ex insurgente Nicolás Bravo comenzó su campaña en Chilpancingo, Tixtla, Chilapa de Álvarez e Izúcar.
El 1 de mayo, Iturbide se encontraba en León, desde ahí envió una misiva a José de la Cruz para negociar su adhesión al movimiento independentista. El 8 de mayo, en las cercanías de Yurécuaro se entrevistaron ambos personajes, convinieron un armisticio provisional e Iturbide pidió a De la Cruz convencer a Apodaca para aceptar el Plan de Iguala. Terminada la reunión el jefe máximo del Trigarante se dirigió a Huaniqueo y De la Cruz regresó a Guadalajara. Conforme a lo convenido envió a un mensajero a la capital, pero Apodaca rechazó enérgicamente la propuesta.


Deposición de Juan Ruiz de Apodaca
Las derrotas y capitulaciones que se suscitaron durante los primeros cinco meses de la campaña del Ejército Trigarante fueron una afrenta para los oficiales de los cuerpos expedicionarios españoles, quienes achacaron estas desgracias a la impericia e ineptitud del jefe político superior Juan Ruiz de Apodaca. Entre estos oficiales se encontraban el teniente coronel Francisco Buceli, los capitanes Lara, Carlos María Llorente, Carballo y Miguel Béistegui.
Esta sedición no fue bien recibida por los miembros de la Junta Provincial de México, no obstante, el nombramiento fue ratificado el 8 de julio de 1821.
El avance de los trigarantes continuó, desde finales de abril Nicolás Bravo realizó una campaña por Zacatlán, y Tulancingo, en donde sorprendió al coronel Manuel de la Concha. El jefe realista huyó a la capital y Bravo se apoderó del armamento que se encontraba almacenado en Pachuca.
El 14 de junio, este contingente trigarante, constituido por tres mil efectivos, salió de Tulancingo con dirección a Puebla. Durante su paso por Tlaxcala se le unieron los ex jefes realistas Zarzosa y Miota con una fuerza de caballería de trescientos cincuenta hombres. Casi al mismo tiempo, José Joaquín de Herrera llegó a Cholula, en donde se le unió el ex insurgente Manuel Mier y Terán para dirigir la artillería. La ciudad de Puebla estaba defendida por Ciriaco del Llano, quien tenía como segundo al coronel José Morán, desplazado en San Martín Texmelucan.
En la provincia de Oaxaca el presbítero y ex insurgente José María Sánchez tomó nuevamente las armas para adherirse al Plan de Iguala; poco después el teniente coronel Pedro Miguel Monzón se trasladó al lugar para ayudar a los independentistas. De esta forma, para el 9 de junio el plan había sido proclamado en Tehuacán y Teotitlán. Diez días más tarde, el capitán realista Antonio de León decidió unirse a los trigarantes, logrando tomar para la causa las plazas de Tezontlán y Huajuapan. El 5 de julio, León inició el ataque del Fuerte de San Fernando en Yanhuitlán, el cual era defendido por el teniente coronel Antonio Aldao
Tratados de Córdoba
Desde que se reunieron las Cortes en Madrid en 1820, los diputados del Nuevo Mundo intentaron captar la atención para resolver la "cuestión americana", cuyas propuestas demandaban mayor representación, abolición de monopolios y libre comercio. La delegación americana era minoría pues solo estaba conformada por setenta y ocho diputados y, por tanto, la atención de las Cortes se centró en resolver los problemas internos de la Península ibérica.
Antes de partir hacia América, O'Donojú, Ramos Arizpe y Michelena se reunieron para hablar de los planes de crear regencias, establecer las diputaciones en todas las intendencias, y reforzar el orden constitucional, logrando un perfecto entendimiento pues los tres eran liberales y compañeros masones.
En la Ciudad de México se concentraron la mayor parte de las tropas realistas; con el regreso de las divisiones de Gabriel Armijo, Cristóbal Húber, Melchor Álvarez y Manuel de la Concha, el cuerpo de efectivos era de cinco mil hombres Con un panorama de acción de guerra inminente, parte de la población civil prefirió emigrar a las pequeñas poblaciones aledañas. Los conventos se llenaron de mujeres y muchos miembros del ejército realista huyeron por las noches para incorporarse a los independentistas. Novella distribuyó sus tropas en Tepeyac, Tacuba, Tacubaya, Mixcoac, Coyoacán y el Peñón, en contraparte Luis Quintanar, Anastasio Bustamante y otros jefes trigarantes rodearon a a la ciudad tomando posiciones en Chalco, Ixtapaluca, Tepotzotlán, Huehuetoca y Cuautitlán. A pesar de que el armisticio se encontraba plenamente vigente, el 19 de agosto, la proximidad de las tropas realistas e insurgentes suscitó un tiroteo innecesario que produjo la Batalla de Azcapotzalco, la cual se prolongó hasta el anochecer.
En la costa del Golfo de México, Santa Anna ordenó al capitán Juan Nepomuceno Fernández, al mando de cuatrocientos hombres, ocupar las poblaciones de Acayucan y Coatzacoalcos. Para el 31 de agosto el avance se logró extender con éxito hasta Villahermosa de San Juan Bautista, Huimanguillo, San Antonio y Cunduacán. Al mismo tiempo el realista Carlos María Llorente proclamó el Plan de Iguala en Laguna de Tuxpan.
Junta en Tacubaya
El 30 de agosto, Francisco Novella recibió en la capital a los comisionados de O'Donojú, los cuales portaban una copia de los Tratados de Córdoba. El mismo día se convocó una junta general de guerra a la que asistieron, además de los altos mandos militares, el arzobispo Pedro de Fonte; por la diputación provincial el doctor José Miguel Guridi y Alcocer y Juan Bautista Lobo; por el Ayuntamiento de México Juan José Acha y Francisco Manuel Sánchez de Tagle; por el cabildo eclesiástico los canónigos Bucheli y Matías de Monteagudo; por la Audiencia de México los oidores Osés y José Yáñez; por el Consulado de México el conde de Cortina; por Minería Fausto Elhuyar y José Alegría, así como otras personas de menos importancia. En primera instancia se argumentó que O'Donojú no tenía facultades para firmar los tratados, y que se le debía requerir para que explicara personalmente su postura. Para ello se comisionaron al doctor Alcocer y al coronel Castillo y Luna y al mismo tiempo se solicitó prorrogar el armisticio.
De vuelta en la capital, el 15 de septiembre, Novella hizo público el reconocimiento de O'Donojú como nuevo jefe político superior. Se giraron órdenes para liberar de prisión a los simpatizantes de la independencia, se restableció la libertad de prensa y se permitió el libre tránsito de acceso a la ciudad. El día 16 de septiembre de 1821 desde Tacubaya, O´Donojú anunció la terminación de la guerra. Iturbide publicó una proclama invitando a la población a reunirse bajo las banderas de la libertad para que así participasen de los beneficio de la victoria.
Durante la primera quincena de septiembre, la provincia de Chiapas, que pertenecía a la Capitanía General de Guatemala, declaró así mismo su independencia. El intendente Juan Nepomuceno Batres juró el Plan de Iguala y sus habitantes manifestaron su interés por incorporarse al Imperio mexicano.
Entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, firma del acta de independencia
Tacubaya fue la residencia temporal de Iturbide y O'Donojú. Fueron visitados por los miembros de la diputación provincial, del Ayuntamiento, del cabildo eclesiástico, del Consulado, así como por el gobernador de la mitra de Michoacán, Manuel de la Bárcena, el oidor José Isidro Yáñez, y el obispo de Puebla Antonio Joaquín Pérez, quienes aspiraban a formar parte del nuevo gobierno. De esta forma se escogieron a los treinta y ocho miembros de la Junta Provisional Gubernativa, pero no fue llamado ninguno de los ex insurgentes para tomar parte. Los días 22 y 25 de septiembre se efectuaron dos sesiones preparatorias.
El 27 de septiembre de 1821, la división de Filisola salió de Chapultepec para reunirse con el grueso de las tropas del Ejército Trigarante en Tacuba. A las diez de la mañana, el jefe máximo encabezó el desfile de entrada a la capital, avanzando por el Paseo Nuevo hasta la avenida Corpus Christi, en donde se detuvo en la esquina del convento de San Francisco bajo un arco triunfal.
El 9 de octubre, Antonio López de Santa Anna llevó a cabo las acciones militares que lograron la capitulación de la Fortaleza de San Carlos de Perote. El 15 de octubre, Isidoro Montes de Oca designó al coronel Juan Álvarez para lograr la misma tarea en el Fuerte de San Diego de Acapulco. El 26 de octubre, el gobernante interino de Veracruz Manuel Rincón se adhirió al plan de independencia, sustituyó al brigadier José García Dávila, quien prefirió resguardarse en la fortaleza de San Juan de Ulúa, siendo éste el último reducto español que capituló hasta el 18 de noviembre de 1825.
Reacciones de España
En las Cortes de Madrid se determinó que los diputados suplentes de América ya no podrían participar en las nuevas sesiones, pues estos habían sido elegidos solamente para un período. Por tanto, los legisladores como Miguel Ramos Arizpe y Mariano Michelena fueron excluidos. Las noticias de la independencia de Nueva España y Guatemala lograron encender la pasión de los diputados peninsulares, quienes rechazaron la firma de los Tratados de Córdoba. Los diputados novohispanos Lucas Alamán, Juan Gómez de Navarrete y Miguel Puchet expusieron elocuentemente que si las Cortes no reconocían las exigencias del Nuevo Mundo como legítimas, España perdería sus reinos americanos. Pero los diputados europeos se negaron a dar concesiones a los americanos, estos últimos perdieron paulatinamente la esperanza de ver consensuadas sus peticiones.
El 13 de febrero de 1822, una vez más las Cortes decidieron por amplia mayoría posponer la "cuestión americana" hasta las siguientes sesiones regulares. Ningún diputado del Nuevo Mundo se opuso, puesto que ninguno de ellos permaneció en el Parlamento español. Habían emprendido el viaje de regreso a sus tierras, convencidos que sólo la independencia podría darles el gobierno que deseaban. El 30 de junio de 1822, Fernando VII volvió a intentar infructuosamente recuperar el poder absoluto con la ayuda de su Cuerpo de Guardias Reales. En abril de 1823, el monarca logró su objetivo con la ayuda de la Santa Alianza, permitiendo el paso al ejército francés para pisar nuevamente el territorio español, y así conseguir restaurar el absolutismo. Rafael de Riego fue ahorcado en noviembre de 1823 en la Plaza de la Cebada en Madrid. En la Península ibérica, se dio inicio al período conocido como Década Ominosa.
México surge a la vida independiente
Desde el nombramiento de los integrantes de la Junta Provisional Gubernativa fue sintomático que no se encontrase ninguno de los antiguos líderes insurgentes. Se convocó a la elección de diputados para el Congreso Constituyente. Ésta fue por estamentos, lo que impidió una representación equitativa de las provincias. No obstante, se logró formar un grupo heterogéneo. Durante la primera asamblea se disputó la titularidad de la soberanía, la cual asumió el Congreso, provocándose así un claro distanciamiento con la Regencia, de la cual Iturbide era el titular.
En el seno del Congreso, sin existir propiamente partidos políticos, se formaron básicamente dos grupos mayoritarios: los republicanos y los iturbidistas, así como un grupo minoritario que anhelaba un régimen gobernado por los borbonistas. El 18 de mayo, los iturbidistas —conformados por el alto clero y miembros del Ejército Imperial— pidieron y obtuvieron la corona para Agustín I, quien fue coronado el 21 de julio de 1822.
El 31 de enero de 1824 se aprobó el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana y el 4 de octubre la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, en cuya redacción participaron Miguel Ramos Arizpe, Servando Teresa de Mier, José Miguel Guridi y Alcocer, Carlos María de Bustamante, Valentín Gómez Farías, Lorenzo de Zavala y Manuel Crescencio Rejón, entre muchos otros. Ese mismo año, la República mexicana se integró por diecinueve estados (Yucatán argumentaría más tarde su incorporación como república federada), cinco territorios y un distrito federal.





Porfiriato



El porfiriato o porfirismo es el periodo histórico durante el cual el ejercicio del poder en México estuvo bajo control de Porfirio Díaz.
Antecedentes históricos
Al reelegirse el presidente Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz decidió rebelarse militarmente contra aquél. Formado en la guerra de Reforma y durante la intervención francesa, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. El triunfo del Plan de Tuxtepec, lo llevó a la presidencia de México para gobernar desde 1876 hasta 1911, con un breve intermedio generado por el gobierno de su amigo Manuel González.
En los 31 años de Porfiriato se construyeron en México más de 19,000 kilómetros de vías férreas gracias a la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero en minería, agricultura, petróleo, entre otros rubros y se impulsó la industria nacional.
Con la entrada de José Ives Limantour en Hacienda en 1893 surgió un auge de las compañías enajenadoras de terrenos comunes baldíos, se modificó la Constitución de 1857 para permitir la reelecciones y se aprobó la ley que otorgaba la gran explotación minera a los capitales de Estados Unidos y Gran Bretaña. Limantour, tras la crisis de 1892, abrió el país a la inversión extranjera y promovió la creación de nuevas industrias. La corrupción, el fraude electoral y la represión fueron las propuestas de la administración Díaz a las tensiones sociales, nacidas del contraste entre una oligarquía poderosa, controladora de los resortes económicos y políticos y una población de casi 13 millones de personas ligadas mayoritariamente a la tierra. La crisis de 1907 y las luchas de sucesión en el seno del gobierno favorecieron el inicio de la revolución mexicana, dirigida por Madero. En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles; hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique C. Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior, pasando por la formación de maestros.
Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, realmente nunca quiso dejar el poder y en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección, la cual fue rechazada por el público obrero. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año, y terminó con la entrada triunfal a la ciudad, derrotando al dictador.
Chihuahua fue el principal escenario de las derrotas porfiristas ya que Pancho Villa y Pascual Orozco conquistaron Ciudad Guerrero, Mal Paso, venció en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua y la toma de Ciudad Juárez, por el Sur, Emiliano Zapata al frente de sus tropas campesinas, amagaban la capital y derrotaron en Cuautla el 5to. Regimiento de Oro (el mejor batallón del ejército federal) aunque irrelevantes en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los revolucionarios hacia la victoria contra la dictadura. Habiendo tenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones, Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911.



Actividad marítima y portuaria
Durante esta época la marina mercante nacional recibió un impulso inusitado. Se legisló mediante códigos de fechas 1884 y 1889, se reconoció que la marina se encontraba en un estado deplorable.
El jefe del Departamento de Marina, de la Secretaría de Guerra y Marina, opina que la Marina Mercante Nacional es una idea tan noble como levantada y por lo mismo, había que fomentar la construcción de astilleros y de barcos para ella.
En 1897 fue inaugurada la Escuela Naval Militar en la que se preparaban oficiales para la marina de guerra. También se crearon las compañías Transatlántica Mexicana, la Mexicana de Navegación y la Naviera del Pacífico, que perduraron por varias décadas.
Obras de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas
El 13 de mayo de 1891 se promulgó una Ley expedida por el Congreso, virtud a la cual se establecía la distribución de los quehaceres públicos del Poder Ejecutivo en siete Secretarías de Estado, entre las que figuraba por primera vez la de Comunicaciones y Obras Públicas, lo que viene a significar un cambio en la política de construcción de caminos, considerándose que las carreteras y su desarrollo eran indispensables para impulsar la economía del país.

 A fin de organizar las instancias administrativas dispersas que atendían los servicios de comunicación nacional, quedaron incorporados a este nuevo Ministerio 12 sectores: Correos Internos, Vías Marítimas de Comunicación o Vapores, Faros, Unión Postal Universal, Telégrafos y Teléfonos, Ferrocarriles, Monumentos, Carreteras, Calzadas y Puentes, Lagos y Canales, Consejería y Obras con el Palacio Nacional y Chapultepec, y Desagüe del Valle de México.
Cultura y sociedad

Ignacio Manuel Altamirano fue un escritor y literato guerrerense que nació en 1834, con ascendencia zapoteca. Estudió en Cuernavaca, y más tarde se convirtió en profesor de latín. Durante la Guerra de Reforma combatió del lado liberal. Su obra más conocida fue Clemencia. Tras varios años de trabajo literario fue nombrado embajador en Italia. Murió en San Remo el 13 de febrero de 1893.
La literatura fue el campo cultural que más avances tuvo en el Porfiriato. En 1849, Francisco Zarco fundó el Liceo Miguel Hidalgo, que formó a poetas y escritores durante el resto del siglo XIX en México. Los egresados de esta institución se vieron influenciados por el Romanticismo. Al restaurarse la república, en 1867 el escritor Ignacio Manuel Altamirano fundó las llamadas "Veladas Literarias", grupos de escritores mexicanos con la misma visión literaria. Entre este grupo se contaban Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Ramírez, Vicente Riva Palacio,


El valle de México, pintado en 1885 por Velasco. El paisajismo mexicano tuvo gran auge durante la época en que Porfirio Díaz gobernó al país. En general, la cultura mexicana se vio afectada por los cambios económicos y políticos, y se desarrolló un arte en dos etapas. La primera, que comprende de 1876 a 1888 representó el auge del nacionalismo. La segunda y última fase del arte porfiriano empezó en 1888 y finalizó con el gobierno de Díaz, en 1911 y se caracterizó por una preferencia cultural hacia Francia y su cultura.
En 1891 fue promulgada la Ley Reglamentaria de Educación, que estableció la educación como laica, gratuita y obligatoria. Asimismo fueron instituidos los llamados Comités de Vigilancia. Para que los padres y tutores cumplieran con la obligación constitucional de mandar a sus hijos o pupilos a la escuela. Baranda fundó más de doscientas escuelas para maestros, que una vez egresados se dirigieron a enseñar a las ciudades del país. Sin embargo, en las zonas rurales la falta de desarrollo social provocó un rezago educativo.

La política exterior
A la par de la búsqueda por la estabilidad política mediante la reorganización y control del ejército y la pacificación del país, el Presidente Díaz encaminó sus esfuerzos a obtener el reconocimiento internacional. De las naciones europeas que había firmado la convención de Londres – por la cual se originó la guerra de intervención- y con la que México había roto relaciones diplomáticas-, Gran Bretaña fue la última en reconocer al gobierno de Díaz (1884). España lo otorgó el mismo año en que el general oaxaqueño asumió la presidencia, 1877, y Francia lo hizo en 1880.
Además fue una política exterior mucho más sofisticada que la de antaño.
Se reconocía que Estados Unidos no era una sola entidad monolítica, sino que estaba compuesto de diversos grupos con distintos intereses, así que de lo que se trataba era de atraer a los intereses adecuados para neutralizar a los otros.
A pesar de toda la relación con Estados Unidos marchó como en ningún otro momento del siglo XIX: en un ambiente de amistad, paz y apoyo. Con las fronteras abiertas a las inversiones extranjeras y la estabilidad política garantizada por don Porfirio, el gobierno estadounidense respiró tranquilo en Washington durante más de tres decenios. Tan estable se presentaba la administración de Díaz, que los políticos de Estados Unidos se convirtieron en accionistas de las principales compañías petroleras y ferrocarrileras. Es de Díaz, la frase "Tan Lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos".

Consecuencias Sociales
Las represiones que Díaz ejercía sobre las personas que exigían una mejor calidad de vida fueron justificadas con una doctrina filosófica: el Positivismo, la cual proponía "Orden y progreso". Así, el "Orden" lo mantenía con represiones a los manifestantes, y con ese factor, tener el "progreso", que era el crecimiento económico que en esa época se logró.
El clero
El clero recobró gran parte del poder perdido con las Leyes de Reforma y la Guerra de los Tres Años. Bajo el régimen de Porfirio Díaz pudo seguir obteniendo diezmos con toda regularidad, afectando así a los sectores desposeídos tanto en el campo como en las ciudades. En el campo también afectaba a los pequeños propietarios, ya que el clero concentraba altas cantidades de semillas, producto del diezmo de los indios y de los pequeños propietarios, ya concentrada la producción la vendía a precios más bajos. Logrando obtener jugosas ganancias dado que no le costaba nada esa producción, así, los compradores preferían los precios del clero y no el de los productores.

REVOLUCION MEXICANA

Revolución mexicana fue un conflicto armado, iniciado el 20 de noviembre de 1910 con un levantamiento encabezado por Francisco I. Madero contra el presidente Porfirio Díaz. Se caracterizó por varios movimientos socialistas, liberales, anarquistas, populistas y agrarios. Aunque en principio era una lucha contra el orden establecido, con el tiempo se transformó en una guerra civil; suele ser considerada como el acontecimiento político y social más importante del siglo XX en México. La Constitución de 1917 emanada del movimiento fue una de las más adelantadas del mundo que reconoció los derechos laborales colectivos y las garantías sociales.

Generalmente los historiadores dividen el conflicto en cuatro etapas:
Primera etapa (1910-1911) también conocida como revolución maderista en la que se derrocó a Porfirio Díaz.
Segunda etapa (1911-1913) Madero sube al poder y ordena el desarme de las diversas facciones, el principal opositor a madero fue Emiliano Zapata que consideraba al presidente como un traidor que no estaba comprometido con la reforma agraria. El ejército federal llevo a cabo brutales represalias contra la rebelión campesina. La rebelión de pascual Orozco es aplastada y huye del país.
Tercera etapa (1913-1914) Una facción del ejército se levanta en armas contra Madero en el proceso conocido como decena trágica, Victoriano Huerta sube al poder. Se llevaron a cabo arrestos masivos de diputados considerados enemigos del gobierno y el congreso es disuelto. Las diversas facciones presentan de nuevo un frente unido para combatir la dictadura militar.
Cuarta etapa (1914-1917) Tras la huida del país de Victoriano Huerta inicia la guerra entre convencionistas y constitucionalistas que culmina con la victoria de estos últimos.
Los antecedentes del conflicto se refieren a la situación de México bajo el Porfiriato. Desde 1876 el general oaxaqueño Porfirio Díaz encabezó el ejercicio del poder en el país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 30 años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la oposición política al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.
Cuando Díaz aseguró en una entrevista que se retiraría al finalizar su mandato sin buscar la reelección, la situación política comenzó a agitarse. La oposición al gobierno cobró relevancia ante la postura manifestada por Díaz. En ese contexto, Francisco I. Madero realizó diversas giras en el país con miras a formar un partido político que eligiera a sus candidatos en una asamblea nacional y compitiera en las elecciones. Díaz lanzó una nueva candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis Potosí por sedición. Durante su estancia en la cárcel se llevaron a cabo las elecciones que dieron el triunfo a Díaz.
Madero logró escapar de la prisión estatal y huyó a los Estados Unidos. Desde San Antonio proclamó el Plan de San Luis, que llamaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz el 20 de noviembre de 1910. El conflicto armado tuvo lugar en primera instancia al norte del país y posteriormente se expandió a otras partes del territorio nacional. Una vez que los sublevados ocuparon Ciudad Juárez (Chihuahua), Porfirio Díaz presentó su renuncia y se exilió en Francia.
En 1911 se realizaron nuevas elecciones donde resultó electo Madero. Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias con otros líderes revolucionarios, que provocaron el levantamiento de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno maderista. En 1913 un movimiento contrarrevolucionario, encabezado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido como Decena Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia, lo que ocasionó la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano Carranza y Francisco Villa. Tras poco más de un año de lucha, y después de la ocupación estadounidense de Veracruz, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país.
A partir de ese suceso se profundizaron las diferencias entre las facciones que habían luchado contra Huerta, lo que desencadenó nuevos conflictos. Carranza, jefe de la Revolución de acuerdo con el Plan de Guadalupe, convocó a todas las fuerzas a la Convención de Aguascalientes para nombrar un líder único. En esa reunión Eulalio Gutiérrez fue designado presidente del país, pero las hostilidades reiniciaron cuando Carranza desconoció el acuerdo. Después de derrotar a la Convención, los constitucionalistas pudieron iniciar trabajos para la redacción de una nueva constitución y llevar a Carranza a la presidencia en 1917. La lucha entre facciones estaba lejos de concluir. En el reacomodo de las fuerzas fueron asesinados los principales jefes revolucionarios: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923, y Obregón en 1928.
Actualmente no existe un consenso sobre cuándo terminó el proceso revolucionario. Algunas fuentes lo sitúan en el año de 1917, con la proclamación de la Constitución Mexicana, algunas otras en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta o 1924 con la de Plutarco Elías Calles. Incluso hay algunas que aseguran que el proceso se extendió hasta los años 1940.
Antecedentes económicos y sociales
Véase también: Pánico financiero de 1907.
Durante la Colonia muchos pueblos pudieron conservar algunas propiedades comunales, llamadas de forma genérica «ejidos». La Ley Lerdo de 1856 declaró baldías las propiedades corporativas, particularmente las de la Iglesia y las comunidades indígenas. Entre 1889 y 1890 el gobierno de Díaz dispuso que las tierras comunales se hicieran parcelables. Los nuevos propietarios, no acostumbrados a la propiedad privada, fueron estafados por particulares o funcionarios. Como resultado mucha de la población indígena se vio sin posesión de tierras y tuvo que emplearse en las haciendas cercanas. Otra serie de leyes de deslinde de los años 1863, 1883 y 1894, en las que una parcela sin su respectivo título podía considerarse como terreno baldío, propició que aquellos que tuvieran los recursos necesarios se hicieran con grandes porciones de tierra. Para 1910 menos del 1% de las familias en México poseían o controlaban cerca del 85% de las tierras cultivables. Los pueblos, donde se albergaba el 51% de la población rural, contaban con tan sólo pequeñas porciones de tierra y la mayor parte de ella dependían de las haciendas vecinas. Además, las leyes y la situación nacional favorecía a los hacendados, pues eran los únicos con acceso a créditos y a proyectos de irrigación por ejemplo. Por su parte, los pequeños pueblos y agricultores independientes se veían obligados a pagar altísimos impuestos. Esta situación afectó grandemente a la economía agrícola, pues las haciendas tenían grandes porciones sin cultivar y eran menos productivas que las propiedades menores.
Otra de las repercusiones del deslinde de tierras y el fraccionamiento de las tierras comunales indígenas fue que algunos de ellos se rebelaron contra el gobierno. Los conflictos, que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron protagonizados por mayas, tzotziles, coras, huicholes y rarámuris, entre otros. Los conflictos más duraderos fueron los ocurridos en Yucatán, Quintana Roo y Sonora. Ante dichos grupos se tomó un política de deportación, Yucatán y Quintana Roo fueron los principales destinos. En el norte el gobierno de Díaz tomó contra los yaquis una política de violenta represión y deportación hacia el sur del país. El momento cumbre contra este grupo tuvo lugar en 1908, momento para el cual entre un cuarto y la mitad de su población había sido enviada a las plantaciones de henequén en Yucatán. A la postre, estos grupos étnicos habrían de colaborar con las fuerzas revolucionarias.

ANTECEDENTES SOCIALES
Durante el gobierno de Díaz Morí existían numerosos latifundios, y el 80% de la población mexicana dependía del salario rural. Además, las tiendas de raya consistían en una práctica común en estos lugares, en los que se otorgaban los salarios de los trabajadores en mercancía. Mediante este sistema se lograba que los trabajadores alcanzaran tal cantidad de crédito, que quedaban endeudados de por vida. Este sistema, junto con prácticas que eran cotidianas como la contratación por engaño o la adjudicación de una deuda inexistente, es conocido como «enganche», sistema que involucraba elementos coercitivos, extraeconómicos y extralegales. La penosa situación de muchos campesinos y grupos indígenas en vísperas de la revolución fue ampliamente denunciado en el libro México bárbaro de J. K. Turner.
Las leyes de la nación raras veces se aplicaban dentro de las haciendas, donde los trabajadores eran vistos como esclavos u objetos de propiedad, existiendo prácticamente una especie de feudalismo. En el campo además actuaba el llamado Cuerpo de Rurales, el cual era un grupo policíaco encargado de «resguardar la paz», generalmente a través de métodos brutales. Otra práctica de este grupo era la leva, o reclutamiento obligatorio.
En las ciudades, a partir de 1906 comenzaron a surgir numerosos movimientos obreros —son representativas en este rubro las huelgas de Cananea y Río Blanco—, que habrían de ser reprimidos por el gobierno mediante el uso de la fuerza militar.

ANTECEDENTES POLÍTICOS

El coahuilense Francisco I. Madero fue cabeza del Partido Nacional Anti reeleccionista y autor del Plan de San Luis, que convocaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz.
El sistema político del gobierno de Díaz sufrió una severa crisis debido al envejecimiento del presidente y su camarilla, conocidos comúnmente como «los Científicos», lo que lo volvió un sistema excluyente al que no tenían acceso las nuevas generaciones. Por otro lado, el sistema político de Díaz se había basado en el equilibrio de poderes entre su grupo cercano y los seguidores de Bernardo Reyes, conocidos como «reyistas», pero debido a la avanzada edad del presidente, la cuestión de la sucesión presidencial cobró más importancia. Así, los científicos redujeron el poder político de los reyistas, quienes pasaron entonces a ser miembros de oposición. Esta decisión además ocasionó concentración de poder político y económico en varias regiones, tales como Chihuahua, Morelos y Yucatán, lo que ocasionó descontento. He esperado con paciencia el día en que el pueblo mexicano estuviera preparado para seleccionar y cambiar su gobierno en cada elección sin el peligro de revoluciones armadas y sin estorbar el progreso del país. Creo que ese día ha llegado.
A partir de ese momento comenzaron a formarse diversos clubes anti reeleccionistas en todo el país. En el estado de Coahuila surgió además el libro La sucesión presidencial en 1910, donde su autor, un hacendado de nombre Francisco I. Madero, hace un análisis de la situación política mexicana y además hace una crítica el gobierno de Díaz, aunque de manera moderada y positiva.
A raíz de la entrevista de Creelman al presidente Díaz, y de la aparición del libro de Madero, surgieron varios partidos políticos, algunos a favor del actual gobierno y otros completamente en contra. Entre ellos se encontraban el Partido Democrático (en el que habían participado entre otros Benito Juárez Maza y Manuel Calero) y los Reyistas (partidarios del General Bernardo Reyes), quienes fundaron el Club de Soberanía Popular, aunque posteriormente el general fue eliminado de la planilla debido a que fue comisionado a Europa en septiembre de 1909. A final de cuentas, Díaz decidió postularse nuevamente para presidente, junto a Ramón Corral para vicepresidente. Asimismo, en 1909 fue reorganizado el Club Reeleccionista por parte de los miembros de la aristocracia con la finalidad de promover su campaña. Como contrapropuesta surgió el Centro Anti releccionista, con Francisco I. Madero como figura central.

PLAN DE SAN LUIS
El 6 de octubre Madero escapó de San Luis Potosí con destino a San Antonio, Texas, donde se reunió con sus familiares y partidarios. Allí redactó junto con un pequeño grupo —entre los que destacaban Juan Sánchez Azcona (ex-reyista) y Roque Estrada—un documento conocido como Plan de San Luis, aunque en realidad el texto apareció fechado el 5 de octubre en San Luis Potosí. El plan convocaba a la lucha armada; declaraba nulas las elecciones para presidente, vicepresidente, magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y diputados y senadores; se reconocía como presidente provisional y «Jefe de la Revolución» a Madero; y se insistía en reivindicaciones de carácter social para indígenas y obreros. Asimismo, señaló el 20 de noviembre como la fecha en que todos los mexicanos debían levantarse en armas contra el gobierno. Junto con este documento, Madero escribió un manifiesto dirigido al Ejército Federal, en el que se le exhortaba a unirse al movimiento revolucionario. «Conciudadanos:- No vaciléis pues un momento: tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombre libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria».- SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN.

REVOLUCIÓN MADERISTA

El 14 de noviembre, Toribio Ortega, acompañado de cerca de setenta hombres, se adelantó en la lucha armada debido a que había sido descubierto y se había ordenado su aprehensión, por lo que se rebeló contra el gobierno federal en la localidad de Cuchillo Parado, en el estado de Chihuahua, uniéndose posteriormente a otro grupo rebelde maderista. El 20 de noviembre, fecha señalada para comenzar la Revolución Mexicana, tuvieron lugar 13 levantamientos: el primer levantamiento fue en el municipio de Gómez palacio, Durango siendo esta la cuna de la revolución, el domingo 20 de noviembre de 1910 un grupo de rebeldes asaltaron el banco de la ciudad y liberaron a los presos de la cárcel municipal invitándolos a formar parte de su causa, ocho en Chihuahua, una en San Luis Potosí y tres en Veracruz, todos principalmente en zonas rurales. Dentro de dichos movimientos destacaron los de Pascual Orozco y Francisco Villa en Chihuahua; José María Maytorena y Eulalio y Luis Gutiérrez en Coahuila; Jesús Agustín Castro en Gómez Palacio, Durango; Cesáreo Castro en Cuatro Ciénegas, Coahuila; José de la Luz Blanco en Cuchillo Parado, Chihuahua; los hermanos Figueroa en Guerrero; y Emiliano Zapata en Morelos. El primer encuentro entre revolucionarios y tropas federales tuvo lugar el 21 de noviembre en Ciudad Guerrero, Chihuahua, donde las huestes de Pascual Orozco, seguidor de Abraham González, se enfrentaron contra el tercer regimiento caballería, al mando del capitán Salvador Ormachea. Orozco finalmente se apoderó de la ciudad el 30 de noviembre y partió hacia Pedernales, donde derrotó a las tropas federales. Para finales de ese mes, la lucha se había extendido a siete estados de la república.
El 15 de diciembre de 1910, Francisco Villa fue desalojado de San Andrés por tropas federales al mando del teniente coronel Agustín Martínez. Posteriormente enfrentó al general Navarro y decidió retirarse a Parral.
TOMA DE CIUDAD JUÁREZ
Ciudad Juárez era defendida por el general Juan Navarro y el coronel de infantería Manuel Tamborrell, quienes estaban a cargo de las tropas y de la guarnición respectivamente. Los revolucionarios, liderados por Orozco y Villa, desobedeciendo las órdenes de Madero, atacaron la guarnición de Ciudad Juárez los días 8 y 9 de mayo y logrando penetrar sus trincheras. Infructuosamente, Madero intentó detener la embestida, pero más rebeldes se unieron paulatinamente a la transgresión, por lo que finalmente decidió dar la orden al resto de sus hombres de proseguir el asalto.
Las tropas revolucionarias finalmente tomaron la plaza el día 10, obligando al general Navarro a capitular. Entonces, Madero, de acuerdo al Plan de San Luis, fue nombrado presidente provisional y constituyó su Consejo de Estado, en el que incluía entre otros a Venustiano Carranza, su hermano Gustavo y José María Pino Suárez.
El 17 de mayo se firmó un armisticio de cinco días aplicable a toda la República mexicana. Al término de éste, se firmó un tratado de paz en dicha ciudad, lo que dio fin a la revolución maderista.
TRATADOS DE CIUDAD JUÁREZ
Copia de cantos populares de la época en favor del modernismo. Se muestra la letra de una canción relatando la Toma de Ciudad Juárez.
El día meses firmó en esa misma ciudad un documento conocido como Tratados de Ciudad Juárez, el cual establecía lo siguiente:
En Ciudad Juárez, a los 21 días del mes de mayo de 1911, reunidos en el edificio de la Aduana Fronteriza los señores: licenciado Francisco S. Carvajal, representante del gobierno del señor general don Porfirio Díaz; doctor Francisco Vázquez Gómez, Francisco Madero padre y licenciado José María Pino Suárez, como representantes los tres últimos de la Revolución, para tratar de hacer cesar las hostilidades en todo el territorio nacional, y considerando:
Que el señor general Porfirio Díaz ha manifestado su resolución de renunciar a la presidencia de la República antes de que termine el mes en curso.
[...]que el señor Ramón Corral renunciará igualmente a la vicepresidencia[...]
Que [...] el señor Francisco León de la Barra [...] se encargará interinamente del Poder Ejecutivo de la nación y convocará a elecciones [...]
Que el nuevo gobierno [...] acordará lo conducente a las indemnizaciones por los perjuicios causados directamente por la Revolución [...]
Único: Desde hoy cesarán en todo el territorio de la República las hostilidades que han existido entre las fuerzas del general Díaz y las de la Revolución, debiendo éstas estar licenciadas a medida [...] se vayan dando los pasos necesarios para restablecer y garantizar la paz y el orden público.
Tratados de Ciudad Juárez, 21 de mayo de 1911.
RENUNCIA DE DÍAZ
El día 25 de mayo, Porfirio Díaz se presentó en la Cámara de Diputados para entregar su renuncia ante el pleno, mediante un documento en el que declaraba:
A los CC. Secretarios del H. Cámara de Diputados.
Presente.
El Pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la
guerra de Intervención[...] se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo, es causa de su insurrección.
No conozco hecho alguno imputable a mí que motivara ese fenómeno social; pero permitiendo, sin conceder, que pueda ser culpable inconsciente, esa posibilidad hace de mi persona la menos apropósito para raciocinar y decir sobre mi propia culpabilidad. En tal concepto[...] (v)engo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional de la República[...]
Porfirio Díaz, el 25 de mayo de 1911.
El 31 de mayo, Díaz abordó en el puerto de Veracruz el barco de vapor Ipiranga con rumbo a Europa, donde permaneció en el exilio hasta el 2 de julio de 1915, fecha en que falleció.
Interinato de León de la Barra
Francisco León de la Barra asumió la presidencia interina tras la renuncia de Porfirio Díaz.
Las renuncias tanto del presidente como del vicepresidente dieron lugar a que el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, tomara posesión de la presidencia el mismo 25 de mayo de forma interina, manteniéndose en el poder alrededor de seis meses.
De la Barra formó un gabinete plural en el que se incluyeron porfiristas, maderistas e independientes, lo cual ocasionó una grave crisis política, acrecentada con la actitud que tomó Madero frente a los grupos revolucionarios, lo cual causó severas brechas. Durante el interinato, De la Barra y Madero protagonizaron un constante antagonismo.
CONFLICTO CON EL ZAPATISMO
Auspiciado en los Tratados de Ciudad Juárez, León de la Barra intentó acelerar el proceso de licenciamiento de las tropas revolucionarias. Se calcula que de los 60.000 rebeldes, sólo 16.000 se organizaron en nuevos cuerpos de Rurales, regresando la mayoría a la vida cotidiana. El mayor opositor del desarme y desmovilización de las tropas fue Emiliano Zapata, quien pedía que primero se cumpliera lo prometido por Madero en el Plan de San Luis en el rubro de restitución de tierras. Ante esta situación, Madero se encontró en medio de la postura del presidente interino, la cual era apoyada por los hacendados del estado de Morelos, y los reclamos de las tropas revolucionarias, que pedían que se cumpliera lo prometido. Intentando conciliar, Madero se reunió con Zapata en Cuautla el 18 de agosto de 1911, donde se comprometió a resolver el problema agrario a cambio de que las tropas zapatistas fueran licenciadas. Además, le pidió que confiara en las negociaciones con el gobierno. Al principio, De la Barra pareció estar de acuerdo con las peticiones de Zapata, pero en lugar de continuar las pláticas ordenó al general Victoriano Huerta, quien se encontraba en el mismo estado de Morelos, que reprimiera por la fuerza el movimiento zapatista. Madero tuvo que salir huyendo de vuelta a la Ciudad de México mientras que Zapata y algunos pocos de sus hombres se replegaron hacia las sierras de Puebla y Guerrero. Poco después, Zapata realizó un manifiesto dirigido al pueblo de Morelos, en el que acusó a los «traidores científicos» de querer retomar el poder mientras que, por otra parte, exculpó a Madero. Adicionalmente, proclamó la existencia del Ejército Libertador del Sur.
Presidencia de Madero (1911-1913)
Durante este periodo de transición, el 27 de noviembre de 1911 se modificó la Constitución Mexicana en sus artículos 78 y 109, prohibiendo así las reelecciones del presidente y vicepresidente, aunque éste último podía postularse en el período inmediato. Además, en diciembre de 1911 se formuló la ley electoral, misma que fue reformada en mayo de 1912. La instauración de dicha ley tenía como finalidad ampliar la libertad electoral, limitar la intervención estatal en las elecciones y expandir el universo de electores, buscando una mayor igualdad electoral. Durante el mandato de Madero se transformó casi en su totalidad la pirámide del poder: llegaron nuevos gobernadores, muy diferentes a los que habían participado en el gobierno de Díaz, además de que viejos jefes políticos se vieron desplazados por un nuevo aparato gubernativo dominado por las clases medias, aunque obreros y campesinos siguieron relegados de los procesos políticos.
MOVIMIENTO ZAPATISTA
Emiliano Zapata proclamó el Plan de Ayala, documento que desconocía el gobierno maderista.
Dos días después de la toma de posesión de Madero, el presidente envió un representante a Morelos pidiendo que Zapata licenciara sus tropas. Zapata puso como condiciones que el gobernador del Estado Ambrosio Figueroa fuera removido del cargo, el retiro de las tropas federales, indulto y salvoconducto para los integrantes de su ejército y el establecimiento de una ley agraria que mejorara la calidad de vida en el campo. Madero rechazó las condiciones y envió al ejército a Villa de Ayala, donde establecieron un cerco y abrieron fuego con la intención de terminar con el movimiento. Zapata y sus hombres lograron huir al estado de Puebla, y el 28 de noviembre dieron a conocer el Plan de Ayala, documento redactado por Otilio Montaño y firmado por elementos del Ejército Libertador del Sur.88 En dicho documento se acusó a Madero de haber impuesto al vicepresidente y los gobernadores de los estados en contra de la voluntad popular, se le acusaba de dictador y estar «en contubernio escandaloso con el partido científico, hacendados feudales y caciques opresores enemigos de la revolución». Además se reconocía como «Jefe de la Revolución» a Pascual Orozco y, en caso de que éste no aceptara, quedaría como jefe Emiliano Zapata.
Al enterarse del Plan de Ayala, el presidente Madero redobló los esfuerzos por terminar con el movimiento sin conseguirlo, lo que al mismo tiempo lo llevó a una mayor enemistad con los hacendados.
A lo largo de 1912 la lucha entre zapatistas y el gobierno fue de reducida intensidad, entre pocos y pequeños grupos rebeldes zapatistas y las tropas del general Felipe Ángeles, quien había recibido instrucciones de Madero de que la lucha no fuera excesivamente violenta.
INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR WILSON

El embajador estadounidense en México, Henry Lane Wilson, se involucró en la política nacional mexicana.
El embajador estadounidense en el país durante el gobierno de Madero fue Henry Lane Wilson, quien, enemistado con Madero, intervino en la política nacional para derrocarlo. Wilson tuvo varias fricciones con el gobierno mexicano porque éste no había favorecido los intereses comerciales de inversionistas estadounidenses, sino que, al contrario, proclamó una serie de medidas nacionalistas que los afectaban. Por ejemplo, una nueva legislación ferroviaria ocasionó que aquellos trabajadores estadounidenses que no supieran español fueran reemplazados por trabajadores mexicanos. Además, una nueva legislación respecto a la explotación petrolera en el país obligaba a los extranjeros a pagar impuestos.
Wilson se encargó entonces de acrecentar las fricciones entre ambos países enviando a su gobierno informes alarmistas sobre la situación del país, por lo que el gobierno de Estados Unidos exigió que se salvaguardara la integridad de sus ciudadanos radicados en México y que se garantizaran las inversiones realizadas.
LA DECENA TRÁGICA
Desde mediados de 1912 se había estado gestando una conspiración en la que participaron Rodolfo Reyes, hijo de Bernardo, y los generales Manuel Mondragón, representante de Félix Díaz, y Gregorio Ruiz.
El día 9 de febrero se inició el golpe de Estado que se consumó en diez días, por lo que es conocido tal acontecimiento como «Decena Trágica». Durante esa jornada se rebelaron los alumnos de la Escuela de Aspirantes de Tlalpan y una tropa del cuartel de Tacubaya. Marcharon en dos columnas: una hacia Tlatelolco y otra hacia Lecumberri, con la finalidad de liberar tanto al general Bernardo Reyes como a Félix Díaz.
Después de ser liberado, Reyes se dirigió hacia el Zócalo de la Ciudad de México, donde buscaba que la guarnición del Palacio Nacional lo secundara. Sin embargo, el general Lauro Villar, jefe de la plaza, ordenó el fuego, muriendo Reyes en el lugar. Félix Díaz, por su parte, se dirigió a la plaza de La Ciudadela, lugar donde estableció su cuartel. Mientras tanto, Madero salió de la entonces residencia oficial presidencial, el Castillo de Chapultepec, y se dirigió a Palacio Nacional, donde relevó al general Villar, que había resultado herido durante el combate con Reyes, y encargó a Victoriano Huerta que sofocara la rebelión mientras él salía a entrevistarse con Felipe Ángeles en Cuernavaca. Madero regresó confiado a la capital acompañado del general Ángeles y Rubio Navarrete, que se había trasladado desde Querétaro. Huerta se encargó de retrasar y entorpecer los ataques, por lo que Gustavo Madero lo mandó aprehender. El 17 de febrero, Huerta recusó los cargos de Gustavo, reafirmando su lealtad a Francisco I. Madero. Éste ordenó su liberación, recriminando a su hermano por impulsivo. Al día siguiente Huerta y Félix Díaz firmaron el llamado Pacto de la Ciudadela, conocido también como Pacto de la Embajada debido a que fue firmado en la embajada estadounidense en presencia de Henry Lane Wilson. El pacto establecía el compromiso de Huerta de apresar al presidente y disolver el Ejecutivo para tomar la presidencia de la República de forma provisional, a fin de que, llegadas las elecciones, Félix Díaz fuera nombrado presidente.
En la Ciudad de México, a las nueve y media de la noche del día dieciocho de febrero de mil novecientos trece, reunidos los señores generales Félix Díaz y Victoriano Huerta [...] expuso el señor general Huerta que, en virtud de ser insostenible la situación por parte del gobierno del señor Madero, ha hecho prisionero a dicho señor, a su gabinete y a algunas otras personas. Después de discusiones [...] se convino lo siguiente: Primero. Desde este momento se da por inexistente y desconocido el Poder ejecutivo que funcionaba. Segundo. A la mayor brevedad se procurará solucionar en los mejores términos legales posibles la situación existente, y los señores Díaz y Huerta pondrán todos sus empeños a efecto de que el segundo asuma antes de setenta y dos horas la presidencia provisional [...]
Victoriano Huerta, al llegar al poder, se volvió un dictador que anuló la democracia y la libertad por medio de la fuerza militar. Huerta recibió el apoyo de los grandes hacendados, altos mandos militares, del clero y de casi todos los gobernadores, a excepción de José María Maytorena, gobernador de Sonora, y de Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila. La gestión huertista se propuso entonces dos metas: lograr la pacificación del país y lograr el reconocimiento internacional de su gobierno, especialmente por parte de los Estados Unidos.
Intentó conseguir el apoyo de orozquistas y zapatistas, concediendo amnistías generales y enviando representantes. Pascual Orozco puso algunas condiciones que le fueron otorgadas, como el empleo de guardias rurales para sus soldados, pago de sueldos a costa del erario y pensiones a viudas y huérfanos, por lo que el 27 de febrero de 1913 Orozco hizo oficial su apoyo al gobierno. Zapata, por su parte, rechazó tajantemente cualquier oferta, por lo que el movimiento morelense continuó su lucha contra el gobierno de Huerta.

RELACIÓN CON LOS ESTADOS UNIDOS
Pocos días después de la decena trágica, Woodrow Wilson asumió la presidencia de los Estados Unidos. Wilson, que no simpatizaba con Huerta, envió a agentes para que le informaran la situación que prevalecía en el país. John Lind llegó a México para sustituir a Henry Lane Wilson y presentó a Huerta en agosto de 1913 cuatro propuestas del gobierno estadounidense:
Cese al fuego inmediato y armisticio definitivo.
Elecciones libres inmediatas con la participación de todas las facciones.
Que el general Huerta no participara en dichos comicios.
Acuerdo de todos los partidos de acatar el resultado y cooperar en el nuevo gobierno.
Las propuestas fueron rechazadas por medio del secretario de Relaciones Exteriores, Federico Gamboa, por lo que el presidente Wilson declaró a los Estados Unidos neutral en el conflicto. De esta forma ninguna de las dos facciones podría comprar armamento del país fronterizo.
Revolución constitucionalista
En el estado de Sonora, los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles le brindaron su apoyo a Carranza de manera inmediata, tomando el liderazgo del movimiento en el estado junto con Salvador Alvarado, Manuel Diéguez y Adolfo de la Huerta, entre otros. Esta facción estuvo representada por una clase media con cierta capacidad militar, que contaba con experiencia para realizar pactos con grupos populares.
En Chihuahua, si bien la clase media había sido la protagonista durante la lucha contra Porfirio Díaz y su gobierno, la muerte de Abraham González y la adhesión al bando huertista de Pascual Orozco tuvieron como resultado que la lucha en el estado la dirigiera Francisco Villa, miembro de las clases bajas, por lo que sus lugartenientes y segundos mandos —entre los que destacan Maclovio Herrera, Rosalío Hernández y Toribio Ortega— también eran parte de los sectores populares.
Otros movimientos importantes fueron establecidos en los estados de Durango, donde los principales líderes rebeldes eran de origen popular —como Tomás Urbina, Orestes Pereyra, Calixto Contreras y los hermanos Arrieta (Domingo, Mariano y Eduardo)—; y en Zacatecas, encabezado por Fortunato Maycotte y Pánfilo Natera, el cual fue un movimiento de clase media y populares.
El 18 de abril tuvo lugar en Monclova, Coahuila, una convención a la que acudieron representantes del movimiento revolucionario de los estados de Chihuahua, Sonora y Coahuila, cuya duración fue de tres días, durante los cuales fue ratificado el Plan de Guadalupe, la unión de las fuerzas de los tres estados en un solo ejército, y el compromiso de Carranza para cumplir el Plan de Guadalupe, que le convirtió en el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y líder de la rebelión en el norte.
INTERVENCIÓN ESTADOUNIDENSE

. La infantería estadounidense tomó la aduana de Veracruz el 21 de abril de 1914, posteriormente todo el puerto y el día 22 el de Tampico.
Huerta rompió entonces las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y envió a la mayor parte de su ejército al estado. Argentina, Brasil y Chile (grupo conocido como ABC) se ofrecieron a actuar como mediadores en el conflicto durante las conferencias en Niagara Falls, Canadá, el 20 de mayo de ese mismo año. El 24 de junio se firmó finalmente un acuerdo que establecía que los Estados Unidos reconocerían cualquier gobierno provisional que resultara del conflicto armado, compensarían a los ciudadanos estadounidenses que se vieran afectados por la revolución y que su gobierno no exigiría indemnización alguna por el incidente de Tampico.
TOMA DE ZACATECAS

Especialmente, la ciudad de Zacatecas tenía una gran importancia para ambos bandos debido a que era un cruce ferroviario que debían de tomar los revolucionarios procedentes del norte del país antes de llegar hasta la capital. La ciudad, que se encuentra rodeada de altos cerros, presentaba un gran obstáculo para los atacantes. El general Medina Barrón, encargado de las defensas de la ciudad, colocó la artillería del ejército federal en la cima de dos de los cerros más altos: el de la Bufa y el del Grillo. Felipe Ángeles llegó a Calera (a 25 kilómetros de Zacatecas) el 19 de junio de 1914 y salió a reconocer el terreno para la batalla. Francisco Villa se presentó en las inmediaciones de la ciudad el 22 de junio, y ordenó que la ofensiva comenzara a las 10 de la mañana del día siguiente.
TRIUNFO REVOLUCIONARIO

El 14 de julio de 1914 Huerta huyó de la capital y al día siguiente, 15 de julio, presentó ante el Congreso su renuncia. Se trasladó a La Habana, Cuba, y de ahí a Estados Unidos, donde fue detenido y enviado a la prisión de El Paso, Texas, donde murió en 1916. Francisco Carvajal, entonces ministro de Relaciones Exteriores, quedó al frente del gobierno con la tarea de entregar la capital a las fuerzas revolucionarias y negociar la rendición de las fuerzas federales. Carvajal solicitó la mediación de los Estados Unidos, a lo que Carranza se rehusó. Después de pláticas entre el gobierno y carrancistas, el 14 de agosto de ese mismo año se firmaron los Tratados de Teoloyucan, en donde se presentaba formalmente la rendición incondicional del ejército federal.
CONGRESO CONSTITUYENTE
A pesar de que Carranza se había levantado contra el gobierno huertista con la promesa de restaurar la Constitución de 1857, optó por redactar una nueva constitución que cumpliera con las promesas hechas a campesinos y obreros durante el conflicto armado, esto con la finalidad de evitar que los principales actores quedaran insatisfechos y de nuevo se creara una inestabilidad social y política. En diciembre de 1916, Carranza, virtual triunfador del conflicto, convocó a un Congreso constituyente formado exclusivamente por seguidores carrancistas y reunidos en la ciudad de Querétaro. Dicho congreso sesionó hasta el 31 de enero de 1917, tiempo durante el cual Carranza y sus íntimos —de tendencias moderadas— mantuvieron debates con grupos del mismo constitucionalismo de ideas más progresistas —entre los que destacan Pastor Rouaix y Francisco J. Múgica, entre otros—.Entre las diferentes corrientes finalmente se llegó al acuerdo de promulgar la Constitución de 1917 el 5 de febrero, permaneciendo desde entonces vigente en el país.
Dentro de los artículos promulgados en la «Carta Magna» sobresalen: Artículo 3°.- La educación que imparta el Estado debe ser laica, gratuita y obligatoria.
Artículo 27°.- El suelo y subsuelo pertenecen a la Nación, no pudiendo ninguna corporación religiosa ser propietaria.
Artículo 123°.- Regula las relaciones obrero-patronales en el país, concediéndole autoridad al Estado el derecho de intervenir en conflictos de este tipo.
Artículo 130°.- Regula la relación Iglesia-Estado, haciendo la separación y estipulando que los miembros religiosos no pueden poseer bien alguno o participar en la política interna.
Un día después, el 6 de febrero, Carranza expidió la convocatoria para realizar elecciones en los tres órdenes de gobierno, las cuales se llevaron a cabo en el mes de marzo. Carranza resultó electo presidente con el 98% de la votación para el período 1917-1920 y tomó posesión el 1 de mayo de ese mismo año.

ASESINATO DE ZAPATA
Para acabar con el movimiento de Zapata, Carranza comisionó al general Pablo González Garza para que realizara una campaña de exterminio de la población. Las precarias situaciones de los habitantes, atenuadas por hambrunas y epidemias, también diezmaron a la población pero el movimiento zapatista persistió, por lo que González urdió un plan. Jesús María Guajardo, un coronel auxiliar de González, estando borracho o fingiendo estarlo, arremetió contra Carranza y González, cerciorándose de que un prisionero zapatista lo escuchara y más tarde le permitió huir.
ASESINATO DE VILLA
El 20 de julio de 1923 Francisco Villa, acompañado del coronel Miguel Trillo, Rafael Medrano y Claro Hurtado, además de su asistente, Daniel Tamayo, fue emboscado por Jesús Salas Barraza a la entrada de Parral, muriendo el caudillo a las 8:15 de la mañana en el lugar. Ramón Contreras, miembro también de su guardia personal, fue el único que sobrevivió. Hasta la fecha se han especulado las causas verdaderas de su asesinato, aunque generalmente éste es atribuido a órdenes de Obregón o Calles.

CONTROVERSIAS HISTORIOGRÁFICAS
NÚMERO DE MUERTOS
No se tiene un número exacto de la cantidad de muertos que hubo durante la Revolución mexicana. La mayoría de las fuentes apuntan que entre un millón, y 2 millones de personas murieron durante esta etapa de la historia de México. Estas cifras se basan en los datos proporcionados por los censos realizados en el país en los años de 1910 y 1921. El censo de 1910 arrojó una cantidad de 15.160.369 habitantes, mientras que el de 1921 la cantidad de 14.334.780. Esta diferencia aproximada de 1 millón es la que se ha tomado como la cantidad de muertos ocasionados por el conflicto armado, aunque esa cifra está conformada por la gente que murió en combate, la disminución de la natalidad, la inmigración a países como los Estados Unidos, Guatemala, Cuba y otros de Europa, los muertos a causa de la hambruna, así como los muertos debido a una pandemia desatada en 1918 de gripe española, la cual se asegura llegó a causar la muerte de 450.000 personas.

LEGADO
DESFILE DEL 20 DE NOVIEMBRE
En 1928 se realizó una carrera de relevos para celebrar el aniversario del inicio de la Revolución mexicana, realizándose al año siguiente un desfile militar-deportivo en el Campo Militar en Balbuena. Asimismo, en 1930 se realizó el desfile en las calles del centro histórico. En el año de 1936, por decreto del Senado de la República, el festejo se hizo oficial, aunque no fue sino hasta el año de 1941 cuando el presidente de México, en ese entonces Manuel Ávila Camacho, por primera vez encabezó el desfile. Al día de hoy en el evento participan figuras destacadas dentro del deporte nacional (el mismo día se entrega el Premio Nacional del Deporte de manos del presidente), la Armada de México, fuerzas armadas y fuerzas policíacas


CONCLUCION

Con la colonización de América surgieron muchas culturas por las mesclas de europeos con los indios que existían en América. Se lograron muchas cosas buenas como la educación, la religión las diferentes formas y técnicas para las artesanías. Hubo muchos beneficios,  pero lo que no fue o no es agradable es  ver como se desaparecieron  nuestros antepasados, nuestras raíces  y por lo tanto las culturas que aunque sin educación del primer mundo también había muchos conocimientos, y de mucha importancia para la historia
Este tema nos enseña todo lo que paso en la independencia de México también nos enseña los planes que se llevaron a cabo durante la independencia, conocemos a los personajes que participaron en la misma nuestra la reacción de los españoles y donde fueron las primeras batallas.
El porfiriato fue una atapa importante en la historia de México de allí surgieron cambios aunque en algunos eran de intereses políticos y otros como los medios de comunicación, la educación, cultural, y social que eran para favorecer a todo el país.
Al repasar un poco de nuestra historia, se puede comprobar que el  no siempre se aprovecha de la manera correcta porque, en el caso de Francisco I. Madero al verse ganando no quería cumplir su parte del tratado que ya habían acordado con más personas, esto da a entender que la política es traicionera porque no les importa como pero tienen que llegar al poder sin importar por encima de quienes pasen, pero también nos damos cuenta que siempre va ver alguien que luche por nuestros ideales y para defender a nuestro país.  







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