martes, 29 de octubre de 2013

Prehistoria

INTRODUCCION

La prehistoria es lo que se piensa hubo antes de tener antecedentes, documentos, restos y algunos materiales, que pudieran dar a conocer lo que en su momento se utilizó y con qué materiales se fabricaban, es por eso que se les fue dando el nombre como edad de piedra , metales,
 En este podemos encontrar mucha información acerca  de nuestros antepasados descubriremos el motivo por el cual se le llama la edad de piedra, la edad de hierro, de cobre etc. Encontraremos también tantas antigüedades que nos preguntaremos como podían realizar ciertos movimientos sin tener la tecnología y maquinaria que se posee actualmente.
En la materia de ctsyv vamos a ver la evolución humana que trata de cómo fueron evolucionando los seres humanos que etapas y en q años darán a conocer los nombres de cada evolución fechas en las que se fueron desarrollando lugares.

También habla de en cuerpo cuales fueron los cambios que tuvo en cada evolución tales como la espalda, pies, cráneo, piernas y cerebro.
Nos darán imágenes para conocer como son los fósiles de cada una de las evoluciones.

Nos darán imágenes de un mapa x donde pasaron los primeros hombres, de donde venían y a donde llegaron.
Lugares donde se han encontrado fósiles también nos explican que nuestros genes son muy parecidos a los del gorila










PREHISTORIA


La Prehistoria (del latín præ: ‘antes de’, y del griego ιστορία: ‘historia’) es, según la definición clásica, el período de tiempo transcurrido desde la aparición de los primeros homininos, antecesores del Homo sapiens, hasta que tenemos constancia de la existencia de documentos escritos, algo que ocurrió en primer lugar en el Oriente Próximo hacia el 3300 a. C.; en el resto del planeta, posteriormente.
Según otros autores, la Prehistoria terminaría en algunas regiones del mundo antes, con la aparición de las sociedades complejas que dieron lugar a los primeros estados y civilizaciones.

     Prehistoria, Historia y Arqueología
La metodología de base para la obtención de datos en la Prehistoria es, obviamente, la Arqueología, por lo que hasta hace muy poco Prehistoria y Arqueología eran confundidas constantemente. En los ámbitos académicos de la Europa continental la Prehistoria es una especialidad de la Historia, siendo habitual que haya departamentos de Prehistoria dentro de las facultades de Historia y también es normal que la financiación de las investigaciones corra a cargo de instituciones de orientación humanística o la propia administración estatal.


Prehistoria en África
África es la cuna de la humanidad y es en la actualidad el continente en el que más poblaciones siguen utilizando tecnologías prehistóricas. Resulta fácil concluir que la prehistoria de África es la más larga y compleja de todo el globo. Pero esto no siempre fue visto así, ya que durante el siglo XIX y hasta mediados del XX se adjudicaba a Asia nuestro origen. Esta teoría era la consecuencia de que los fósiles de homininos más antiguos con los que se contaba entonces procedían de allí: el Hombre de Java y el de Pekín.

África subsahariana
En el África subsahariana nacieron y evolucionaron buena parte de las especies de homininos antepasados nuestros. De allí salió Homo ergaster para colonizar Asia y Europa, Homo antecessor hacia la Península ibérica y, finalmente, Homo sapiens para dominar todo el mundo. Posteriormente, el corazón del continente vio como florecieron importantes culturas que fueron decayendo, unas por su propia dinámica interna y, otras por la continua sangría provocada por la explotación colonial y/o esclavista iniciada en tiempos de los cartagineses, y perpetuada por los romanos, los árabes y los europeos (estos últimos a partir de la Edad Moderna).

Paleolítico del África subsahariana
En África subsahariana para el Paleolítico suele utilizarse la periodización anglosajona, aunque ésta obvia toda la fase de desarrollo correspondiente al género Australopithecus:
ESA (Early Stone Age o Edad de Piedra temprana) se refiere al periodo comprendido desde la aparición del primer miembro del género Homo, hace más de dos millones y medio de años, hasta hace unos 200 000. Se divide en dos etapas: olduvayense y achelense
MSA (Middle Stone Age o Edad de la Piedra intermedia), es el periodo que va desde hace 200 000 años hasta hace 30 000. Se desarrollaron industrias muy parecidas entre ellas, para las que se han establecido numerosas variantes regionales basadas, sobre todo, en la influencia de la materia prima local, que parece condicionar la tecnología y la tipología lítica.
LSA (Late Stone Age o Edad de Piedra tardía) es el último periodo del Paleolítico del África subsahariana. Las industrias típicas del África oriental son núcleos discoides, piezas foliáceas bifaciales y microlitos geométricos. En África central tenemos el Lupembiense, cuyos artefactos más característicos son unos espesos picos foliáceos finamente retocados. En el sur de África encontramos la cultura aparentemente más sofisticada, el Wiltoniense, de características microlíticas y laminares que fue extendiéndose hacia el norte y perduró hasta épocas históricas, incorporando numerosas innovaciones (llegando incluso, a neolitizarse parcialmente). Por último, en el Sahel hay industrias emparentadas con el periodo anterior y con rasgos protoneolíticos, como ocurre con el Gumbiense de Etiopía (un pueblo de pastores nómadas que conocían la cerámica).


Edad de los Metales en el África subsahariana


Escultura nigeriana del siglo XVI.
La metalurgia en la región subsahariana no pasó por las clásicas fases del Viejo Mundo (cobre, bronce e hierro), apareciendo solo evidencias de fundición del hierro y en unas fechas muy tempranas respecto a Europa. Hasta mediados de los años setenta del siglo XX se relacionaba la expansión lingüística del grupo bantú por África central y austral (a partir del siglo V a. C. y a costa de, sobre todo, las lenguas joisanas) con la del metal. Pero los datos arqueológicos posteriores han desmentido este modelo de tradición colonialista. Así, las dataciones más antiguas relacionadas con artefactos férreos se sitúan hacia el 1800 a. C. en lo que actualmente es el desierto de Níger. Sobre el 1300 a. C. para algunos puntos de África oriental, el 900 a. C. en el área del Congo y el 500 a. C. en Zambia y Zimbabue.[]


Noroeste de África
El África mediterránea tuvo, durante la Edad de Piedra, una periodización equivalente a la europea, Paleolítico y Neolítico. Después, la influencia de la civilización egipcia y la llegada de colonizadores fenicios aceleraron el ritmo evolutivo respecto a Europa.
Edad de Piedra en el norte de África
El Paleolítico inferior y medio están bien representados desde fechas muy remotas.[10] Así, hay numerosas evidencias del Olduvayense y del Achelense (más en el Magreb que en la zona del Nilo), pudiéndose añadir a las industrias líticas diversos tipos de restos humanos (la mandíbula de Ternifine, en Argelia, que podría ser atribuida a Homo heidelbergensis o el cráneo de Jebel Irhoud, en Marruecos, de aspecto neandertaloide). Durante este periodo existe similitud entre los grupos norteafricanos y los de Europa occidental.
La cultura ateriense parece romper esa tendencia y separa la evolución técnico-cultural (especialmente en la zona del Sáhara) de la de sus vecinos. Aunque es similar al musteriense en algunas de sus técnicas líticas, tiene sus propias particularidades que lo diferencian de aquel, como serían la costumbre de elaborar utensilios pedunculados o una cronología que no podría ubicarse en las fases de la Prehistoria europea (48000 a. C.-30000 a. C., aunque haya constancia de su pervivencia durante al menos diez mil años más).
La cultura iberomaurisiense es también exclusiva del norte de África, especialmente de las costas magrebíes. Su prolongada cronología se solapa con el Ateriense y parece abarcar el equivalente a todo el Paleolítico superior europeo, apreciándose en él una clara evolución. Se trata de un complejo cultural con industria ósea bien desarrollada y una industria lítica a base de hojas. Con el tiempo tendió a la microlitización, primero laminar y luego geométrica, atestiguándose un temprano empleo de la técnica del golpe de microburil. En cuanto a los restos humanos, destacan los de Mechta el-Arbi (Argelia), de tipo cromañoide.
La cultura capsiense es otro grupo cultural de origen claramente magrebí. Sus comienzos se sitúan hacia el 8000 a. C., dentro del Epipaleolítico local. Destaca por la abundancia de materiales, entre los cuales se encuentran útiles laminares y microlíticos (los hay foliáceos de bella factura), junto a las características botellas fabricadas en huevos de avestruz y los abundantes concheros. La caza, la recolección y el marisqueo debieron ser las fuentes principales de sustento. Hacia el quinto milenio se convirtieron en semisedentarios, adoptando la ganadería (complementada con una agricultura muy rudimentaria) y utilizando la cerámica. Por todo ello, en esta fase final se habla de un Neolítico de tradición capsiense.
Los fósiles humanos conocidos en la base de la secuencia temporal poseen rasgos casi idénticos a los primeros Homo sapiens que aparecen en la MSA africana, con una antigüedad probada entre 100.000 y 90.000 años. En cambio, los «Neandertales clásicos» son, cronológicamente posteriores, datados a partir de 60.000 años

Paleolítico superior: parecen diferenciarse dos complejos tecnológico/estilísticos paralelos, ambos con microlitos. Por un lado, estaría el Ahmariense, que se caracteriza por una tecnología laminar formada por piezas de dorso y cuchillos, aunque el fósil director es la punta de base retocada o punta de El-Wad. Por otro, distinguiríamos el Auriñaciense levantino, procedente de Europa oriental y que se caracteriza por grandes lascas y gruesas hojas que servirían de soporte para raspadores, buriles y hojas con retoque escamoso; destacarían además las hojitas de Dufour y la industria ósea.

El Neolítico de la zona del Nilo es particularmente avanzado, con dos focos principales situados respectivamente en el Delta (Merimdé), y en el alto Egipto (el Badariense). Aunque ambas tienen sus propias particularidades y diferencias, comparten ciertos rasgos que permiten sostener que existían relaciones entre ellas. Tenían grandes asentamientos completamente sedentarios, cuya economía se basaba en la agricultura y la ganadería. Sus cabañas, hechas con barro, ramas y cañas, contienen hogares, silos para el grano e incluso inhumaciones en fosa con ajuar. La cerámica es variada, mostrando modelos monocromos y otros pintados, y el resto de la cultura material es muy rica: hay cuchillos de sílex con una talla primorosa (tal vez ceremoniales), paletas de esquisto para la mezcla de pigmentos, productos para la confección de tejidos, puntas de flecha, ornamentos en piedras semipreciosas (a menudo importadas), estatuillas de animales y de personas, y (en la etapa final) piezas de cobre. Estos grupos culturales se inscriben en el llamado periodo predinástico de Egipto y son considerados como la etapa previa a la entrada de Egipto en la Historia.

El metal y la entrada en la Historia del norte de África
El Nilo: La eclosión de la civilización egipcia se inició ya en el IV milenio a. C. con el surgimiento de numerosas ciudades, los primeros jeroglíficos y la aparición de dos grandes estados (el Alto y el Bajo Egipto) en el periodo llamado Protodinástico. Estos estados acabaron siendo unificados por el primer faraón, el rey Narmer, aproximadamente en el 3150 a. C. De este modo, la zona oriental de África entró muy tempranamente en la Historia y, además, se convirtió en un foco de irradiación cultural que no solo afectó al Mediterráneo, sino también a gran parte del continente africano.
El Magreb, en cambio es un caso muy diferente. Mientras que durante el segundo milenio antes de nuestra era buena parte del Mediterráneo comenzaba a ser recorrido por navegantes a la búsqueda de materias primas como el cobre y el oro, el Magreb quedaba al margen de este flujo de contactos e intercambios económico-culturales. La etnia bereber, de la que se desconoce su procedencia (aunque los estudiosos creen que su lengua es de orígenes afroasiáticos), era predominante en la región. La primera noticia de este grupo humano procede de textos egipcios datados en el 2300 a. C., donde se les denomina «téhménow»; posteriormente los citaron en el año 1227 a. C. cuando parece que atacaron el Delta, pero esta vez ya se les denominó «libou», es decir, libios. Desde entonces los textos clásicos se refirieron a los indígenas del Magreb como pueblos líbicos. Sus restos funerarios se componen de cistas bajo túmulo, dólmenes (mucho más tardíos que los del occidente europeo) y, en los momentos finales, unos pequeños hipogeos llamados «haouanets» (por ejemplo, los de Debbabsa, en Túnez).

Prehistoria en Oriente Próximo
En nuestro ámbito se suelen usar indistintamente las expresiones "Oriente Medio" y "Oriente Próximo" para designar a la región del Oriente más próxima a Europa, que es sinónimo de Asia sudoccidental. En cualquier caso, desde el punto de vista histórico, el Oriente próximo es lo que se denomina una zona nuclear, la cual irradió continuas innovaciones y cambios que influyeron decisivamente en el desarrollo tecnológico y social de toda Eurasia.
Paleolítico en Oriente Próximo
Paleolítico inferior: la presencia del ser humano en la zona está documentada en Dmanisi (Georgia), con la aparición de unos restos denominados Homo georgicus, relacionados con Homo erectus y Homo ergaster. Datados en 1.850.000-1.600.000 años de antigüedad, aparecieron acompañados de una cultura material muy tosca, de tradición olduvayense.

Paleolítico medio: es muy similar al de toda la cuenca mediterránea, ocupada en aquella época por los neandertales, de tradición musteriense. El yacimiento de Mugharet et-Tabun (Israel), ofrece una secuencia casi completa de este período: las industrias más antiguas son del Achelense final, seguidas de niveles con típicas industrias musterienses y, ya en los superiores, piezas laminares auriñacienses.
Los fósiles humanos conocidos en la base de la secuencia temporal poseen rasgos casi idénticos a los primeros Homo sapiens que aparecen en la MSA africana, con una antigüedad probada entre 100.000 y 90.000 años. En cambio, los «Neandertales clásicos» son, cronológicamente posteriores, datados a partir de 60.000 años.[cita requerida] Todo parece indicar que los seres humanos modernos llegaron a Oriente Medio desde África antes de que los neandertales llegasen desde Europa, y que se encontraron allí, donde, posiblemente, convivieron durante miles de años.
Paleolítico superior: parecen diferenciarse dos complejos tecnológico/estilísticos paralelos, ambos con microlitos. Por un lado, estaría el Ahmariense, que se caracteriza por una tecnología laminar formada por piezas de dorso y cuchillos, aunque el fósil director es la punta de base retocada o punta de El-Wad. Por otro, distinguiríamos el Auriñaciense levantino, procedente de Europa oriental y que se caracteriza por grandes lascas y gruesas hojas que servirían de soporte para raspadores, buriles y hojas con retoque escamoso; destacarían además las hojitas de Dufour y la industria ósea.
Periodo Arcaico                               
Arcaico Temprano
Hacia el VIII milenio a. C., a finales de la última glaciación, los antiguos americanos comienzan a experimentar con el cultivo de plantas y la cría de animales, iniciando un largo proceso hacia las primeras poblaciones sedentarias. Esta transición fue más en el centro- noroeste del Perú y en el sur de México (las dos zonas nucleares fundamentales de América).
Arcaico Tardío
La sedentarización se sigue de un proceso de jerarquización de las comunidades, apareciendo hacia el IV milenio a. C. las primeras jefaturas extra-familiares que se van consolidando lentamente en autoridades políticas permanentes de pueblos que forman grandes rutas de intercambio económico por medio del conocimiento de la astronomía y los ciclos agrícolas.
Concretamente en los Andes sobresale la cultura de Caral (Perú), con una fecha inicial superior al 2600 a. C.
Periodo Formativo
Artículo principal: Periodo Formativo de América.
Sería el equivalente a la Protohistoria europea, pero más dilatada; inmediatamente después de esta fase aparecen las primeras formas de escritura y las grandes civilizaciones clásicas como la de los Mayas o los Moche. Evidentemente, destaca por novedades como la agricultura, la ganadería, la cerámica... Entre los 4000 a. C. y el comienzo de nuestra era. También se produce la aparición de las primeras sociedades jerarquizadas con formas de gobierno relativamente complejas; de hecho, hay grandes civilizaciones como la de los Olmecas en Mesoamérica y la Cultura Chavín en Sudamérica, que llegan a dominar extensos territorios y a construir importantes centros urbanos en torno a santuarios dedicados al Dios Jaguar. Otras culturas reseñables son las de los Anasazi y sus similares (Arizona), así como los constructores de Montículos de Norteamérica.
Umbral de la historia americana
En América, la utilización de cobre nativo se remonta hacia el 900 a. C.; poco después comienza una metalurgia auténtica, basada en cobre y, sobre todo, oro y plata. El bronce no aparece hasta poco antes del año 900. El hierro no se conoció hasta la llegada de los europeos. Arriba se explica que durante las fases finales de los olmecas, al comenzar nuestra era, nació la escritura en Mesoamérica: estaríamos, pues, entrando ya en la Historia. Esto se corrobora con el hallazgo reciente de ciertos objetos extraídos de zonas donde tuvieron lugar asentamientos olmecas (Tabasco y Veracruz, México) cuya datación mediante el carbono sitúa su origen alrededor del año 900 a. C. Estos elementos presentan glifos que, por sus características, han permitido suponer que el sistema de símbolos empleados fue la base de la escritura maya, que alcanzó su mayor perfeccionamiento entre el 200 y el 900 d. C.

Prehistoria en Europa


Excavación del yacimiento de Gran Dolina en Atapuerca. En el nivel TD-10, que se observa donde se encuentra el mayor grupo de excavadores, aparecieron herramientas del Paleolítico medio.
.Durante toda su Prehistoria el continente europeo fue tributario de las tradiciones culturales de África y Oriente Próximo. Si exceptuamos la cultura Musteriense y quizá la Auriñaciense, así como el desarrollo del arte paleolítico, el megalitismo, el vaso campaniforme o la cerámica cordada, buena parte de la evolución registrada durante esta fase es el resultado de importaciones foráneas. Solo el desarrollo de la cultura clásica grecorromana (ya histórica) puso a Europa a la altura de las grandes civilizaciones de otros continentes.


Edad de Piedra europea
La Edad de Piedra europea sigue dividiéndose en tres etapas, siguiendo las propuestas de John Lubbock, que en 1865 separó el Paleolítico y el Neolítico. A éstas se unió posteriormente el Mesolítico/Epipaleolítico, gracias al descubrimiento del Tardenoisiense por Gabriel de Mortillet, realizado entre 1885 y 1897. La definición de las tres Edades de la Piedra fue precisada y enriquecida por las propuestas de Henri Breuil en 1932. Desde entonces, aunque se hayan revisado las referencias y muchos conceptos erróneos, esta división apenas ha sufrido alteraciones relevantes.
El Paleolítico es el periodo más antiguo y largo de la historia europea, comenzando hace aproximadamente un millón de años con la llegada de los primeros humanos: Homo ergaster u Homo antecessor. Posteriormente aparecieron otros tipos característicos del continente: Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis. Homo sapiens sapiens llegó desde África hace unos 50.000 años. Paralelos a la evolución humana se produjeron cambios culturales: durante el Paleolítico inferior la cultura dominante en Europa fue el Achelense y en el Paleolítico medio encontramos el Musteriense, propio del hombre de Neandertal, aunque quizá el Châtelperroniense sea un epígono de este tipo humano. Con la llegada del hombre moderno se sucedieron el Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense. Otros elementos importantes para comprender el Paleolítico son las continuas oscilaciones climáticas denominadas glaciaciones, el predominio de una economía de caza-recolección y el desarrollo del arte a partir de la llegada del Homo sapiens.
El Epipaleolítico/Mesolítico se refiere al periodo que transcurre desde el final del último periodo glacial (hace unos 12 000 años) hasta el comienzo del Neolítico (hace unos 5000 años). Actualmente se discrimina entre grupos epipaleolíticos (aquellos que mantienen el modo de vida propio del Paleolítico, sin cambios sustanciales, como ocurre con el Aziliense, por ejemplo) y grupos mesolíticos (aquellos que muestran una tendencia propia a evolucionar hacia la sedentarización y otros rasgos propios de lo que luego será el Neolítico, como podría ser el caso del Tardenoisiense).


El Neolítico en Europa
El Neolítico llegó a Europa en el sexto milenio a.C., procedente del Oriente próximo y a través de la Península balcánica y la cuenca Mediterránea, aunque hay constancia ya en el VII milenio a. C. de cronoculturas protoneolíticas en los Balcanes: se trata de pueblos acerámicos, con una agricultura rudimentaria e itinerante, con ganadería y numerosas pervivencias mesolíticas (caza, pesca y recolección, hábitats en cuevas, sin hachas pulimentadas, etc.). Aunque los primeros poblados sedentarios son muy pequeños, pronto se desarrollaron yacimientos como Sesklo o Nea Nikomedia, ambos sobre elevaciones del terreno, con murallas y bastiones y, en su interior, construcciones rectangulares con un vestíbulo de acceso, en las cuales se han hallado cerámicas pintadas y figurillas femeninas.



La cerámica de bandas está decorada en frisos superpuestos con motivos diversos, destacando los meandros, las volutas y las formas angulosas. Los grupos que la utilizaban habitaban en poblados fortificados, algunos de gran tamaño (hasta 40 hectáreas).
Menhir: es una gran piedra puesta de pie que marcaría un lugar sagrado.
Alineamiento: es un conjunto de menhires puestos en fila.
Crómlech: es un conjunto de menhires puestos en círculo. Se supone que el alineamiento y el crómlech eran una especie de templos al aire libre
Dolmen: Es un monumento complejo donde se enterraba a los miembros de la comunidad. Constaba de un corredor o pasillo de entrada y de una cámara funeraria, ambos construidos con grandes lajas de piedra. Todo ello cubierto por un montículo de tierra y cascotes denominado túmulo. Todos los difuntos eran depositados en la misma cámara funeraria, ya que se trataba de un lugar de enterramiento colectivo. Junto a los cadáveres se colocaban ofrendas funerarias, como armas, comida y joyas, entre otros elementos.
Trilito: Dos piedras paralelas y verticales, no muy separadas entre sí y una horizontal puesta sobre ella.

Edad de los Metales en Europa
Calcolítico europeo
Hasta los años 70 del siglo XX los modelos difusionistas establecían que la metalurgia llegó a Europa a través del Cáucaso y Anatolia en el cuarto milenio a. C.. Pero las dataciones de carbono-14 demostraron que la balcánica era casi un milenio más antigua que la de sus supuestos inspiradores y, así, investigaciones posteriores establecieron que, hacia el 4000 a. C., en la Península balcánica había surgido de manera autóctona una industria minero-metalúrgica del cobre asociada a una rica orfebrería, en un entorno social que algunos autores han llegado a denominar la primera civilización europea. Situados entre el Danubio y Tesalia, los focos principales fueron Vinça, Gumelnitsa, Salcuta, Cucuteni y Tiszapolgar, contemporáneos de los complejos neolíticos griegos. Los grupos balcánicos se extendieron por la actual Serbia, Bulgaria, Rumania, Besarabia, Moldavia, Ucrania y el resto de la cuenca de los Cárpatos.


En Grecia continental (Heládico inicial) aparecieron los primeros edificios tipo megaron en el interior de recintos amurallados concéntricos.
En las islas Cícladas (Cicládico inicial) se intensificó el comercio y se construyeron potentes murallas.
En Creta (Minoico inicial) se configuraron Cnosos y Festos como centros principales, pero sin estructuras defensivas.
La introducción del cobre en el resto de Europa está asociada a la extensión de dos grandes fenómenos, claramente diferenciados pero contemporáneos y, que a veces, se solapan entre sí: el vaso campaniforme y la cerámica cordada.
El complejo del vaso campaniforme fue un fenómeno que afectó a prácticamente toda la Europa prehistórica (salvo las zonas el este y los Balcanes), pero de un modo desigual y manteniendo una gran diversidad. Supuso la expansión de la metalurgia del cobre a las áreas marginales que no conocían todavía este metal. El objeto más característico de este horizonte son los vasos de cerámica de forma acampanada, con decoración incisa o impresa cuyos motivos varían en función de las peculiaridades regionales.

Hacha de combate de los kurganes.
Los grupos de la cerámica cordada eran originarios, según unos, de las estepas euroasiáticas y, según otros, de Centroeuropa. Están relacionados con las lenguas indoeuropeas y se extendieron por toda la Europa central, nórdica y oriental durante el tercer milenio a. C.. Son también conocidos como Kurganes de las estepas, del hacha de combate o de los sepulcros individuales. Sus características principales serían:
Los enterramientos individuales, en una pequeña cámara funeraria semisubterránea en forma de cabaña de madera cubierta por un túmulo (kurgan). El cadáver era colocado en posición de decúbito supino, con las piernas dobladas y rociado con ocre rojo.
El ajuar característico suele incluir las denominadas cerámicas cordadas (decoradas con impresiones de cuerdas), las hachas-martillo con enmangue directo (o hachas de combate, que parecen réplicas en piedra de piezas metálicas sumerias o anatolias), ganado sacrificado y, si el individuo era de alta posición social, piezas exóticas de clara influencia oriental (vasos y apliques de plata, adornos repujados de oro y algunos objetos de cobre, entre otros). Las grandes diferencias entre unos ajuares y otros denotan la existencia de una clara estratificación social
Una economía seminómada y pastoril, propia de las estepas, que, a pesar de todo, nos ha legado algunos poblados, como el ucraniano de Mikailovska, en el bajo Dniéper, de cierta entidad urbana y con casas rectangulares.
Edad del Bronce en Europa
Bronce Antiguo en Europa
Entre los años 1800 a. C. y 1500 a. C., aproximadamente, coincidiendo con la plenitud del mundo minoico, Europa comenzó a participar en las redes comerciales creadas por la demanda de materias primas por parte de las civilizaciones del Próximo Oriente y del Egeo. El ámbar del Báltico, el cobre del bajo Danubio y Huelva, el estaño de Cornualles y Galicia, el oro de Irlanda, los metales preciosos de Andalucía y el azabache de Gran Bretaña, eran intercambiados por armas y herramientas de bronce, ornamentos de oro y plata, o perlas egipcias de fayenza azul. Entre las culturas arqueológicas de este periodo destacarían la de Unetice, la de los túmulos armoricanos y la de Wessex. En las islas británicas, durante esta época, siguieron teniendo gran importancia los santuarios megalíticos denominados «henges», centros cultuales como el mismo Stonehenge.


Hachas planas de bronce
La mayor parte de los restos de esta época son monumentos funerarios de tipo tumular pertenecientes, a juzgar por la alta proporción de armas y la gran riqueza de algunos, a las oligarquías guerreras locales, que debían conocer el carro de combate y vivían en poblados fortificados. Los ajuares se componían, fundamentalmente, de los característicos puñales triangulares de pomo macizo, las hachas planas y las hachas-maza de combate de bronce; también aparecen ornamentos metálicos como los brazaletes, las lúnulas o pectorales, jarras de oro o plata repujados, ámbar y perlas de fayenza egipcias. Algunos túmulos llegan a ser tan ricos que han motivado su denominación como «tumbas reales»: las de Leki Male (Polonia) y Leubingen (Austria), de los grupos de Unetice; la de Kernonen (Francia), de los Túmulos armoricanos; o la de Bush Narrow (Inglaterra), perteneciente a Wessex. En ciertas zonas del norte de Italia, los terrenos pantanosos han preservado multitud de objetos de cuero, piraguas de madera, arcos de gran tamaño, ruedas de carro y arreos en hueso.
En la península Ibérica y a partir del 2300 a. C., comenzó a despuntar la denominada cultura argárica en, aproximadamente, la misma área donde se había desarrollado la de Los Millares, aunque, en esos momentos, todavía con una pequeña zona de influencia y numerosas pervivencias calcolíticas. Es una etapa temprana, llamada tradicionalmente «Fase A» en la que destacan los enterramientos en cista con un ajuar que ha querido ser relacionado con influencias del Mediterráneo oriental, pero que ha terminado revelándose como autóctono.


Enterramiento en cista típico de la primera fase de la cultura de El Argar (Almería).
Bronce Medio en Europa


Armas típicas del Bronce Medio de la Cultura de los Túmulos: espada de lengüeta, punta de lanza tubular y hacha de talón.
El Bronce Medio transcurrió, más o menos, entre el 1500 a. C. y el 1200 a. C., lo que significa que coincide con el apogeo de la civilización micénica. Destaca en Centroeuropa la cultura de los Túmulos, un complejo que derivó de Unetice, con poblados no muy grandes, de viviendas de madera, edificados sobre colinas de fácil defensa y protegidos por murallas y fosos. Los enterramientos eran tumulares (de ahí su denominación), con túmulos más monumentales que en la etapa anterior, a menudo se agrupaban en grandes necrópolis y la incineración fue cada vez más habitual. En el área de la península itálica se desarrollaron la cultura de las Terramaras y la cultura Apenínica, ambas de fuerte influencia balcánica, así como la cultura Sícula, más cercana al mundo micénico, que ya había colonizado las Islas Eolias en esa fase.
Una de las novedades más notables respecto al Bronce antiguo es la aparición de auténticas espadas con largas hojas y sistemas de enmangue más efectivos que los remaches: empuñaduras de lengüeta cuyos mangos son, a veces, ricamente decorados con materiales perecederos (cuero, hueso y maderas de diversos tonos, que, pueden tener incrustaciones de oro y ámbar) que, afortunadamente, se han conservado en algunos ejemplares de la zona nórdica. Asimismo aparecen puntas de lanza tubulares y hachas de talón.
En lo referente a los adornos metálicos, su variedad es innumerable: brazaletes espiraliformes, tobilleras, colgantes, alfileres, anillos, pendientes, pasadores, broches, etc. Mención especial merecen los torques retorcidos irlandeses, que desde su región originaria, se difundieron por toda Europa, recibiendo el nombre de Torques de Tara en honor a este santuario gaélico, la Colina de Tara. Una obra excepcional, que supera el calificativo de mero ornamento, es el Carro solar de Trundholm (arrojado como ofrenda al fondo de un pantano en Dinamarca).
En la península Ibérica la cultura del Argar alcanzó en esos momentos su fase de plenitud, desarrollándose en el árido sudeste (Almería y provincias limítrofes). El número de asentamientos localizados revela un fuerte aumento demográfico respecto a la etapa millarense. Eran poblados fuertemente protegidos, construidos en sitios altos fácilmente defendibles, con gruesas murallas y áreas restringidas tipo acrópolis. Los enterramientos eran individuales y dentro de las viviendas; mientras que en la fase anterior se realizaban en cistas, en ésta pasaron a ser en grandes tinajas o pithoi, con ajuares muy diversos que delatan una compleja estratificación social. Tal estratificación se refleja también en la organización interna de los poblados y en la jerarquía urbana. Aunque El Argar no llegó nunca a formar un auténtico estado, debió generar alguna forma política de carácter pre-estatal. Las formas cerámicas argáricas son muy diferentes de las del resto de Europa occidental con vasos carenados y altas copas sin decoración. El resto del ajuar lo componen brazaletes, cuentas de ámbar, espadas (también diferentes, pues mantienen el sistema de mango macizo sujeto con remaches), alabardas, brazaletes, ornamentos de ámbar, alfileres y unas inconfundibles diademas de plata.
Aunque el mundo argárico se circunscribió a las provincias de Almería y Murcia, así como parte de las de Málaga y Granada, toda la mitad sur de la península Ibérica se vio afectada por su influencia, muy clara en la cultura de Atalaia (sur de Portugal) y en la cultura de las Motillas (La Mancha). A medida que nos desplazamos hacia el norte, la influencia argárica se hace más difusa, aunque se ha constatado que hubo relaciones comerciales con las regiones septentrionales. En la zona galaico-portuguesa parece que hubo unos grupos muy relacionados con el mundo atlántico, como lo demuestran sus manifestaciones artísticas (los petroglifos) o los atesoramientos (como el tesoro de Caldas de Reyes, Pontevedra, con más de 25 kg de objetos metálicos fabricados con oro aluvial de la península pero con paralelos bretones e irlandeses, y que está considerado la mayor acumulación de oro de la Prehistoria europea). En la Meseta hay una serie de yacimientos (Los Tolmos de Caracena en Soria, Cogeces del Monte en Valladolid, Abia de la Obispalía en Cuenca, y otros más) que permiten hablar de un horizonte denominado Protocogotas (o también Cogeces) que acusa, indistintamente, la influencia argárica y atlántica, sobre un sustrato epicampaniforme.
Bronce final en Europa
El Bronce final (aproximadamente 1250 a. C.-725 a. C.) viene determinado por la aparición y expansión de los campos de urnas por casi todo el continente. El cambio en el proceso funerario no se produjo de repente ni fue uniforme, detectándose los primeros indicios de transición en Alta Baviera (Alemania) poco antes del 1200 a. C. Este cambio ha sido relacionada a lo largo del tiempo con pueblos de invasores indoeuropeos, a los que algunos arqueólogos incluso les han adjudicado la autoría de todas las convulsiones que se produjeron contemporáneamente en el Mediterráneo oriental (caída de Micenas, de los Hititas, ataques de los pueblos del mar a Egipto, destrucción de Ugarit, etc.). Actualmente pocos investigadores sostienen que los grupos de los campos de urnas fueran un ente cultural homogéneo; la opinión generalizada es que se trató simplemente de una moda que se expandió por Europa debido a préstamos culturales o, en ciertos casos, a movimientos limitados de pueblos. De hecho, en algunas regiones el cambio en el comportamiento funerario fue el único que se produjo, detectándose una clara continuidad con las estrategias económicas y sociales anteriores. El hecho de que el germen de esta nueva moda ocupe el mismo espacio geográfico que la cultura de los túmulos (del Bronce Medio) y que la de Unetice (del Bronce Inicial), parece confirmar que realmente existe continuidad cultural. Por otro lado, el territorio ocupado por los campos de urnas no es unitario, al estar formado por un conglomerado de culturas locales con particularidades regionales específicas. Algunas áreas europeas (sur de la península Ibérica, litoral atlántico y Escandinavia) quedaron al margen.
El rito funerario de la cremación, aunque minoritario, ya era practicado en Europa y en esta fase se generalizó: tras su incineración, las cenizas del cadáver eran depositadas en una urna cineraria y enterrada en un pequeño foso, junto a otras tumbas, constituyendo así, las extensas necrópolis que dan nombre a estos grupos. Estas urnas solían ser vasos de cerámica de forma bicónica, tapados con un cuenco, aunque podían tener formas diversas (a veces, incluso réplicas en miniatura de casitas de cerámica). En ocasiones, no se usaba urna. Los ajuares eran pobres en comparación con periodos anteriores y posteriores; solo en los siglos IX y VIII a. C. reaparecieron las tumbas principescas con ricos ajuares y complejas estructuras que las distinguían de las demás.

La cultura material incluye los primeros objetos de vidrio, seguramente incorporados del Próximo Oriente, y los grandes recipientes de bronce batido o repujado, con formas muy diversas y alejadas de los estereotipos orientales; entre ellos se encuentran las sítulas (que tanto predicamento tuvieron en la posterior Edad del Hierro), a veces con una ornamentación muy sofisticada y que se convirtieron en objetos de intercambio muy apreciados, cuya función era sin duda ceremonial. Otros elementos ornamentales comunes fueron los torques, los brazaletes de costilla, y las fíbulas, de diversos modelos, como las llamadas «de anteojos» (por el gran tamaño de su doble espiral). Entre las armas, hay una enorme variedad: las puntas de flecha de sílex fueron definitivamente sustituidas por otras de bronce; se siguieron utilizando hachas de combate, con talón y anillas, alabardas, lanzas; aparecieron armas defensivas como las corazas, los escudos y los cascos. Los modelos más representativos de espada fueron las de puño macizo con la guarda en U, bien con un gran pomo discoide o bien rematadas en antenas. La hoja solía ser biselada, a veces con rica decoración, y con silueta pistiliforme.

El Bronce final atlántico es poco conocido: se da la paradoja de que apenas se han excavado asentamientos o necrópolis, y, en cambio, abundan los llamados escondrijos (o zulos de objetos de bronce destinados al refundido) donde se han localizado piezas de una factura casi perfecta. Los objetos más apreciados debieron ser las espadas, al principio pistiliformes y al final con hoja en lengua de carpa. En el sur de las islas Británicas se han descubierto varios poblados y, entre ellos, destaca el de Itford Hill (Inglaterra), situado en un emplazamiento elevado, con varias empalizadas defensivas que protegían una serie desordenada de viviendas de madera y barro, de planta circular. Las necrópolis evidencian la adopción de la cremación, con las cenizas depositadas en urnas cinerarias o directamente en el suelo de pequeños fosos bajo túmulo.

En el nordeste de la Península penetró la moda de los campos de urnas, que, con el tiempo, siguió una evolución independiente, abarcando Cataluña y el bajo Aragón. Se conocen mejor las necrópolis que los poblados, destacando el de La Pedrera de Vallfogona (Balaguer, Lérida).
En el noroeste se da una evolución similar a la de Bretaña y las islas Británicas, al menos en lo que se refiere a los elementos materiales de la cultura. Hay una clara escasez de lugares de hábitat y abundancia de objetos de bronce: hachas de talón y anillas, calderos de chapa de tradición irlandesa, recipientes de oro batido con motivos típicamente escandinavos. Las espadas eran pistiliformes al principio y de lengua de carpa al final.

En las Baleares, y sobre todo en Mallorca y Menorca, se desarrolló la primera fase de la cultura talayótica (que alcanzó su plenitud durante la Edad del Hierro), caracterizada por la arquitectura ciclópea en una serie de edificios como los talayotes (o torres), las taulas y las navetas. Este fenómeno se ha relacionado con la cultura nurágica de Cerdeña. Se conocen poblados amurallados (como el de Ses Paisses) que albergan talayotes, barrios de viviendas de mampostería e inhumaciones bajo el piso; hay también construcciones cultuales escalonadas (tal vez templos) e, incluso, acrópolis amuralladas en lugares de difícil acceso.
Edad del Hierro en Europa
Se llama Edad del Hierro al período en que se desarrolló la metalurgia del hierro, metal más duro que la aleación de bronce y uno de los elementos más abundantes de nuestro planeta. Los a llegar a partir del 1200 a. C., durante el Bronce Final.
La cultura de Hallstatt (800-450 a. C.) o Primera Edad del Hierro en Europa Central, Francia y los Balcanes, es considerada heredera de los campos de urnas. Esta sociedad estaba dirigida por unas aristocracias guerreras reflejadas claramente en la riqueza de sus tumbas: algunas, por su contenido y su estructura, resultan claramente principescas, con ricos ajuares depositados en grandes cámaras mortuorias de madera. En éstas, el rito funerario predominante fue el de la inhumación bajo túmulo, que se fue imponiendo paulatinamente sobre la incineración, aunque ésta siguió siendo habitual en las zonas periféricas (donde suele hablarse de campos de urnas tardíos). Al principio el uso del hierro era minoritario, pero a partir del siglo VII a. C. se fue generalizando. Estos grupos mantenían contactos comerciales con el Mediterráneo y con las estepas del este europeo, haciendo, posiblemente, de intermediarios en el comercio del ámbar y el estaño con el mundo mediterráneo.

La cultura de La Tène (450 a. C. hasta la conquista romana) o Segunda Edad del Hierro en Centroeuropa, Francia, norte de España e Islas británicas. El hierro se había generalizado y la economía diversificado, naciendo lo que se ha denominado cultura céltica.[] Los asentamientos estaban fortificados y la complejidad de algunos de ellos es propia de centros proto-urbanos (que los romanos denominaban oppidum), con una estratificación social bien diferenciada, cuya cúspide ocupaba la nobleza guerrera. Estos aristócratas gustaban de ser inhumados en grandes tumbas con ajuares muy ostentosos que incluyen carros de guerra, adornos, joyas, armas y grandes vasos de cerámica importados de Grecia y Etruria. La tumba de la princesa de Vix es el mejor ejemplo.
La península Ibérica durante la Edad del Hierro
La relación de los tartesios (en la Primera Edad del Hierro) y de los íberos (en la segunda) con fenicios y helenos actuó de catalizador en el desarrollo de sus respectivas sociedades, que podrían incluirse ya dentro de la Protohistoria.
La denominada cultura castreña se desarrolló en el noroeste peninsular. Durante mucho tiempo se pensó que estos grupos culturales eran célticos, pero ahora se cree que los aportes hallstátticos son menores que los atlánticos e, incluso, que los mediterráneos. Su característica distintiva es la presencia de poblados fortificados, situados en lugares altos, con varios cinturones de muralla concéntricos y, en el interior, numerosas casas de piedra circulares, sin organización urbanística (son los llamados castros). Desarrollaron una cerámica propia que comparte ciertos paralelismos con las alfarerías meseteñas); potenciaron la metalurgia del bronce en detrimento de la del hierro; y presentan diversas manifestaciones escultóricas, como los guerreros lusitanos y las casas ceremoniales ornadas con portadas laboriosamente esculpidas denominadas pedras formosas, en las citânias portuguesas (se esculpían en edificios cuadrangulares con función religiosa controvertida: quizás lugares de culto a los muertos, baños purificadores u hornos para la incineración de cadáveres). La economía era agropecuaria, pero tenían un gran peso la recolección de frutos silvestres, la pesca y el marisqueo. La cultura castreña galaico-portuguesa tuvo una larga pervivencia durante el proceso de romanización peninsular, siendo una de las zonas que más se resistieron y que mejor mantuvieron sus tradiciones.
El interior de la Península ha sido considerado tradicionalmente como un territorio de influencia céltica. Sin embargo, hoy se sabe que la Meseta Central mantuvo, desde el primer momento, una fuerte tradición local y nunca llegó a desarrollarse un horizonte de campos de urnas, aunque es imposible negar la influencia céltica.[cita requerida] Destacan tres grandes grupos culturales previos al mundo celtibérico (protohistórico o pre-romano):
El primero de ellos es la llamada Facies Soto de Medinilla, asentada en el Duero medio y que mezclaba aspectos intrusivos de gentes foráneas con otros locales. Se trata de una cultura agrícola (basada en el cultivo del trigo) que, a pesar de su cronología (siglo VIII a. C.-siglo V a. C.) apenas pudo conocer el hierro.
Algo más tardía es la cultura de los Castros de Soria y Guadalajara (siglos VI y V a. C.), que en este caso es de carácter pastoril y con hábitats fuertemente defendidos, lo que nos indica tiempos de crisis. El hierro comenzó a ser más abundante en esta época, posiblemente porque se descubrieron minas en el Moncayo. Las necrópolis de campos de urnas halladas en el oriente meseteño tienen tumbas de guerreros con un abrumador repertorio de armas de influencia hallstática, a las que se han incorporado elementos de la tradición local. Destacan las cachas de hueso, los pomos con antenas atrofiadas o en forma de T, y fastuosas vainas adornadas con discos, todo ello con incrustaciones y nielados de plata con complejos motivos decorativos. Sin duda, al margen de su utilidad bélica, se trataba de objetos que exhibían el rango social de sus portadores.

Por último destacaría
Cogotas-II (siglos V a III a. C.), que se ha asociado a una economía pastoril y agrícola extendida por toda la Meseta. Son característicos sus castros fuertemente protegidos por sistemas defensivos hasta entonces desconocidos: murallas ciclópeas en varios recintos sucesivos cada vez más inaccesibles; puertas con entradas desviadas para exponer a los posibles atacantes a los arqueros; grandes extensiones de piedras hincadas para repeler los ataques de la caballería. Los castros de Las Cogotas, Las Merchanas o Sanchorreja son excelentes ejemplos. Los elementos materiales de no parecen enlazar con la tradición de Soto de Medinilla, excepto en pequeños detalles (sobre todo en los excelentes objetos metálicos de prestigio), aunque en el castro de La Mota en Medina del Campo, es posible establece una continuidad estratigráfica entre la facies del Soto de Medinilla y el horizonte de Cogotas II. A menudo, el horizonte de Cogotas II se asocia al pueblo de los vetones y suele recibir el nombre de cultura de los Verracos.


















Evolución humana

La evolución humana (u hominización) explica el proceso de evolución biológica la especie humana desde sus ancestros hasta el estado actual. El estudio de dicho proceso requiere un análisis interdisciplinar en el que se aúnen conocimientos procedentes de ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología la estratigrafía, la geo cronología, la arqueología y la lingüística.


El término humano, en el contexto de su evolución, se refiere a los individuos del género homo. Sin embargo, los estudios de la evolución humana incluyen otros homininos, como, australopitecus, etc. Los científicos han estimado que las líneas evolutivas de los seres humanos y de los chimpancés se separaron hace entre 5 y 7 millones de años. A partir de esta separación la estirpe humana siguió ramificándose originando nuevas especies, todas extintas actualmente a excepción del homo sapiens.
Aspectos genéticos de la evolución humana
Al analizar el genoma humano se ha descubierto que en su proceso evolutivo hay varios hechos que destacar.
Al realizar un mapeo del genoma humano actual, se observa que Homo sapiens comparte casi el 99% de los genes con el chimpancé y con el bonobo. Para mayor precisión, el genoma de cualquier individuo de nuestra especie tiene una diferencia de sólo el 0,27% respecto al genoma de Pan troglodytes (chimpancés) y de 0,65% respecto al genoma de los gorilas.
Etapas en la línea evolutiva humana
La evolución humana (u hominización) explica el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta el estado actual. El estudio de dicho proceso requiere un análisis interdisciplinar en el que se aúnen conocimientos procedentes de ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la geo cronología, la arqueología y la lingüística
Los australopitecos
Los primeros homininos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bípedos son los miembros del género Australopitecos, de los que se han conservado
Esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de hominino prosperó en las sabanas arboladas del este de África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica.

Los primeros Homo
No se sabe con certeza qué especie originó los primeros miembros del género Homo; se han propuesto a A. africanus, A. afarensis y A. garhi, pero no hay un acuerdo general. También se ha sugerido que Kenyanthropus platyops pudo ser el antepasado de los primeros Homo.[]Clásicamente se consideran como perteneciente al género Homo los homínidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante, esta visión ha sido puesta en duda en los últimos años; por ejemplo, se ha sugerido que Australopithecus ghari, hace 2,5 millones de años fue capaz de fabricar herramientas.


El poblamiento de Eurasia
Esta es sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los citados Homo rudolfensis y Homo habilis es Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones de años, y su volumen craneal oscila entre 850 y 880 cm³.
Morfológicamente es muy similar a Homo erectus y en ocasiones se alude a él como Homo erectus africano. Se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar África. Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en Extremo Oriente (China, Java) y Homo antecessor/Homo cepranensis en Europa (España, Italia). Por su parte, los miembros de H. ergaster que permanecieron en África inventaron un modo nuevo de tallar la piedra, más elaborado, denominado Achelense o Modo 2 (hace 1,6 ó 1,7 millones de años)

Nuevos orígenes en África
La fase final de la evolución de la especie humana está presidida por tres especies humanas inteligentes, que durante un largo periodo convivieron y compitieron por los mismos recursos. Se trata del Hombre de Neanderthal (Homo neanderthalensis), la especie del homínido de Denisova y el hombre moderno (Homo sapiens). Son en realidad historias paralelas que, en un momento determinado, se cruzan. El Hombre de Neanderthal surgió y evolucionó en Europa y Oriente Medio hace unos 230.000 años, presentando claras adaptaciones al clima frío de la época (complexión baja y fuerte, nariz ancha).El homínido de Denisova vivió hace 40.000 años en los montes Altai y probablemente en otras áreas en las cuales también vivieron neandertales y sapiens.
Homo sapiens
Los parientes vivos más cercanos a nuestra especie son los grandes simios: el gorila, el chinpace,el bonobo,el orangután .Los fósiles más antiguos de Homo sapiens tienen una antigüedad de casi 200.000 años y proceden del sur de  (formación kibish del rio ), considerada como la cuna de la humanidad (véase hombres de kibish A estos restos fósiles siguen en antigüedad los de homo sapiens idaltu con unos 160.000 años.
Migraciones prehistóricas de Homo sapiens
Junto a los hallazgos arqueológicos, los principales indicadores de la expansión del ser humano por el planeta son el ADN mitocondrial y el cromosoma Y, que son característicos de la descendencia por línea materna y paterna respectivamente.

Australia y Nueva Guinea: la Línea de Wallace no significó para los Homo sapiens un límite insuperable para acceder a esta región. La llegada de humanos a Australia se data hace unos 50.000 años
Europa: comenzó a ser colonizada hace sólo unos 40.000 años, se supone que durante milenios el desierto de Siria resultaba una barrera infranqueable desde África hacia Europa, por lo que habría resultado más practicable una migración costera desde las costas de Eritrea a las costas yemeníes y de allí al subcontinente indio.
Oceanía: la colonización de estas islas más próximas a Eurasia se habría iniciado hace unos 50.000 años, pero la expansión por esta MUG (macro-unidad geográfica) fue muy lenta y gradual, y hace unos 5.000 años pueblos austronesios comenzaron una efectiva expansión por Oceanía, aunque archipiélagos como el de Hawái y Nueva Zelanda no estaban aún poblados por seres humanos hace 2.000 o 1.500 años.
América: la llegada del hombre a América, se habría iniciado hace unos 20.000 o, al menos, 15.000 años, aunque no hay consenso al respecto. Durante las glaciaciones el nivel de los océanos desciende al grado que el "Viejo Mundo" y el "Nuevo Mundo" forma un megacontinente unido por el Puente de Beringia.

Cerebración
La cerebración y la corticalización son temas que requieren, por sí solos, artículos propios, dado el alcance y la importancia de dichos procesos. Aquí importa comentar de lo mínimo indispensable para comprender la evolución humana. La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y en especial en Homo sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado superlativo. La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y en especial en Homo sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado superlativo
Bipedestación
Los Homininos, primates bípedos, habrían surgido hace unos 6 o 7 millones de años en África, cuando dicho continente se encontró afectado por una progresiva desecación que redujo las áreas de bosques y selvas.
Cráneo. Para permitir la bipedestación, el foramen magnum (u orificio occipital por el cual la médula espinal pasa del cráneo a la raquis) se ha desplazado; mientras en los simios el foramen magnum se ubica en la parte posterior del cráneo, en el Homo sapiens (y en sus ancestros directos) el foramen magnun se ha "desplazado" casi hacia la base del mismo.
Columna vertebral. La columna vertebral bastante rectilínea en los simios, en el Homo sapiens y en sus ancestros bípedos ha adquirido curvaturas que permiten soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo, tales curvaturas tienen un efecto "resorte". Por lo demás la columna vertebral ha podido erguirse casi 90º a la altura de la pelvis; si se compara con un chimpancé se nota que al carecer este primate de la curva lumbar, su cuerpo resulta empujado hacia adelante por el propio peso.
Pelvis. La pelvis se ha debido ensanchar, lo cual ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie. Los huesos ilíacos de la región pelviana en los Homo sapiens (e inmediatos antecesores) "giran" hacia el interior de la pelvis, esto le permite soportar mejor el peso de los órganos al estar en posición erecta.
Piernas. También para la bipedestación ha habido otros cambios morfológicos muy importantes y evidentes, particularmente en los miembros y articulaciones. Los miembros inferiores se han robustecido, el fémur humano se inclina hacia adentro, de modo que le posibilita la marcha sin necesidad de girar casi todo el cuerpo; la articulación de la rodilla se ha vuelto casi omnidireccional (esto es, puede moverse en diversas direcciones), aunque en los monos -por ejemplo el chimpancé- existe una mayor flexibilidad de la articulación de la rodilla, lo que facilita un mejor desplazamiento por las copas de los árboles.
Pies. En los humanos los pies se han alargado, particularmente en el talón, reduciéndose algo los dedos del pie y dejando de ser oponible el "pulgar" del pie (el dedo mayor), en líneas generales el pie ha perdido casi totalmente la capacidad de aprehensión.
Liberación de los miembros superiores
La postura bípeda dejó libres los miembros superiores que ya no tienen que cumplir la función de patas (excepto en los niños muy pequeños) ni la de blanqueación es decir, el desplazamiento de rama en rama con los brazos, aun cuando la actual especie humana, de la cintura hacia arriba mantenga una complexión de tipo arborícola.
Visión
El humano hereda de los prosimios la visión estereoscópica y pancromática (la capacidad de ver una amplia tonalidad de los colores del espectro visible); los ojos en la parte delantera de la cabeza posibilitan la visión estereoscópica (en tres dimensiones), pero si esa característica surge en los prosimios como una adaptación para moverse mejor durante la noche o en ambientes umbríos como los de las junglas
Especialización
Pese al conjunto de modificaciones morfológicas antes reseñadas, desde el punto de vista de la anatomía comparada, llama la atención una cuestión: Homo sapiens es un animal relativamente poco especializado.
Futuro de la evolución humana
Una línea del pensamiento que asegura que la especie humana ha dejado de evolucionar de la misma forma que el resto de los seres vivos. La razón que plantea es que los avances en la ciencia ahora permiten sobrevivir a personas que de otra forma habrían muerto (eliminación o alteración del proceso de la presión selectiva (Selección natural; como también la existencia de una movilidad a nivel global, diluyéndose así cualquier novedad genética en una población tan grande


CONCLUSION:
La Prehistoria es la encargada de dar a conocer los hechos que se supone ocurrieron a.c., es la historia que se estudia antes de que apareciera el ser humano pero no es posible asegurar que éste claro lo se conocemos hasta nuestros días. Es necesario tener conocimiento de nuestro pasado para poder valorar nuestro presente, hay tanta historia por contar que no podríamos terminar las edades distintas que se muestran nos hacen darnos cuenta que aparte de ahí proviene lo que conocemos ahorita que si muchos de estos metales no se hubieran descubierto tal vez no existirían gran cantidad de cosas nuestros antepasados nos dieron la oportunidad de conocer lo maravilloso que tenemos en nuestro planeta, en la actualidad solamente modernizamos con la tecnología el manejo de materiales y les dimos formas distintas pero en realidad quienes nos abrieron el paso a todo lo que conocemos fueron nuestros antepasados..

La evolución humana nos muestra cada evolución de los seres vivos como fueron cambiando en cada millones de años.
 Nos enseña cómo se desarrolló el cerebro como fueron cambiando las partes del cuerpo humano también nos muestra x donde pasaron.
En que años se han encontrado fósiles de seres humanos de muchos años de antigüedad.
  También nos dice en qué lugares estuvieron cada tipo de seres vivos de donde vienen los orígenes del hombre.
Y nos muestra la vida moderna del hombre donde nos dice que dentro de unos años tendremos sobre población en nuestro planeta.





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